Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: María Fernanda Rada Prado
Viernes, 23 de marzo
de 2012
“Tememos que se nos vaya la inquietud, que se nos evapore este poquito
de amor.
Tememos acostumbrarnos a ver el mundo injusto, como cosa normal"
(Luis Espinal)
Como duele recordarte en estos
días cuando la soberbia de algunos poderosos sigue dejando al pueblo cantos
dolorosos. ¿Cómo es posible que hagas tanta falta a una generación como la mía
que no pudo conocerte? Te conocemos, te sentimos.
Aprendimos de vos a disparar con
la palabra, a matar con la coherencia, a pensar que la utopía es para hacerla
en la tierra, a gastar la vida, a dormir con la conciencia tranquila y a no
dejar dormir a los que no nos permiten soñar.
Aprendimos a no callar, pues tú
ya nos dijiste que es lo mismo que mentir. Entendimos que nuestra trinchera no
tiene frontera, como tú no la tuviste cuando te hiciste boliviano y con la
misma fuerza que enfrentaste a Franco, enfrentaste a Banzer, ¡Otro tirano!
Aprendimos a luchar en un mundo
que pide aceptar, aprendimos a no acostumbrarnos a ver injusticias, aprendimos
que la historia no la escriben los que ganan, que la historia no la hacen los
héroes, que el único héroe es colectivo.
Y no eres un héroe, no eres un
mártir, no eres el cura al que cantamos en colegio, no eres el monumento al que
llevamos flores, o la bandera ambigua que levantamos. Eres la libertad de tus
películas, la denuncia de tus artículos, la historia escondida, ocultada,
secuestrada, torturada y enterrada.
Eres el lustrabotas que se
levanta todos los días para llevarse unos pesos y poder sobrevivir, eres el
estudiante que descubre una nueva realidad, eres la empleada que sabe que no
nació para servir, eres el minero que entre penumbras sueña con habitar otro
lugar, eres mis compañeros que no dicen amén.
Quisiera decirte muchas cosas,
contarte con pena que la dictadura se llevó el niño Jesús en forma de puño que
hiciste para mi tío, pero que jamás se han llevado nuestros puños y sueños. Que
logramos sobrevivir y regresamos cantando “fachos de mierda volvimos”. Quisiera
contarte que la abuela está mayor pero conserva la misma fuerza y juventud con
la que te conoció, que a mamá se le humedecen los ojos cuando recuerda los días
clandestinos en que doblaba periódicos a tu lado, y que a papá se le quebró la
voz cuando extraditaron a Arce Gómez porque recordó a su profesor del San
Calixto, ese jesuita que lo empujó a la realidad de su pueblo, de tu pueblo.
Quiero contarte que conocí tu
país, el otro. Ese que se está hundiendo por la crisis de un sistema que ya no
puede más. Ese que acoge y discrimina a latinos, africanos y asiáticos. Ese que
todavía tiene un rey que es mantenido a costa del hambre de los sin voz que
están cansados, podridos e indignados. Esa tierra a la que le impusieron un
rey, un caudillo, una religión, una sola lengua y una bandera. Pero los tiranos
mueren y Franco no fue la excepción, han recuperado la sonrisa, la palabra y la
república a medias. Sigue de pie la puerta de Alcalá, he escuchado a muchos
hablar catalán, los jóvenes siguen entonando el no pasarán. Esa tierra tuya
conserva sus añores de barricada, compañerismo y libertad, quedan escombros de
la revolución que no pudo pasar. Hoy como ayer siguen sonando los cantos de
Serrat, Ana Belén, Sabina y Víctor Manuel.
En este lado del río, hemos visto
morir a los tiranos en impunidad, pero con la conciencia martillándoles los
últimos días. Han muerto con jóvenes, bombos, murgas y platillos en las puertas
de los hospitales, no Lucho, no nos han podido callar.
Me duele saber lo que te
hicieron, pero me duele más saber que no fuiste el único. Me duele también la
demagogia de los que se ponen la camiseta de justicia en la foto internacional
y condecoran a asesinos en su tierra. Duele la impunidad, aunque ahora la estoy
viendo caer , el olvido de los bondadosos me asusta y el perdón me sabe a poco.
Asfixia haber crecido con la
palabra desaparecido, me asusta perder la sensibilidad frente a tantas
historias de ausencias e incertidumbre. No sé si algún día podremos
encontrarlos ¡fueron tantos!, pero con el tiempo hemos aprendido a resucitar
sus sueños.
Por eso te digo mi querido
Espinal, ahí, donde estés, o acá que es donde te quedaste: estoy segura que
llegará el día en que dejemos de ser los hijos del pasado para ser los padres y
madres del futuro, no somos hijos de la dictadura, somos los constructores de
la revolución.
Tú, Benemérito de la utopía,
ayúdanos a gastar la vida por los demás, no permitas que nos maten el amor ni
la alegría. Que florezcan nuevos Luchos que cuestionen la hipocresía de esa iglesia
que niega todas las formas de amor y el derecho de una salud digna para las
mujeres que no pueden elegir sobre su cuerpo.
Danos la inquietud frente a los
cómodos que administran molinos. Queremos estar de tu lado, cuestionando al
poder y los “sabios”, queremos cuestionar a Dios y recordar a aquel Jesús con
el puño levantado que como vos, fue humano y asesinado por estar al lado de los
que no tienen voz.
No permitas que pongamos la otra
mejilla ni que olvidemos los reveses que nos han dado, danos palabras, danos
memoria, danos voz, danos arte, danos utopía, danos juventud, danos fuerza,
danos tozudez, danos coherencia y danos un revés el día que aceptemos las
injusticias, o que intentemos limar las aristas de la realidad para tragárnosla
sin buscar transformación.
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