Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Se relatan los pormenores que van desde la caída del dictador Hugo Banzer Suárez, la seguidilla de golpes, las elecciones ganadas por la UDP hasta el golpe de García Meza el 17 de julio de 1980 (la fotografía es de segundos antes del asalto militar y muerte de Quiroga y Flores, de pie al último).
Por: Carlos Soria Galvarro
El antecedente directo para el golpe de
Estado de Luiz García Meza y Luis Arce Gómez, consumado el 17 de julio de 1980,
es el periodo dictatorial banzerista entre 1971 y 1978.
1. El difícil
camino de la democracia: Banzer, acosado desde dentro por la resistencia
popular y desde fuera por otros vientos, tuvo que llamar a elecciones en
noviembre de 1977. Lo hizo contra su voluntad, pues su plan era quedarse hasta
1980 como lo había establecido mediante el decreto del “Nuevo Orden” (9 de
noviembre de 1974).
Convocó a
elecciones, pero no solamente apadrinó a Juan Pereda Asbún como candidato
oficial, sino que se autonombró comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, se
negó a dictar amnistía y preparó el fraude en gran escala.
La huelga de
hambre masiva, iniciada por un grupo de mujeres mineras a fines de 1977
desbarató su esquema. La amnistía general y la libertad de los presos
políticos, conseguidas con esta histórica movilización, cambiaron el panorama
político. Se consumó el fraude, pero no pudieron ocultarlo. A la Corte
Electoral no le quedó más remedio que anular las elecciones.
A las 48 horas,
21 de julio de 1978, Pereda dio su propio golpe de Estado, desalojando a Banzer
del Palacio de Gobierno. Pero su gobierno sólo duró hasta noviembre, fue
derrocado a su vez por el general David Padilla, quien convocó a nuevas
elecciones.
Los comicios se
efectuaron, por segunda vez el 1 de julio de 1979, en un clima de mayor
apertura. Sin la torva vigilancia de la dictadura, cuyos mecanismos habían sido
parcialmente neutralizados.
La inicial sopa
de letras de partidos y grupos que formaron la Unidad Democrática y Popular
(UDP) decantó a no más de tres siglas: Movimiento Nacionalista Revolucionario
de Izquierda (MNRI), Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR) y Partido
Comunista de Bolivia (PCB); el Movimiento Revolucionario Tupac Katari (MRTK) de
Genaro Flores se había alejado —según dijo— porque se sentía utilizado. El otro
bloque era el encabezado por el MNR, alianza que incluía al Partido
Revolucionario Auténtico (PRA), de Wálter Guevara Arze; a la Democracia
Cristiana; al Frente Revolucionario de Izquierda (FRI), de Óscar “Motete”
Zamora y a una fracción del MRTK.
La UDP no alcanzó
el “millón de votos naranjas”, como había machacado en su campaña, y el MNR
apareció demasiado cercano en los cómputos. Se produjo el llamado
“empantanamiento congresal” y la salida fue la elección del presidente del
Senado, Wálter Guevara Arze, como presidente transitorio que en un año debía
convocar a nuevas elecciones. Vino el golpe cruento del 1 de noviembre de 1979,
la “masacre de Todos Santos” y el efímero gobierno de Alberto Natusch Busch.
Manchado con la sangre del pueblo, este militar, al que algunos consideraban
“progresista”, se tuvo que ir por la puerta trasera del Palacio de Gobierno y
una vez más fue ensayada una salida transitoria: a Lydia Gueiler, presidenta de
la Cámara de Diputados, se le encomendó la misión de presidir nuevas elecciones
el último domingo de junio de 1980.
2. Eslabones de
una misma cadena: A menos de una semana de la posesión de Gueiler, García Meza
se resistió al cambio del Alto Mando militar recomendado por el Congreso
Nacional. Transaron nombrando a un tercero y enviando a García Meza a la
dirección del Colegio Militar. Pero, a punta de conspiraciones y motines,
consiguió al poco tiempo volver al cargo de Comandante del Ejército, con lo que
dobló la frágil mano de la Presidenta.
Esos mismos días,
Arce Gómez allanó el Ministerio del Interior y se llevó toda la documentación
de años de represión política, sin darle tiempo siquiera a reaccionar al recién
posesionado ministro Jorge Sélum Vaca Díez. Toda la caterva de torturadores,
matones y asesinos de la dictadura de Banzer habían sido reenganchados en la
Sección Segunda del Ejército, al mando de Arce Gómez.
El 22 de marzo
secuestraron y asesinaron salvajemente a Luis Espinal. Sélum fue obligado a
renunciar. La respuesta de todos los partidos e instituciones, menos el
banzerismo, fue organizar el Consejo Nacional de Defensa de la Democracia
(Conade).
Junio fue el mes
más violento. El 2 cayó el avión en Laja, murió toda la comitiva udepista,
menos Jaime Paz Zamora. El 7, un militar de la escolta presidencial ingresó
desafiante y borracho al dormitorio de la Presidenta. El 17 y 18, grupos
falangistas provocaron disturbios en Santa Cruz, hirieron al prefecto Wálter
Pereira Áñez y a dos periodistas. El 19, cerca de la medianoche, estalló un
explosivo en el restaurante Lido Grill, en la céntrica plaza Pérez Velasco de
La Paz, matando a dos inocentes parroquianos. El 26, día de cierre de campaña
de la UDP, arrojaron una granada de guerra sobre la multitud que bajaba por la
avenida 16 de julio; el saldo fue dos muertos y más de 50 heridos.
El 20 de ese
mismo mes, Banzer había dicho que las Fuerzas Armadas debían intervenir si
continuaban el caos y la anarquía. García Meza pidió la postergación de las
elecciones, y amenazaba con “sentarle la mano” a Marcelo Quiroga Santa Cruz por
llevar adelante en el parlamento un juicio contra Banzer y su régimen.
El expresidente
Alfredo Ovando Candia, parte de la cúpula de la UDP, informó que se había
enterado de que oficiales argentinos elaboraron un esquema de golpe nada menos
que como ejercicio académico en la Escuela de Estado Mayor de Cochabamba. Pese
a todo, las elecciones se realizaron y la UDP obtuvo un triunfo esta vez claro
e inobjetable.
A las dos
semanas, un pronunciamiento aparentemente aislado de la guarnición militar de
Trinidad motivó una reunión urgente e inocente del Conade en la sede de la
Federación de Mineros, donde funcionaba la Central Obrera Boliviana (COB) (los
únicos ausentes por su buen olfato eran los representantes del MNR). Cuando
Simón Reyes daba para Canal 7 una segunda lectura del comunicado que declaraba
la huelga general indefinida y el bloqueo de caminos (Juan Lechín ya lo había
hecho para los medios radiales y escritos), un grupo de paramilitares asaltó el
edificio. Quiroga Santa Cruz y Carlos Flores Bedregal fueron ametrallados en
las gradas, cuando salíamos manos en alto. Gualberto Vega Yapura, dirigente de
la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB), cayó en la
parte trasera. Dirigentes sindicales y políticos, además de periodistas, fuimos
detenidos y trasladados en ambulancias al gran Cuartel de Miraflores, donde
esperaba Arce Gómez en posición de mando. Otros grupos asaltaron emisoras de
radio y el Palacio Quemado. El golpe narcofascista se había impuesto. Lo que
hicieron en la fase preparatoria aquí descrita fue el preámbulo a los desmanes
que ejecutaron en su breve gestión de gobierno. Podría decirse que los 30 años
los tienen bien merecidos.
Publicado en La Razon el
21 de Julio de 2013
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