Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por:
Carlos Soria Galvarro
Todas las previsiones sobre el
curso que abarcaría la crisis del coronavirus COVID-19 a escala planetaria han
sido sobrepasadas por la realidad. A estas alturas sigue siendo un
acontecimiento en pleno desarrollo, lo que impide extraer conclusiones
definitivas, que podrían ser desmentidas muy rápidamente por los hechos.
Pareciera que el único tema en el que muchos concuerdan es que, concluida la
pandemia, la normalidad a la que se arribe no será la misma. El mundo habrá
cambiado mucho. Según los optimistas, para bien. Según los pesimistas, para
mal. Y según los escépticos (como quien escribe este artículo), nada cambiará
hacia un signo positivo sin una acción organizada y consciente de la mayoría de
la gente.
En tal sentido, la actual crisis
debiera considerarse como una oportunidad, quizá la última, para atenuar los
abismos de la desigualdad social, y para frenar, por lo menos en parte, la
agresión contra el entorno natural que nos rodea, del que formamos parte y con
el cual debiéramos reconciliarnos. ¿Soñar no cuesta nada? Verdad, es un sueño,
una aspiración ideal legítima e irrenunciable. Si los seres humanos
estuviésemos completamente privados de soñar, si no pudiésemos adelantarnos a
la realidad y contemplar con la imaginación la obra bosquejada, sería imposible
entender las causas que motivan a las personas a emprender grandes obras.
Los líderes que en 1886 fueron
ejecutados en Chicago soñaron con la jornada laboral de ocho horas y con una
sociedad libre de la degradante semiesclavitud de niños y mujeres. Más de 200
años después se los sigue homenajeando como pioneros de muchas conquistas
posteriores.
Juan Albarracín, Luis Oporto y
otros autores recuerdan que la conmemoración del 1 de mayo, promovida en
Bolivia inicialmente por pequeños grupos de artesanos e intelectuales como la
“fiesta del Día del trabajo”, paulatinamente se fue transformando en una
jornada de reafirmación de reivindicaciones, de fortalecimiento de la
organización y de despliegue de propuestas de cambio social. Los autores señalan que en 1907 la Sociedad de
Obreros “El Porvenir” organizó en La Paz la celebración del 1 de mayo “en
homenaje y recuerdo de la tragedia de Chicago” con el siguiente programa: “30
de abril: velada artística literaria, realizada en el Teatro Municipal. 1 de
mayo: desfile de trabajadores, agrupados en organizaciones gremiales y obreras.
Recepción social en el hotel ‘París’”. “El festival artístico-literario
organizado por las instituciones obreras de La Paz fue calificado de espléndido
con discursos aplaudidos, como el del delegado de la Unión Gráfica Nacional,
Wenceslao Ballón”.
La prensa liberal de la época
saludó entusiasta estas celebraciones, con el obvio propósito de reforzar la
utilización como masa votante que hacían de los grupos de artesanos y obreros.
Pero no faltaron voces en contrario. El Diario publicó el 30 de abril una nota
que en parte salientes decía: “¡Alerta! Se trata de festejar, por primera vez,
la fiesta del trabajo en Bolivia, el próximo 1 de mayo, este sería el paso más
temerario. Es una manifestación emboscada de la protesta contra el capitalismo…
La fiesta del trabajo es esencialmente socialista… es de aquellas que tratan de
inculcar en los pueblos la criminal utopía de la igualdad soñada. Obreros, ¡no
sóis socialistas! ¿Por qué cooperar en una manifestación caracterizada del
socialismo? ¡Alerta obreros! Y alerta también vosotros los de las clases
acomodadas. Lo que hoy se proyecta es una chispa que puede producir un gran
incendio”.
El 1 de mayo pasado estuvo
marcado por el aislamiento social impuesto por la cuarentena, es comprensible.
Pero también abundaron reflexiones que, pese a todo, no renuncian el objetivo
de una sociedad menos polarizada entre ricos y pobres. De hecho, repartir el peso
de la salida de la crisis y la recuperación con un mínimo de equidad debiera
significar que aporten más los que tienen más… y ahí se verá qué intereses
predominan en cada uno de los gobiernos.
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