Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Julieta Paredes
Es un dolor y es una indignación muy profunda la que sentimos, sentimientos que nos conmueven por todas las muertes y violencias, sufridas en manos de racistas que no titubean en quitarnos la vida, encarcelarnos injustamente y perseguirnos. La indignación y el dolor no pueden nublarnos la capacidad de análisis, deben —al contrario— ser elementos humanos que nos den mayor claridad y comprensión, para ubicar los intereses que están en juego. El racismo y las movilizaciones en EEUU denunciando el racismo, ocupan hoy las pantallas de la tele y las redes sociales y me llama la atención que se habla como de dos equipos, definidos por “el color de la piel”, dicen.
Una de las estratagemas del sistema dominante es el reduccionismo con el pretexto de especialización y especificidad. Hoy se habla de color de la piel, como si la piel existiese separada de los cuerpos, cuando en realidad se trata de tonalidades de piel, miles o millones de tonalidades, de la misma piel de la humanidad. No existe ni la piel ni el sexo fuera de los cuerpos y los cuerpos son una materialidad histórica y política. Entonces el uso político de las tonalidades de las pieles podemos ubicarlo en la invasión colonial de 1492 en lo que hace a nuestro continente, mal llamado América, Abya Yala para nosotras.
Nuestros pueblos en los territorios de Abya Yala se ven sorprendidos con la llegada tanto de gente de pieles más claras que las nuestras y otra gente de pieles más oscuras, es este hecho colonial que evidencia históricamente la manipulación de las tonalidades de las pieles, para construir las jerarquías, opresiones y explotaciones entre las y los seres humanos del mundo de hoy. A nosotras y nosotros pueblos originarios, los invasores coloniales se empeñaron en exterminarnos, Grodin y Veizzer hablan de 70 millones, en su último libro, sobre el genocidio de los pueblos originarios de Abya Yala. Nuestros cuerpos perjudicaban la ambición de los europeos, perjudicaban la angurria de apropiarse de nuestro hogar y de nuestra madre naturaleza. Por eso nos desaparecieron y nos siguen desapareciendo y exterminando.
Usaron los cuerpos de nuestros hermanos y hermanas africanos, que esclavizados, eran la fuerza de trabajo imprescindible para sustituir a los indios rebeldes y flojos que no querían trabajar para los señores.
Fueron nuestros y nuestras ancestras indígenas que cobijaron a nuestras y nuestros hermanos afros, que huían de la esclavitud y que fueron haciendo los quilombos en los territorios de Abya Yala. Los pueblos nos hermanamos y nos unimos. Como mujeres de pueblos originarios de estos territorios, mantenemos la reflexión y la propuesta de liberación de la madre tierra de las garras de la propiedad privada, así todo mundo puede tener hogar y comida para vivir.
Hoy las movilizaciones en EEUU están lideradas por jóvenes adultos negros de clase media, y es necesario recordar que este sistema de dominio planetario se recicla a través de las propuestas de inclusión.
Hermanas y hermanos, nunca como ahora, la humanidad —con ayuda y permiso de nuestra madre naturaleza— tiene la posibilidad de soñar otro mundo donde podamos “Vivir bien” todas y todos. Hagámoslo posible.
Julieta Paredes
es feminista comunitaria.
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