Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
La imagen de un padre y su hija ahogados al cruzar el río Bravo captura la tragedia de quienes arriesgan todo
Por
Azam Ahmed y Kirk Semple
CIUDAD DE MÉXICO — El padre
y la hija yacen bocabajo en las aguas lodosas de la orilla del río Bravo, la
pequeña cabeza de la niña metida dentro de la camiseta del hombre, un brazo de
la bebé colocado sobre el cuello de él.
El retrato de la
desesperación fue captado el 24 de junio por la periodista Julia Le Duc, en las
horas posteriores a que Óscar Alberto Martínez Ramírez murió junto a su hija de
23 meses, Valeria, cuando intentaban cruzar desde México hacia Estados Unidos.
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La imagen representa una
conmovedora muestra del peligroso recorrido que los migrantes enfrentan en su
paso rumbo al norte hacia Estados Unidos, y de las trágicas consecuencias que a
menudo transcurren de manera invisible en el escandaloso y ácido debate sobre
la política fronteriza.
La imagen recordó otras
fotografías poderosas y en ocasiones perturbadoras que han reactivado la
atención pública sobre los horrores de la guerra y el profundo sufrimiento de
las personas refugiadas y migrantes: historias personales que a menudo son
ensombrecidas por acontecimientos mayores.
Como la fotografía icónica
de un niño sirio cubierto de sangre que fue rescatado de entre los escombros en
Alepo después del ataque aéreo o la toma de 1993 de un niño pequeño que estaba
próximo a la inanición y un buitre cercano en Sudán, la imagen de un padre y su
pequeña hija que aparecieron a la orilla del río Bravo tenía el potencial de
despertar la conciencia pública.
A medida que la fotografía
se divulgó en redes sociales el 25 de junio, los demócratas en la Cámara de
Representantes de Estados Unidos se movilizaron hacia la aprobación de un
proyecto de ley de emergencia de ayuda humanitaria por 4500 millones de dólares
para abordar la difícil situación de los migrantes en la frontera.
Joaquín Castro,
representante demócrata de Texas y presidente del caucus latino, se mostró
conmovido mientras discutía la fotografía en Washington. Dijo que tenía la
esperanza de que marcara una diferencia entre los legisladores y el pueblo
estadounidense en general.
“Es muy duro ver esa
fotografía”, dijo Castro. “Es nuestra versión de la fotografía siria del niño
de 3 años muerto en la playa. Eso es lo que es”.
La joven familia
proveniente de El Salvador (Martínez, de 25 años, Valeria y su madre, Tania
Vanessa Ávalos) llegó el fin de semana pasado a la ciudad fronteriza de
Matamoros, en el estado mexicano de Tamaulipas, con la esperanza de solicitar
asilo en Estados Unidos.
“Es nuestra versión de la
fotografía siria del niño de 3 años muerto en la playa”.
JOAQUÍN CASTRO,
REPRESENTANTE DEMÓCRATA DE TEXAS
No obstante, el puente
internacional estaba cerrado hasta el lunes, les dijeron funcionarios, y
conforme caminaban a lo largo de las orillas del río, el agua parecía
manejable.
La familia iba unida
alrededor del mediodía del domingo. Martínez nadó con Valeria en su espalda,
metida dentro de su camiseta. Ávalos iba detrás de ellos, en la espalda de un
amigo de la familia, dijo a los funcionarios gubernamentales.
No obstante, mientras
Martínez se acercaba a la orilla opuesta, cargando a Valeria, Ávalos podía ver
que él se estaba cansando en las agitadas aguas. Ella decidió nadar de regreso
al lado mexicano.
De regreso en el lado
mexicano, volteó y vio a su esposo e hija, cerca de la orilla estadounidense,
hundirse en el río y ser arrastrados por el agua.
El lunes, sus cadáveres
fueron recuperados por autoridades mexicanas a unos metros de donde fueron
arrastrados río abajo, padre e hija todavía estaban en el mismo abrazo.
“Es muy lamentable que esto
suceda, muy lamentable que esto pase”, dijo Andrés Manuel López Obrador,
presidente de México, en la conferencia de prensa matutina del 25 de junio. Sin
embargo, a medida que más migrantes son rechazados por Estados Unidos, dijo,
“hay gente que pierde la vida en el desierto o cruzando el río Bravo”.
Las últimas semanas han
dejado en claro los peligros a lo largo de la frontera, aunque nada ha sido tan
gráfico como la muerte de Martínez y su hija.
