Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por:
Isaac Bigio
El nuevo gobierno “interino”
boliviano ha decretado una orden de arresto al ex presidente Eco Morales por
los cargos de “sedición, terrorismo y financiamiento del terrorismo”. Hace todo
esto después de haber nombrado como su portavoz en el exterior a “Tuto”
Quiroga, quien fuera el número dos del general Hugo Bánzer, quien en 1971-18
estableció una feroz dictadura militar que sentaría el precedente para la de
Pinochet en Chile y Videla en Argentina para generar un terrorismo contra las
masas y masacrar a los sindicatos y las izquierdas.
Cuando el 12 de noviembre Jeanine
Añez se juramentó como nueva presidente sostuvo que su naturaleza iba a ser
transitoria. Su cargo de senadora fenece la tercera semana de enero y según la
constitución un gobierno interino debe convocar a elecciones generales en un
lapso de no más de 3 meses. Ella ya lleva casi un mes y medio en su cargo y aún
no ha establecido la fecha para esos comicios, los cuales han de darse luego
que expire su mandato como legisladora o como gobierno provisional.
Cuando Carlos Mesa renunció a la
presidencia boliviana en 2005 le reemplazó en el cargo el jefe de la corte
suprema de justicia Eduardo Rodríguez, el cual mantuvo plenas garantías y las
mismas políticas internas y externas de sus predecesores y se encargó de
organizar un proceso electoral sin muchos cuestionamientos.
Sin embargo, Añez inició su
mandato autorizando a la policía y al ejército a disparar balas impunemente
contra manifestantes, asesinando a una treintena de civiles. Ella llegó a
palacio pasando por encima el carácter secular y tolerante para demandar la
sujeción a una sola religión. Mientras sus partidarios quemaban la bandera
indígena co-oficial (la wiphala) ella juramentó a un gabinete 100% blancoide
(en un estado que se reclama plurinacional y donde el 70% de sus habitantes son
indígenas), aunque luego puso a una chola de polleras en un ministerio de
relativa poca importancia.
Una de las primeras medidas del
nuevo gobierno ha sido revocar todas las relaciones exteriores. Expulsó a
cientos de profesionales de la salud y funcionarios de Cuba y Venezuela,
decidió reconocer al presidente paralelo en Caracas designado por Washington,
restableció vínculos diplomáticos con Benjamín Netanyahu, rompió con la Alianza
Bolivariana de Nuestra América y llama a desintegrar la Unión de Naciones
Suramericanas pese a que su sede estaba en Bolivia, el último país que detentó
la presidencia de dicho bloque continental.
El gobierno de Añez no es uno
“neutral” ni provisional. Es uno transitorio pero no para organizar nuevas
elecciones sino para hacer que Bolivia transite del modelo nacionalista
indígena a uno de corte neo-liberal y pro-occidental.
Añez, por su parte, no tiene
ninguna legitimidad. Ella no estaba en la línea de sucesión constitucional para
sustituir a Morales, la cual no llega a los vicepresidentes de las cámaras de
los senadores o diputados, y menos aún al de segunda vicepresidente del senado
que era ella. Ella se posesionó como presidenta sin quorum en la asamblea
legislativa (pues un 70% de ésta no fue por temores o por otras razones) y sin
que este parlamento haya discutido o aceptado la carta de renuncia
presidencial, por lo cual esta no es válida.
Ella nunca ha sido una lideresa
popular y ni siquiera fue reelecta para ninguna plaza titular o suplente en las
elecciones generales del 20 de octubre. Su partido (que además toma su nombre
del más derechista que tuvo la dictadura militar brasileña de 1964-85) apenas
sacó el 4% de los votos emitidos y menos del 3% de los parlamentarios.
Morales reclama que Añez es una
impostora racista que le ha hecho un golpe cívico-policial-militar y que ella
ahora quiere prohibir que gente con indumentaria indígena preste servicios
diplomáticos. Sin embargo, todos los que estaban en la línea de sucesión
presidencial y al menos dos tercios del actual parlamento son militantes de su
Movimiento Al Socialismo (MAS).
El MAS bien pudiese aprovechar
ello para desaforar a Añez, cuyos comentarios racistas anti-indios, su brutal
represión y su naturaleza anticonstitucional sobran y bastan para lograr ello.
Un partido que reclama haber sacado casi 3 millones de votos y el 47% de los
votos debería sacar a las masas a las calles para defender su victoria
electoral y la soberanía del parlamento contra quien acusa de haber hecho un
cuartelazo.
No obstante, la estrategia del
MAS ha sido la de buscar hacer componendas con el nuevo régimen a fin de querer
ablandarlo y que se les permita un clima de cierta paz social para poder
mantener su legalidad y volver a competir en nuevos comicios.
Este camino es una trampa pues lo
que tenemos ahora no es un gobierno provisional para pasar de un gobierno a
otro, sino uno para pasar de un tipo de modelo a otro. Y el eje de esta nueva
administración de facto es erradicar todas las medidas nacionalistas y
populistas para restablecer el neoliberalismo que rigió Bolivia en 1984-2005,
el cual se impuso con mucha represión y estados de emergencia.
De esta nueva dictadura no saldrá
ninguna clase de elecciones limpias y trasparentes. El hombre más votado en la
historia nacional y el jefe de campaña del principal partido (el MAS) está con
orden de arresto mientras que el ministro del interior demanda que él pase
cárcel hasta que se muera. Numerosos dirigentes sociales y sindicales también
vienen siendo acusados de sedición y de terrorismo.
Paradójicamente ninguno de esos
cargos son lanzados contra los grupos paramilitares que quemaron las casas de
gobernadores, el presidente de los diputados y de la familia presidencial, que
ultrajaron a varias autoridades del MAS y sus familiares, que organizaron la
quema de wiphalas o la sedición de la policía contra el orden constitucional.
Al margen de si Morales hizo bien
o no en reelegirse o si cometió o no fraude, lo que hoy vemos en Bolivia no es
un movimiento para democratizar la sociedad, sino para hacer que ésta retroceda
y que vuelva el antiguo sistema de los blancoides que abría de par en par la
economía a las grandes corporaciones privadas y que metía bala para justificar
tales políticas.
Analista internacional
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