Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Miguel
Guaglianone
La distribución geopolítica del mundo está cambiando cada vez más
rápidamente. La cada vez más evidente progresiva pérdida de poder de las
naciones centrales (EEUU y la UE) se confronta con la aparición de nuevos
protagonistas en la escena global, que buscan y generan conexiones y alianzas
para consolidar ese protagonismo.
China viene haciendo sentir ese protagonismo, más que con su discreta
actuación política a nivel internacional (que ha sido una característica
tradicional de las relaciones exteriores chinas desde el propio Imperio
Celeste), a través de su creciente e indetenible crecimiento económico, que la
han convertido en la segunda potencia del planeta, pisando los talones de los
Estados Unidos, siendo la poseedora del mayor volumen de Bonos del Tesoro
Estadounidense del mundo y una competidora triunfante a nivel industrial y
comercial.
El caso de Rusia es diferente, aunque la Federación (a partir de su
singular economía semiprivada–semiestatal) viene consolidándose como un
exportador importante (sobre todo en algunos sectores como los equipos
militares y las armas), sin embargo en los últimos tiempos –y bajo la hábil
conducción política de Vladimir Putin y sus allegados– ha venido generando una
gran capacidad para las relaciones internacionales y acrecentando con ello su
poder político. El mejor ejemplo de esto en los últimos tiempos fue su
intervención en el conflicto Sirio, con una audaz propuesta política que evitó
el ataque aéreo a ese país que ya había decidido la Casa Blanca, que dejó sin
argumentos al propio Obama y que cambió completamente la situación de todo el
conflicto sirio.
Sumadas a estas dos potencias, las naciones emergentes India, Brasil y
Sudáfrica conforman el grupo BRICS, una alianza estratégica que viene
fortaleciéndose a partir de nuevos acuerdos y decisiones, y que se va
constituyendo en un polo de poder capaz de enfrentar la hegemonía de las
potencias centrales (sobre todo la de los Estados Unidos).
En el caso de nuestra Latinoamérica, el indetenible proceso de integración
comenzado con el siglo está “en pleno desarrollo”, a través del afianzamiento
de los organismos multilaterales que nuestras naciones han creado. MERCOSUR,
ALBA, UNASUR y CELAC son las herramientas que van permitiendo las acciones
conjuntas de nuestros pueblos, abriendo el camino hacia el sueño de los
libertadores de la Patria Grande y formando a partir de esto otro nuevo factor
de poder en el ajedrez mundial.
Y es curioso como estos movimientos contrahegemónicos se van acercando unos
a otros, como atraídos por el propósito común de llevar al mundo hacia un
sistema multipolar de equilibrios geopolíticos y tienden a formar una red que
les permita potenciarse mutuamente.
El mundial de fútbol, el BRICS y las giras por Latinoamérica
Y no se trata solo de reflexiones teóricas, la final de la Copa del Mundo
realizada en Brasil contó con la presencia de por lo menos diez jefes de Estado
de todo el mundo. Y no por casualidad estuvieron entre ellos Vladimir Putin y
Xi Jinping, primeros mandatarios de Rusia y China.
Putin culminando una gira sin precedentes por países latinoamericanos que
comprendió a Cuba, Argentina y Brasil e incluyó una visita no programada a
Nicaragua. En el caso de Cuba la visita fue seguida a la decisión previa de
condonar el 90% de la vieja deuda que este país tenía con la Unión Soviética
desde la época de la Guerra Fría. Y la visita incluyó una entrevista personal
de Vladimir Putin con Fidel Castro, el líder histórico de la Revolución Cubana.
En el caso de Xi Jinping su gira latinoamericana comienza una vez
finalizado el Mundial e incluye a Brasil, Argentina, Venezuela y Cuba y es su
segunda visita al continente, un año después de haber estado en Costa Rica y en
México. Luego participará en la primera reunión de jefes de Estado del cuarteto
que coordina en este período la CELAC (Costa Rica, Cuba, Ecuador y Antigua y
Barbuda).
Ambos mandatarios participan en la sexta cumbre del BRICS que se realiza en
Brasil dos días después de finalizado el Mundial.
Todo este entrelazamiento de movimientos diplomáticos deja ver:
1) La importancia que Latinoamérica tiene hoy para China y para Rusia (por
razones políticas, económicas y comerciales)
2) La cada vez más consolidada existencia del BRICS y su relacionamiento
con Latinoamérica.
3) El acercamiento simultáneo entre los nuevos actores de la escena mundial
Y todo esto sucede ante la impotencia total de los Estados Unidos, para los
cuales Latinoamérica (a pesar de declaraciones de su Secretario de Estado) ha
dejado ya –por sus propios méritos– de ser su “patio trasero”, y que nada puede
hacer ante el crecimiento del poder del BRICS y la progresiva presencia a nivel
mundial de Rusia y China.
Como dijimos al principio, estamos en tiempos de grandes cambios en la
distribución del poder en el mundo y posiblemente a partir de esos cambios sea
posible mantener la esperanza que podamos evitar la destrucción del planeta a
la cual el sistema imperante nos está arrastrando a todos.
El reacomodo del poder mundial puede constituir (sin ninguna garantía de
que así será) una forma de ayudar a detener el suicidio colectivo con el que,
tanto el sistema económico como los factores de poder que han manejado el
planeta desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, vienen amenazando a la
Humanidad.
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