Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Reymi Ferreira
La crisis que vive Venezuela puede interpretarse de diferentes formas, pero al argumento tradicional de la derecha, que intenta echar del poder al Gobierno elegido democráticamente, se suma el show de la melodramática entrega del líder de la revuelta, Leopoldo López, a la Policía.
La prensa light, alimentada desde Miami, ha construido un escenario para que la telenovela termine en un final feliz: el derrocamiento de Nicolás Maduro. Es importante no conformarse con la información superficial para hacer una justa evaluación de lo que ocurre en Venezuela. Leopoldo López, miembro de la élite venezolana, es uno de los que dirigieron el asalto al Palacio de Miraflores en el golpe de Estado de 2002 que intentó derrocar a Hugo Chávez, con un saldo de 30 muertos. En el mismo golpe, Leopoldo López participó del secuestro del ministro Ramón Rodríguez Chacín, por lo que fue procesado y luego indultado por el presidente Chávez. En 2004 López dirigió las marimbas del Chacao exigiendo la renuncia del Gobierno, acción que causó varios muertos. Distanciado de Henrique Capriles –quien optó por la vía electoral– Leopoldo López asume la dirección del ala radical de la oposición, que busca con la manipulación y la fuerza lo que no logró con los votos.
La crisis que vive Venezuela es fruto de la subvención del petróleo, del crédito externo contraído para construir viviendas, del mantenimiento de redes de apoyo a los sectores sociales, a lo que se suma el crecimiento de la capacidad de consumo sin que crezca al mismo ritmo la capacidad de producción. La crisis es el caldo de cultivo del descontento de la oposición, que de ninguna manera puede ser una excusa para intentar derrocar a un gobierno elegido democráticamente. En España el desempleo afecta al 30% de la población económicamente activa y en Brasil el descontento generó movilizaciones con varios muertos, mientras en Grecia las protestas paralizaron el país, pero en ningún caso la agitación apuntó a derrocar gobiernos.
Se acusa de ‘dictadura’ a un régimen que ha ganado varias elecciones, y que hasta la fecha no ha sacado tanques a las calles como lo hizo el 27 de febrero de 1989 el ‘demócrata’ Carlos Andrés Pérez con el resultado de 300 muertos. Es paradójico que a nombre de la democracia se quiera derribar a un gobierno electo. En esta telenovela venezolana, la oposición ha vuelto a su antiguo guión, que no pasa por las urnas sino por la violencia.
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