Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Arturo D. Villanueva Imaña (*)
A inicios del mes de enero del
presente año, por este mismo medio de opinión y análisis, compartí con los
lectores algunas reflexiones en torno a las razones y argumentos que
fundamentan la innecesaria inclusión de la categoría de “mestizo” en la pregunta
sobre autoidentificación de la boleta censal, en respuesta a las insistentes y
reiteradas sugerencias que se habían planteado para establecer (supuestamente)
una mejor caracterización identitaria de nuestro país.
En esa misma ocasión toqué un
tema que quisiera volver a reiterar por su enorme importancia estratégica, pero
que lamentablemente no está siendo abordado como parte del proceso de
realización del Censo. Es el referido a la imperiosa necesidad de construir
(junto con las preguntas de la boleta censal que se encuentran en debate), los
instrumentos y herramientas de seguimiento y evaluación de los planes
nacionales de desarrollo y del nuevo modelo que corresponde al paradigma
alternativo del Vivir Bien, cuyo mandato se encuentra establecido en la Constitución
Política del Estado. También advertí que de persistir en el uso de las actuales
y antiguas herramientas que corresponden a los métodos de planificación del
desarrollo tradicionales, que continúan proporcionando indicadores relacionados
con el modelo capitalista y neoliberal, entonces deberíamos estar dispuestos a
retrasar y posponer por una década más, cuando menos, el diseño y puesta en
marcha de nuevos indicadores que permitan medir los avances del Vivir Bien en
el marco del proceso de cambio y transformación que vive nuestro país (al
margen por supuesto de que ello implicará reconocer implícitamente que
seguiremos funcionando en una economía y con unos instrumentos acordes al
neoliberalismo capitalista).
Realizada esa breve reseña y en
vista de que el debate originado en torno a la realización del Censo continúa
privilegiando la discusión en torno a "lo mestizo”, abordaré algunos temas
adicionales que entiendo vale la pena analizar.
El intento por reproducir la lógica de la dominación y el colonialismo.
Es por demás conocido que la idea
del mestizaje y el proyecto de mestización en Bolivia, han estado íntimamente
asociadas al proyecto de homogenización y monoculturización de nuestra
sociedad, en concordancia a los idearios liberal-republicano y nacionalista del
S. XIX y la revolución de 1952. Se trata de un intento de larga data en el que
suelen confluir expresiones racistas y xenofóbicas en contra de lo indígena,
intereses económicos y sociales que buscan perpetuar una lógica de dominación,
y proyectos de “blanqueamiento” de la sociedad que pretenden hacer desaparecer
la diversidad cultural y la identidad de los pueblos indígenas, bajo los
pueriles argumentos de que constituyen una rémora (lastre) para el desarrollo
nacional, e inclusive un grave riesgo para la unidad y la viabilidad del país.
Actualmente se sostiene y
defiende la condición mestiza, irónicamente bajo el argumento de que no podría
haber prueba más irrefutable del cambio producido en nuestra sociedad desde la
conquista española, que los más de 500 años de mezcla y “blanqueamiento
“transcurridos, pero de cuyo proceso se ignora o excluye (implícita o
explícitamente) la persistencia y resistencia de las culturas y pueblos
indígenas, y su aporte a la diversidad y diferencia de nuestra sociedad. Es
decir, se defiende y sostiene la igualdad de los seres humanos y la ciudadanía
a través de la homogenización y monoculturización de la sociedad; pero al mismo
tiempo se rechaza vehementemente esa misma igualdad, cuando se trata de la
diversidad y la diferencia de pueblos indígenas y culturas. Se construye un
discurso sobre la igualdad de todos, entendida como homogenización mestiza,
pero en la práctica se excluye y discrimina la diversidad y las diferencias
étnicas existentes, arguyendo inclusive que se trata de un riesgo para la
unidad y el desarrollo del país, porque fomentarían la dispersión, el
atomizamiento y la división, cuando en realidad esta peculiaridad (la
plurinacionalidad) es la base para la construcción de una sociedad
intercultural, con respecto a la diferencia y la diversidad y con igualdad de
oportunidades para todos. Una sociedad no puede perseguir y defender la
igualdad, cuando unos son más iguales que otros y la igualdad no es para todos.
Este razonamiento excluyente y
discriminador de los defensores de lo mestizo, no puede encontrar explicación
sin acudir a la raíz colonial y colonizante que la origina, puesto que este
tipo de identidad se define (y defiende), adoptando la imagen del dominador, el
blanco, el conquistador, el que representa el desarrollo y el tipo de sociedad
occidental que se ha impuesto.
De esa forma la defensa del
mestizaje, en realidad es la puerta de acceso y justificación de la modernidad,
el modernismo y lo moderno, que impone la sociedad occidental capitalista y que
constituye el referente de la sociedad y el sistema al que se espera llegar,
una vez“aclarada” la identidad como individuo (valga el doble sentido de la
palabra). Es decir, se trata de un argumento utilizado desde la perspectiva de
la dominación capitalista neoliberal, que recoge y busca reproducir aquella
visión como propia para construir el futuro, pero que niega y oculta
rotundamente la matriz indígena para hacerla desaparecer y anular su potencial
transformador y alternativo al capitalismo occidental aun predominante.
