Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por Atilio A. Boron
Buenos aires, 17 de agosto de 2012
Desde finales del siglo pasado la
expresión “estado canalla” ganó creciente aceptación en la opinión pública
internacional. Impulsado por la maquinaria propagandística estadounidense, el
concepto tenía por objetivo satanizar a los países hostilizados por Washington
con la evidente intención de justificar las agresiones del imperio. Se incluía
en esa lista a Afganistán, Corea del Norte, Cuba, Irak, Irán, Libia,
Serbia-Montenegro, Sudán y Siria. En la actualidad el listado se redujo a
cinco, porque gracias a las políticas de promoción de “cambios de régimen”
(eufemismo para evitar decir “abierta intervención de EEUU”) Afganistán, Irak,
Libia y Serbia-Montenegro fueron incorporados a la categoría de naciones
democráticas. Sudán, a su vez, fue partido en dos y la región rica en petróleo
se convirtió en Sudán del Sur; el resto sigue siendo un “estado canalla”.
Pero las vueltas de la historia, o la
“astucia de la razón” hegeliana, hicieron que hoy ese término se vuelva contra
su creador. Los estigmatizados lo eran porque por su presunta violación de los
derechos humanos, su apoyo al terrorismo y sus armas de destrucción masiva
constituían letales amenazas a la comunidad de naciones. ¡Cuba, la mayor exportadora mundial de
maestros y médicos sigue en esa lista de la infamia hasta el día de hoy! En
síntesis, eran gobiernos que violaban la legalidad internacional y, por eso
mismo, la obligación de Estados Unidos y sus aliados era acabar con ese
flagelo. Sin embargo fueron dos eminentes intelectuales estadounidenses, Noam
Chomsky y William Blum, y un cineasta como Oliver Stone, quienes dieron vuelta
como un guante el argumento de la Casa Blanca al fundamentar las razones por las
cuales el principal “estado canalla” del planeta y la mayor amenaza terrorista
a la paz mundial no era otro que Estados Unidos.
El Reino Unido no le iba en zaga como
“estado canalla”, pero en los últimos tiempos hizo méritos más que suficientes
para compartir el podio con su vástago del otro lado del Atlántico. La
evidencia es abrumadora, y si algo faltaba a sus reiteradas manifestaciones de
desprecio ante la legalidad internacional representada por las resoluciones de la Asamblea General
y el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas en el caso de las Islas
Malvinas (amén de otros 9 casos más, sobre un total de 16), la actitud de
Londres en relación a Julian Assange despeja cualquier duda en la materia.
Podría decirse que con la gestión de David Cameron el RU se convirtió en un
auténtico “violador serial” de leyes y tratados internacionales. Bravuconadas
como el envío del destructor Dauntless a
las Malvinas empalidecen ante la denuncia del canciller ecuatoriano Ricardo
Patiño afirmando que el gobierno británico transmitió a Quito una “amenaza expresa y por
escrito de que podrían asaltar nuestra Embajada de Ecuador en Londres si no
entregan a Julian Assange.” El
Secretario de Asuntos Exteriores del RU ratificó posteriormente esa amenaza,
violatoria de la Convención
de Viena que establece la inviolabilidad de las sedes diplomáticas (extensiva a
la residencia de los embajadores, los automóviles de las embajadas y las
valijas diplomáticas), cosa que ni siquiera dos sanguinarios dictadores como
Jorge R. Videla y Augusto Pinochet se atrevieron a violar. Recuérdese que el ex
presidente Héctor Cámpora estuvo refugiado en la embajada de México en Buenos
Aires durante cinco años y cuando obtuvo el asilo político salió del país sin
ser molestado. Londres, en cambio, aseguró que pese a que Ecuador ya concedió
el asilo a Assange no lo dejará salir de la embajada, transgrediendo lo que
explícitamente establece la
Convención sobre el Estatuto de los Refugiados que el RU
firmó pero ahora desahucia en la práctica con su desobediencia.
Es que el delito cometido por
Assange al hacer públicos las trapisondas y los crímenes cometidos y mantenidos
en secreto por el imperio es imperdonable. En consecuencia, Estados Unidos ha
movilizado sus fuerzas a nivel mundial para atraparlo, aunque sea violando
todas las leyes y tratados internacionales y atropellando todas las libertades
y derechos humanos, para darle el escarmiento que se merece. La prensa
hegemónica de todo el mundo aplaude la “valentía de Londres”. Es que el RU es
un dócil peón de la estrategia imperial, como también lo es el actual gobierno
sueco y, peor aún, el de Australia, país del cual es originario Assange y que
se desentendió escandalosamente del caso. Claro, en Noviembre del 2011 Barack
Obama anunció que enviaría una dotación de 2.500 Marines a una nueva base a
inaugurarse en Camberra, Australia, como primer paso de una estrategia mucho
más ambiciosa para contener desde ese país al “expansionismo chino”. Ante eso,
¿cómo podría el gobierno australiano preocuparse por la suerte del más famoso
de sus ciudadanos?
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