Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Arturo D.
Villanueva Imaña
El dicho popular señala que “a los verdaderos amigos se los conoce en la
desgracia”. Y es que resulta más frecuente de lo que uno pudiera pensar, que
mientras existe una época de bonanza y éxito material, ligados a la
disponibilidad de ingresos económicos (puesto que los de orden personal,
afectivo y de principios han quedado relegados y prácticamente despreciados por
la cultura materialista y de consumismo imperante), es muy común estar rodeados
de infinidad de relaciones, contactos y todo tipo de actividades que terminan
creando una sensación de satisfacción, donde todo parece marchar bien y hasta
fabulosamente.
Pero lo que suele olvidarse y pasar desapercibido, es que así como en la
desgracia desaparecen los “amigos”de la buena época, así también se suele dejar
de lado y olvidar a los amigos pobres o no pudientes, cuando el éxito y la
bonanza se enseñorean de las personas.
Traigo a colación esta referencia que, si no la hemos vivido, seguramente
todos hemos escuchado de nuestros abuelos y padres, porque puede servir para
apreciar (y ojalá prevenir), de lo que está sucediendo con el país y sus
gobernantes.
No es ninguna novedad afirmar que el país está pasando una época de
bonanza. Junto con ella e independientemente de lo que pudieron haber hecho las
familias, a nivel nacional hemos sido testigos del incesante crecimiento de la
popularidad del gobierno y su Presidente, así como también de la multiplicación
de megaobras, inversiones y gastos, como no se había producido desde hace mucho
tiempo. Y tanta ha sido la disponibilidad de recursos económicos, que se han
concretizado proyectos de dudosa utilidad como el satélite Tupac Katari; de
franco despilfarro como la adquisición de movilidades y aviones de lujo o de
joyas de oro para regalar a mandatarios extranjeros; de carácter vergonzante y
neocolonizador como el Dakar; y hasta la formulación de ideas francamente
nefastas como la de pretender instalar energía atómica.
Pero lo que vale la pena subrayar, son algunas implicaciones que surgen de
este contexto, que por lo demás ha comenzado a tornarse de preocupación, en
vista de la drástica caída internacional de los precios del petróleo y que
también arrastra la de los minerales y commodities, de cuya exportación
finalmente dependen los ingresos nacionales y la actual bonanza que todavía se
disfruta.
EN LO SOCIAL. La autoestima
gubernamental y presidencial tiende a elevarse, en vista de la creciente
popularidad y la multiplicación de actos públicos donde se concentra gran
cantidad de personas deseosas de expresar su adhesión, pero también su deseo de
recibir y disfrutar de la bonanza económica. Ello puede contribuir a la falsa
percepción de un apoyo incondicional, porque al margen de la insatisfacción y
las divisiones que ya se han provocado como consecuencia de la elección de
candidatos, es claro que mucha gente solo se arrima porque siente la
oportunidad de lograr algunas canonjías o puestos públicos.
Por otra parte, al privilegiarse el éxito económico, las inversiones y la
ganancia, se tiende a abandonar a los verdaderos aliados populares, para unirse
a los nuevos y tradicionales sectores oligárquicos y elitistas, que terminan
sustituyendo el ideario y los objetivos del proceso de cambio.
EN LO ECONÓMICO. La enorme y
creciente (hasta ahora) disponibilidad de recursos, induce al gasto
dispendioso, superfluo y faraónico, descuidando las áreas estratégicas de
producción, industrialización y transformación económica, para construir el
socialismo comunitario para Vivir Bien en armonía con la naturaleza.
EN LO POLÍTICO. Las nuevas
relaciones y alianzas establecidas, no solo configuran un nuevo entorno social
que tiende a desplazar y sustituir el bloque social hegemónico popular, sino
que tienden y luchan por imponer sus intereses, criterios y valores, dejando de
lado las tareas de transformación y cambio. De esa forma se pierde la brújula y
el norte del proceso, para encarar acciones y proyectos que se encuentran en la
antípoda del mandato popular y la Constitución. Es decir, se adquiere una
especie de síndrome de ceguera eufórica, por la que no se ve nada que no sea la
propia sensación de triunfo o éxito.
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