Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás
Bolivia es hoy un lugar de esperanza, esa esperanza que hace mucho tiempo nos dio pautas de su existencia en Nicaragua, El Salvador, o años antes en Cuba, esas revoluciones donde depositamos nuestras ganas de soñar con otro mundo. Hoy es Bolivia, es nuestra casa, son nuestros territorios, los territorios de la esperanza. Es probable que cuando estamos en la cotidianidad de cada una de nuestras ciudades o comunidades, no nos damos mucha cuenta de este hecho, porque el tiempo transcurre por nuestros zapatos y pisamos nuestras propias huellas y enfrentamos las decisiones a veces sin dimensionar su impacto en el mundo, como en 2003, cuando decidimos recuperar los recursos naturales como el gas para el pueblo. Hoy el mundo sabe que se pueden recuperar los recursos naturales de manos de las transnacionales a pesar de las amenazas. Estamos en un cotidiano de aplaudir los logros, protestar por las fallas; y seguimos nuestras vidas entre el trabajo, los amores, las preocupaciones, las amistades, la familia, las fiestas y demás. Pero, hermanas y hermanos en Bolivia, estamos alimentando los sueños del mundo.
Estoy participando de un espacio de artistas, activistas, intelectuales, movimientos sociales en Canadá (Montreal). Quiero decirles que es grande la expectativa y el interés que existe por lo que estamos haciendo en nuestra querida Bolivia. Todavía tengo en la piel el sabor de la cumbre de mujeres con miras al G77 realizada en mayo en Santa Cruz y me resuena en el oído las discusiones que tuvimos entre mujeres. Ciertamente estamos caminando, estamos construyendo. Posicionamos la despatriarcalización como una propuesta totalmente distinta a la equidad de género; todavía falta que se vaya comprendiendo la magnitud de este planteamiento y esta tarea, ese es el desafío ahora. Lo que me parece importante de evidenciar es que no fue organizado por las ONG, como en otros momentos cuando ellas definían agenda, quiénes participaban y quiénes hablaban. Gracias a las compañeras autoridades del Ejecutivo, del Legislativo y a las hermanas autoridades de las organizaciones sociales por las formas y metodologías de esta cumbre, y por supuesto cabe resaltar la presencia del feminismo aportando y alimentando los sueños.
Las tareas de la despatriarcalización constituyen otro gran aporte específico desde Bolivia, porque es aquí, en medio de este proceso de cambio, que se ha parido y hoy constituye un espacio de construcción permanente desde las mujeres. Este espacio sin embargo necesita que nuestros hermanos de las organizaciones sociales y también nuestros hermanos autoridades entiendan que las mujeres somos la mitad de cada pueblo, de cada organización social y de cada comunidad; y por eso solo la transversalidad diluye la acumulación lograda. La transversalización de la equidad de género era posible porque, además de política neoliberal, era una pequeña tarea. En cambio la despatriarcalización es una gran política pública que parte de las mujeres, pero que también implica un trabajo con nuestros hermanos hombres en las comunidades y organizaciones sociales.
Es el momento de dar un gran salto en la estructura del Ejecutivo y darle a la despatriarcalización el espacio ganado, y como hay que mandar obedeciendo, pues es importante que las organizaciones de mujeres nos movilicemos para lograr este cometido. ¡La lucha continúa!
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