El 23 de junio, dos bebés,
un niño y una mujer fueron encontrados muertos en el valle del Río Grande, al
ser superados por el calor extremo. Un niño pequeño proveniente de India fue
hallado muerto en Arizona hace unas semanas.
Tres niños y un adulto
originarios de Honduras fallecieron cuando su balsa se volcó hace dos meses
mientras cruzaban el río Bravo.
La disuasión ha sido la
estrategia predilecta entre los funcionarios estadounidenses que buscan frenar
la migración, incluso antes de que el presidente estadounidense, Donald Trump,
asumiera el cargo.
En 2014, el entonces
presidente Barack Obama presionó a México para hacer más después de que decenas
de miles de menores sin compañía llegaron a la frontera sur en busca de sus
seres queridos en Estados Unidos. Las detenciones en México se elevaron
drásticamente con el llamado Programa Frontera Sur.
No obstante, Trump, desde
el inicio de su campaña electoral, ha convertido el combate a la inmigración no
autorizada en una pieza central de su presidencia.
Su gobierno ha intentado
criminalizar a aquellos que ingresan a Estados Unidos de manera ilegal, separó
a padres de sus hijos y drásticamente redujo la capacidad de los migrantes de
solicitar asilo en Estados Unidos.
Más recientemente, su
gobierno ha impuesto un plan para enviar a miles de solicitantes de asilo de
regreso a México para esperar sus audiencias ante la corte.
Bajo la presión constante
de Trump, México ha aumentado su propio cumplimiento de las leyes migratorias
en los últimos meses.
Este esfuerzo se aceleró en
las últimas dos semanas como parte de un acuerdo que el gobierno de López
Obrador logró con Washington para evitar aranceles potencialmente paralizantes
a los productos mexicanos.
Hasta el 24 de junio, el
gobierno mexicano había desplegado a más de veinte mil elementos de las fuerzas
de seguridad a las fronteras sur y norte para intentar impedir el paso de
personas migrantes no autorizadas hacia Estados Unidos, dijeron funcionarios.
No obstante, expertos en
derechos humanos, activistas a favor de los migrantes y analistas de seguridad
advirtieron que la movilización podría llevar a los migrantes a recurrir a
rutas más peligrosas en su esfuerzo por llegar a Estados Unidos.
A pesar de todas las
políticas de línea dura, cientos de miles de personas continúan encaminándose
en el peligroso recorrido hacia Estados Unidos desde Centroamérica y otros
lugares.
Sin embargo, por cada
persona que decide comenzar el recorrido migratorio, ya sea a pie, a bordo de
camiones de carga o sobre el techo de vagones de tren, el miedo de lo que queda
atrás es mayor que el de lo que viene más adelante.
Algunos buscan escapar de
pandillas que han paralizado a la región y asesinan indiscriminadamente. Otros
buscan una salvación económica.
Tal era el caso de Martínez
y su esposa, que abandonaron El Salvador a principios de abril en un intento
por tener un nuevo comienzo en Estados Unidos, de acuerdo con Jorge Beltrán, un
reportero para El Diario de Hoy en El Salvador que entrevistó a algunos de los
familiares de la pareja.
“Fueron por el sueño
americano”, dijo Wendy Joanna Martínez de Romero, la hermana de Martínez, desde
su hogar en El Salvador.
Martínez renunció a su
trabajo en Papa John’s, en el cual ganaba 350 dólares al mes. Para entonces, su
esposa ya había dejado su trabajo como cajera en un restaurante de comida china
para cuidar a su hija.
La pareja vivía con la
madre de Martínez en la comunidad de Altavista, un complejo habitacional de
grandes dimensiones de pequeñas casas de concreto al este de San Salvador, de
acuerdo con Beltrán, el periodista.
Aunque Altavista está bajo
el control de las pandillas, la pareja no huía de la violencia, les dijo Rosa
Ramírez, la madre de Martínez, sino que era imposible sobrevivir como familia
con 10 dólares al día.
En efecto, familiares
realizaron una petición al público el 25 de junio para recaudar dinero para que
puedan repatriar los cuerpos de Martínez y Valeria. El costo se espera que sea
de unos 8000 dólares, una cifra inimaginable para los familiares de Martínez.
Horas después, el gobierno
salvadoreño aceptó cubrir el costo.
y Twitter: @escuelanfp
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