Extravía en el camino el origen indígena, para rescatar y hacer prevalecer lo
blanco, lo dominante, lo extraño. Es más, por medio de la defensa del mestizaje
que enarbolan algunos sectores, aún podrían explorarse los resabios y raíces
patriarcales, machistas y señoriales que se expresan a través de esta lógica de
reivindicación de lo occidental y blancoide, lo que constituiría una tarea que
excede los límites de este artículo.
La nostalgia por el país liberal, monocultural y homogéneo.
La construcción del discurso del
mestizaje, es muy propio del pensamiento liberal-republicano del S. XIX, y que
el nacionalismo populista quiso plasmar con la revolución de 1952, como
categoría totalizadora de la nación y lo boliviano. Puede ser entendido como un
método para construir una identidad única y homogénea, acorde al ideario de ese
tipo de pensamiento y ese tipo de sociedad soñada, que se sustenta en el
imaginario de una república unitaria, monocultural y homogénea, sostenida
tradicionalmente por los sectores dominantes[1]/. Se trata de una forma de
evitar y anular que lo diverso, múltiple y alternativo se exprese, para
favorecer una lógica única homogenizante y un discurso de poder.
En un intento por recuperar y
restaurar este tipo de discurso que ciertamente ha constituido una fuente
importante de posicionamiento político en el país, actualmente se puede
advertir que se pretende incluir la categoría de mestizo, como un criterio
principal de ciudadanía boliviana, que busca homogenizar la identidad de los
bolivianos, anulando la diversidad étnico cultural existente y profundizando la
histórica exclusión de los pueblos indígenas.
Desde ese punto de vista, el
mestizaje puede ser entendido como un discurso de autoafirmación de una
identidad supuestamente homogénea y representativa del ser nacional, cuando en
realidad no es otra cosa que una forma de racismo que busca hacer desaparecer
otras identidades, como la de los pueblos indígenas y la diversidad cultural
persistente en nuestro país, aduciendo la protección de la unidad y viabilidad
de Bolivia como nación.
Ahora bien, con respecto al
riesgo de atomizar, dividir y separar a la nación, poniendo en riesgo su
unidad, tenemos que ser hidalgos al reconocer que la construcción de la
identidad bajo el discurso mestizo, siempre ha estado vinculada al intento de
excluir y hacer desaparecer a lo otro, al indio y la diversidad. Sin embargo a
la inversa, siempre que se ha indagado y buscado establecer la identidad
indígena; ellos, los pueblos indígenas, nunca pusieron en duda (y mucho menos
cuestionaron) su adscripción a la nación boliviana. Es más, a diferencia de
movimientos regionalistas más radicales que plantearon el federalismo y la
separación (siendo que aún existen manifestaciones de este tipo tanto en Oriente
como en Occidente de Bolivia); en cambio, los pueblos indígenas a los que
inclusive se les reconoce derechos de autodeterminación y autogobierno, nunca
plantearon extremos de este tipo que pusieran en riesgo la unidad nacional. Por
lo demás, el desafío no está en igualarnos discursivamente en una supuesta
identidad mestiza, homogénea, sino en alcanzar la igualdad socio económica
efectiva y la interculturalidad con respecto a la diferencia y la diversidad,
que corresponde al Estado plurinacional establecido en la Constitución Política
del Estado.
Para terminar, valga efectuar un
apunte final con respecto a la “variante” propuesta para sustituir la
incorporación de la categoría de mestizo en la pregunta pertinente de
autoidentificación de la boleta censal, sustituyéndola por “boliviano” o
“nación boliviana”. Al respecto (al margen de los previsibles riesgos de
confusión y sobreposición que contraerá a la hora de establecer identidades),
hay que señalar simplemente que “lo boliviano” o la “identidad boliviana” es un
dato que no se requiere preguntar, por la sencilla razón de que, a diferencia
de la necesidad e importancia de establecer las diversas identidades culturales
y étnicas existentes en el país con fines de mejor planificación, asignación y
distribución de recursos, definición de autonomías, reconocimiento y aplicación
de derechos, etc., el ser boliviano se establecerá por defecto, puesto que
constituye la identidad principal, inconfundible e inseparable de todos los
ciudadanos de nuestro país.
Sociólogo, boliviano.
Cochabamba – Bolivia; Marzo 14 de 2012.
[1]/ La construcción del discurso
del mestizaje se podría parangonar a lo que la sicología define como “ceguera
por distracción”,que consiste en el efecto que produce en la mente de las
personas que interactúan con magos, quienes muestran (o hacen ver) cosas que en
realidad no existen o no se producen.
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