Ir al contenido principal

El fascismo está actuando en Santa Cruz, el gobierno debe investigar

Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...

¿Nos puede representar Sacha Llorenti ante la ONU?


Por: Rafael Puente
    La noticia es preocupante. El Ejecutivo ha propuesto -y la correspondiente comisión del Senado está de acuerdo con la propuesta- que el ex ministro de Gobierno Sacha Llorenti sea designado embajador de Bolivia ante Naciones Unidas. Sólo falta que el Senado apruebe la designación. Por supuesto, no pretendo influir en esa decisión a través de estas líneas, pero me siento en la obligación -como ciudadano boliviano y como militante del proceso de cambio- de cuestionarla.
    Para empezar, no se trata de una embajada cualquiera ante un Gobierno más o menos cercano y más o menos importante. Se trata de la representación oficial ante el conjunto de Estados del mundo, ante esas “Naciones Unidas” a las que nuestro Presidente les ha dicho tremendas y certeras verdades. Por tanto, deberíamos cuidar que nuestro o nuestra representante oficial sea una persona que encarne también esas verdades, que pueda sostenerlas y repetirlas desde una inobjetable solvencia moral. Y no es el caso del ciudadano Sacha Llorenti, del que podemos afirmar que tiene cuentas pendientes con el pueblo boliviano, y con el Estado plurinacional.
    Y quede claro que no pretendo erigirme en juez y condenar a dicho ciudadano sin pruebas y sin juicio previo. Todo lo contrario, creo que tenemos derecho a exigir un proceso judicial, y la correspondiente presentación de pruebas, para que quede claro cuál fue la responsabilidad del entonces ministro Llorenti en los hechos de Caranavi y sobre todo en los hechos de Chaparina. No es que lo consideremos automáticamente culpable, lo que no podemos aceptar es su simple declaración de inocencia, ya que el ministro de Gobierno es el principal responsable del orden interno, y también del desorden interno; y por tanto no es suficiente que se declare inocente de la indigna represión de Chaparina, sino que tiene la obligación de averiguar quién es el verdadero responsable, y también de procesarlo.
    Se nos ha dicho que la culpa fue de la Policía Boliviana. Entonces, ¿quién en el aparato del Estado responde de la Policía Boliviana? ¿No es precisamente el ministro de Gobierno? Y luego de casi un año de los hechos, ¿qué ha hecho dicho ministro para averiguar y esclarecer responsabilidades? Que la opinión pública sepa, nada; de modo que si no fuera culpable por comisión vendría a ser culpable por omisión. Porque no sólo los marchistas agredidos, sino la sociedad en su conjunto, tenemos derecho de saber la verdad, y nuestros representantes en el Senado deberían exigir su esclarecimiento antes de apoyar la designación de Llorenti como embajador ante Naciones Unidas. Por razones éticas, pero también por razones políticas, por la credibilidad de nuestro país, de nuestro Gobierno y de nuestro Presidente.
    Y no me vengan con los muchos méritos acumulados por Sacha Llorenti durante el tiempo en que estuvo al frente de la Asamblea de Derechos Humanos, ya que esa misma Asamblea lo ha declarado persona no grata mientras no se aclaren los sucesos de Caranavi y Chaparina, donde lo que estuvo en juego fue precisamente el respeto de los derechos humanos. Haber pasado por encima de los propios principios, y del propio historial, sería pues un agravante, no un atenuante.
    Sabemos que en nuestro cuerpo diplomático hay diferentes categorías de personas, desde las más respetables hasta las cuestionables, y a fin de cuentas no siempre resulta trascendente lo que hagan o digan nuestros representantes en Francia o en el Perú (salvo cuando dicen las barbaridades que dijo este último, y que aún así pasaron más bien desapercibidas). Pero ante la Organización de Naciones Unidas no hemos tenido durante los años pasados embajadores que pudieran ser cuestionados ni ética ni políticamente, por lo que se puede afirmar que estábamos dignamente representadas y representados. Y me temo que ahora no podamos decir lo mismo. ¿No es una pena?
    Rafael Puente es miembro del Colectivo Urbano por el Cambio (CUECA) de Cochabamba.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Pedro Ignacio Muiba, el héroe

Por: Homero Carvalho Oliva En 1975, mi padre, Antonio Carvalho Urey, terminó una investigación iniciada en la década de los sesenta que habría de cambiar la historia nacional. Después de muchas visitas al Archivo Nacional de Bolivia, dirigido en ese entonces por Gunnar Mendoza, extraordinario intelectual e historiador, quien le ayudó a ubicar los folios que habrían de probar toda una hazaña que da testimonio que los indígenas moxeños participaron activamente en la Guerra de la Independencia de nuestro país, al mando del cacique Pedro Ignacio Muiba. Esta investigación se publicó, primero en septiembre de 1975, en un policopiado financiado por la Universidad Técnica del Beni, en un pequeño tiraje de 200 ejemplares y luego en la famosa Biblioteca del Sesquicentenario de Bolivia. Dos años más tarde, en 1977, Antonio publicó el libro titulándolo Pedro Ignacio Muiba, el Héroe y de esa manera se reparó una injusticia histórica. En sus investigaciones, Antonio se basó, entre otros, en...

La despatriarcalización

Por: Julieta Paredes Al igual que el Seguro Universal de Salud (SUS), la despatriarcalización, como nombre para una política pública, tardó mucho, pero llegó. Entonces, en este marzo de luchas de las obreras, es necesario analizar, ¿qué es lo que realmente llegó? Fruto de una serie de movilizaciones de mujeres pertenecientes a las organizaciones sociales del proceso de cambio, se lograron algunas medidas en el Ejecutivo. Fueron movilizaciones que se realizaron a lo largo del año pasado, con encuentros departamentales. Así fue que se logró concretar un listado de demandas que más o menos se repitieron a lo largo de estos años, con algunas interesantes novedades. Entre ellas podemos señalar la exigencia del salario al trabajo doméstico y la necesidad de un espacio en el Gobierno para este sector. Algo así como un Ministerio de las Mujeres, instancia que tenga la jerarquía necesaria para efectuar las tareas que corresponden a la mitad de la población de Bolivia que somos las mu...

Idiosincrasia e ideología

Por: Félix Tarqui Triguero No son posibles las revoluciones económicas sin las revoluciones culturales porque todos aquellos contenidos que constituyen el fundamento de determinada cosmovisión propia de cada nacionalidad o sociedad pueden ayudar o frenar su avance por ser una manera de pensar de cada agrupación humana, en funcion a su historia y cultura. Así nace la idiosincrasia propia de cada pueblo, sin embargo, se enfrenta a la idiosincrasia forzada o alienante que influye día a día a las grandes masas de la población mundial de manera globalizante, en ese contexto necesitamos ver que Bolivia es un país de molde capitalista y sub desarrollado (empobrecido por la clase dominante que gobernó desde 1825 exceptuando a Antonio José de Sucre, Andrés de Santa C. hasta el 2005), La ideología como el estudio de las ideas es también un proceso de construcción critica, influenciado tan pronto el individuo se encuentra inmerso en las realidades sociales, económicas, culturales...