Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Jaime Iturri
Cuenta Shakespeare en Romeo y Julieta que
la única noche que los amantes estuvieron juntos escucharon el canto de un ave.
Romeo dijo que era la alondra porque ya estaba amaneciendo. A su vez, Julieta
dijo que no se trataba de la alondra, sino del ruiseñor que canta de noche, y
que por tanto aún tenían tiempo para estar juntos. Fue el colombiano William
Ospina quien me hizo reparar en este detalle, no menor, de la obra del
dramaturgo inglés.
Es posible que
dos personas vean un mismo fenómeno pero que sus interpretaciones sean
diametralmente opuestas; y ambas creen que están en lo cierto. Si asumimos que
la diferencia es riqueza, lo sensato sería escuchar al otro. Luego, hay dos
caminos: aceptar los argumentos de él como importantes y valiosos y modificar
nuestro punto de vista, o mantenernos en nuestra posición pero respetando el
derecho de los demás a pensar de manera diferente. Esa es la esencia de la
democracia.
Y ya sabemos que
en comunicación el silencio también construye significaciones. Lo democrático
también es respetar el silencio de los demás. Sin embargo, con demasiada
frecuencia enrostramos al que no piensa igual que nosotros, considerando que es
un “delito” no estar de acuerdo. Nace, entonces, el autoritarismo, que no debe
ser visto como una práctica solamente política, sino inherente a todos los
seres humanos. Hay un pequeño dictador dentro de cada uno y a veces éste sale
incluso en defensa de la democracia y la libertad. ¿Acaso Stalin no contó con
el apoyo de la gran mayoría de los viejos bolcheviques que habían combatido
contra el zarismo, y sufrido el exilio, prisión, torturas y residenciamientos
en Siberia? Y luego el sepulturero de la revolución de octubre los mandó a
matar.
La pasión nos
puede llevar a exageraciones como que el régimen actual, votado y apoyado por
la mayoría de los bolivianos, es peor que la dictadura. Esto por supuesto es un
absurdo y lo sabemos los que vivimos y luchamos contra las dictaduras.
Lo propio ocurre
con el enunciado de que reelegir a Evo Morales no es democrático. Pero, ¿y si
la mayoría de los bolivianos sigue apoyando al primer mandatario indígena y
quiere que siga gobernando? ¿Acaso la democracia no es el deseo de la mayoría
resguardando el derecho de la minoría a luchar por convertirse en mayoría en
algún momento? Porque ni Romeo, el hombre que escuchó a la alondra, ni Julieta,
la mujer que oyó al ruiseñor, estaban equivocados. Era su corazón el que les
dictaba sus impresiones. Lo grave sería que alguno de ellos se enoje porque el
otro piensa diferente.
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