Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Silvia
Ribeiro

Hay
más de 4000 otros demandantes en Estados Unidos que acusan a la compañía de
haberles provocado cáncer a ellos o sus familiares. La organización U.S. Right
To Know abrió el portal “Monsanto Papers” para seguir estas demandas que
aumentan cada día. Por todo lo que hay en juego, en el alegato final del
abogado de Johnson, éste pidió al jurado hacer una declaración fuerte: que por
Johnson y todos los casos de cáncer que se podrían haber evitado, la sentencia
se convirtiera en un día del juicio final de Monsanto.
Dewayne
Johnson comenzó a trabajar en los jardines de una escuela en San Francisco en
2012 y como parte de su trabajo, aplicó hasta 30 veces por año esos herbicidas
en los jardines de la escuela. Luego de algunos meses comenzó a tener
zarpullidos y malestares, y en 2014 le diagnosticaron linfoma no-Hodgkin, un
cáncer que afecta el sistema linfático. Dewayne tiene ahora 46 años y dos hijos
y los médicos le dan meses de vida. Desde que comenzó a sufrir molestias, llamó
a Monsanto para preguntar si estaba relacionado con sus agrotóxicos. Le
contestaron que alguien se comunicaría con él, algo que nunca sucedió. Como
dijo en el juicio: “jamás hubiera utilizado esto en la escuela sabiendo de los
daños que puede causar”.
Debido
a su enfermedad, el Tribunal aceleró el proceso de la demanda que Johnson
comenzó a trabajar con sus abogados en 2015. El juicio que ahora finalizó,
llevó un mes, y el jurado debatió durante tres días. La sentencia emitida
obliga a Monsanto a pagar 39 millones de dólares en compensaciones y otros 250
millones por daños punitivos, lo que la compañía anunció que apelará. La
sentencia establece además que la compañía actuó “con malicia” y “falla
negligente” porque sabía de los daños que podía ocasionar.
Los
abogados presentaron documentos científicos sobre la toxicidad del glifosato y
documentos secretos de la empresa, que muestran que sus propios ejecutivos y
científicos sabían de los riesgos del agrotóxico. Por ello pagaron a
científicos para escribir artículos que negaran o relativizaran los peligros
del glifosato y establecieron turbias relaciones con técnicos de la Agencia de
Protección Ambiental (EPA) que debían dictaminar los riesgos del glifosato. La
EPA se dobló ante Monsanto y terminó negando incluso las evidencias de sus
propios científicos.
El
glifosato fue inventado y lanzado al mercado por Monsanto en 1974, y ha sido
una importante fuente de sus ganancias. Se difundió rápidamente, por ser un
herbicida de amplio espectro que la compañía consiguió amañadamente que fuera
declarado como moderadamente tóxico, algo que subsistió hasta que en 2015, la
Organización Mundial de la Salud declaró que era “probablemente cancerígeno”.
El
envenenamiento y condena a muerte prematura de Johnson, ocurrió en apenas dos
años y como parte de su trabajo, algo que seguramente está sucediendo con
muchas otras personas en situaciones similares. El glifosato es el herbicida
más usado a nivel mundial, tanto en cultivos agrícolas, como en jardines,
hogares, parques, escuelas e instituciones. Su uso se disparó exponencialmente
con la introducción de cultivos transgénicos tolerantes a glifosato, que
actualmente son más de 80 por ciento de los transgénicos en campo.
Este
uso intensivo generó resistencia en decenas de malezas, con lo que además de
aumentar las dosis empleadas, la empresa comenzó a agregarle surfactantes y
otros co-adyuvantes para hacerlo más eficaz. En el juicio de Dewayne Johnson,
se expuso que además de la toxicidad del glifosato, quizá la mayor toxicidad
era provocada por la mezcla con esos otros elementos, que las empresas no
necesitan declarar en los productos y que la EPA no considera en sus
evaluaciones de riesgo.
Paradójicamente,
el final de Monsanto había llegado antes de este juicio. Bayer consiguió la
aprobación de Europa y Estados Unidos para finalizar la compra de la empresa en
junio de este año y su primer anuncio fue que el nombre Monsanto desaparecía,
justamente por la mala fama de Monsanto. Probablemente ya se está
arrepintiendo, porque desde el anuncio de la sentencia a favor de Johnson, las
acciones de Bayer van han bajado más de 18 por ciento, lo cual se tradujo en
una pérdida de cerca de 18,000 millones de dólares. Bayer teme además que otra
ola de juicios se desatará pronto en Estados Unidos por el uso del agrotóxico
dicamba con la soya transgénica Xtend, también de Monsanto, cuya deriva está
dañando los cultivos de otros agricultores.
Silvia
Ribeiro
Investigadora
del Grupo ETC
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