Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Dênis de
Moraes
1. El sistema mediático contemporáneo demuestra capacidad de fijar
sentidos e ideologías, seleccionando lo que debe ser visto, leído y oído por el
conjunto del público. Por más que existan por parte de lectores, oyentes y
telespectadores expectativas y respuestas diferenciadas a los contenidos
recibidos, son los grupos privados de comunicación que prescriben
orientaciones, enfoques y énfasis en los informativos; cuáles son los actores
sociales que merecen ser incluidos o marginalizados; cuáles las agendas y
pautas que deben ser destacadas o ignoradas.
Los medios difunden juicios de valor y sentencias sobre hechos y
acontecimientos, como si estuvieran autorizados a funcionar como una especie de
tribunal, sin ninguna legitimidad para eso. Su intención, asumida pero no
declarada, es diseminar contenidos, ideas y principios que ayuden a organizar y
unificar la opinión pública en torno a determinadas visiones de mundo (casi
siempre conservadoras y sintonizadas con el estatus quo).
Los medios eligen los actores sociales, articulistas, analistas,
comentaristas y columnistas que deben ser prestigiados en sus vehículos y
programaciones. En la mayor parte de los casos, como observa Pierre Bourdieu,
estos portavoces nada no hacen más que reforzar el trabajo de los “think tanks”
neoliberales en favor de la mercantilización general de la vida y la
desregulación de las economías y los mercados. En efecto, los “intelectuales
mediáticos” o “especialistas” dicen todo aquello que sirve a los intereses de
clases e instituciones dominantes, combatiendo y descalificando ideas
progresistas y alternativas transformadoras.
Los grupos mediáticos mantienen también acuerdos y relaciones de
interdependencia con poderes económicos y políticos, en busca de presupuestos
de publicidad, patrocinios, financiaciones, exenciones fiscales,
participaciones accionarias, apoyos en campañas electorales, concesiones de
canales de radiodifusión, etc. No son neutros y exentos, como quieren hacer
creer; son parciales, toman partido, favorecen los intereses mercantiles,
defienden posiciones políticas, combaten ideológicamente a los opositores.

3. Al celebrar los valores del mercado y del consumismo, el sistema
mediático subordina la existencia al mantra de la rentabilidad. La glorificación
del mercado consiste en presentarlo como el ámbito más adecuado para traducir
anhelos, como si sólo él pudiera convertirse en instancia de organización
societaria. Un discurso que no hace más que realzar y profundizar la visión,
claramente autoritaria, de que el mercado es la única esfera capaz de regular,
por sí misma, la vida contemporánea. Los proyectos mercadológicos y los énfasis
editoriales pueden variar, menos en un punto: las corporaciones operan,
consensualmente, para reproducir el orden del consumo y conservar hegemonías
instituidas.
4. Los discursos mediáticos están comprometidos con el control selectivo
de las informaciones, de la opinión y de los juicios de valor que circulan
socialmente. Eso se manifiesta en las manipulaciones de los noticieros y la
interdicción de los puntos de vista antagónicos, afectando la comprensión de
las circunstancias en que ciertos hechos acontecen (generalmente los que son
contrarios a la lógica económica o a las concepciones políticas dominantes).
Los medios masivos buscan reducir al mínimo el espacio de circulación de
ideas contestatarias – por más que estas continúen manifestándose y
resistiendo. La meta es neutralizar análisis críticos y expresiones de disenso.
Un ejemplo de lo que acabo de decir son los enfoques tendenciosos sobre las
reivindicaciones de movimientos sociales y comunitarios. Son frecuentemente
subestimadas, cuando no ignoradas, en los principales periódicos y telediarios,
bajo el argumento falaz de que son iniciativas “radicales”, “populistas”, etc.
La vida de las comunidades subalternas y pobres está disminuida o ausente en
los noticieros.
5. El sistema mediático rechaza cualquier modificación legal que ponga
en riesgo su autonomía y sus ganancias. A cualquier movimiento para la
regulación de la radiodifusión bajo concesión pública, reacciona con violentos
editoriales y artículos que presentan los gobernantes que se solidarizan con la
causa de la democratización de la comunicación como “dictadores” que quieren
sufocar la “libertad de expresión”. Es una grosera mistificación. Lo que hay,
en verdad, es el bloqueo del debate sobre la función y los límites de la
actuación social de los medios. Las grandes empresas del sector no tienen
ninguna autoridad moral y ética para hablar en “libertad de expresión”, pues
niegan diariamente la diversidad informativa y cultural con el control
selectivo de la información y la opinión. Se confunden intereses empresariales
y políticos con lo que sería, supuestamente, la función de informar y
entretener. Todo eso acentúa la ilegítima pretensión de los medios hegemónicos
de definir reglas unilateralmente, inclusive las de naturaleza deontológica,
para colocarse por encima de las instituciones y los poderes constituidos,
ejerciendo no la libertad de expresión, sino la libertad de empresa.
6. Los conglomerados detienen la propiedad de la mayoría de los medios
de difusión, la infraestructura tecnológica y las bases logísticas, lo que les
confiere dominio de los procesos de producción material e inmaterial. La
digitalización favoreció la multiplicación de bienes y servicios de
infoentretenimiento; atrajo players internacionales para negocios en todos los
continentes; intensificó transmisiones y flujos en tiempo real; y agravó la
concentración en sectores complementarios (prensa, radio, televisión, internet,
audiovisual, editorial, telecomunicaciones, publicidad, marketing, cine, juegos
electrónicos, móviles, plataformas digitales, etc.).
Todo eso hace sobresalir nuevas formas de plusvalía en la economía
digital: la tecnología que posibilita sinergias y convergencias; el reparto y
la distribución de contenidos generados en las mismas matrices productivas y
plataformas; la racionalidad de costes y la planificación de inversiones.
Se origina de ahí un sistema multimediático con flexibilidad operacional
y productiva, que incluye amplia variedad de iniciativas y servicios digitales,
flujos veloces, espacios de visibilidad, esquemas globales de distribución,
campañas publicitarias mundializadas y técnicas sofisticadas de conocimiento de
los mercados. La finalidad es garantizar el mayor dominio posible sobre las
cadenas de fabricación, procesamiento, comercialización y distribución de los
productos y servicios, incrementando la rentabilidad y los dividendos
monopólicos.
El
autor es investigador del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y
Tecnológico de Brasil
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