Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Freddy Morales
Huyen de la narcodictadura”, se repite en algunos medios de comunicación, algunas veces tomando como fuente agencias internacionales de noticias, cuando se refieren a los venezolanos que salen de su país en procura de mejores condiciones de vida. La regla general de las migraciones es precisamente la búsqueda de mejores condiciones de vida. Y lo hacen miles de personas cada día en muchos lugares del mundo, incluso poniendo en riesgo su vida. Las causas son la guerra y fenómenos naturales como las sequías. En el caso de Venezuela, es la guerra.
Apenas Nicolás Maduro fue elegido presidente constitucional, empezó la arremetida. Para derrocarlo utilizaron la archiconocida estrategia ejecutada por la CIA de EEUU contra Salvador Allende en Chile: la escasez. En Venezuela se empezó con el papel higiénico. La oposición y sus aliados consideraron que era la mejor forma de humillar a un gobierno que se declaraba socialista y cuyo líder, Hugo Chávez, había enfrentado y desafiado a la potencia estadounidense.
Casi de manera paralela a la escasez de papel higiénico, el gobierno de Barack Obama declaró a Venezuela un riesgo para la seguridad de los ciudadanos estadounidenses. Fue el santo y seña. La escasez de papel y una supuesta réplica de la “Primavera árabe” (supuestos jóvenes que se habían rebelado contra Maduro y que pretendían derrocarlo con violencia) no funcionaron, por lo que se acrecentó la escasez ya no solo de papel higiénico, sino también a la provisión de alimentos y medicinas. Fueron noticia las largas filas en los mercados, pero tampoco les dio resultado; por lo que la oposición política recurrió otra vez a la violencia extrema, incluso con la quema de personas vivas “por parecer chavistas”.
Entretanto, la democracia interna continuó su curso con elecciones como las legislativas en las que ganó la oposición y Juan Guaidó, autoproclamado presidente de Venezuela en enero de este año, fue electo. Aquel Parlamento, cuyas primeras acciones fueron declarar vacante el cargo de presidente e intentar cobrar a los beneficiarios de más de 1 millón de viviendas populares, continúa en funciones en plena “dictadura”.
Crecen las sanciones para provocar penurias en los ciudadanos venezolanos, todo preparado desde afuera y desde dentro, como la falta de circulante, la suspensión de los sistemas de tarjetas de crédito y débito, la escasez de alimentos, el boicot desde el Gobierno de Colombia para la importación de medicinas y alimentos adquiridos por el Estado venezolano.
En 2017, en Santo Domingo se negoció y llegó a un acuerdo con la oposición sobre las próximas elecciones. La oposición, a último momento se negó a firmarlo y no participó en las elecciones para deslegitimar el proceso. Estados Unidos, sus gobiernos aliados en el continente y la oposición Venezolana optaron por pasar de la estrategia del golpe a la de la guerra, y es lo que estamos viviendo desde hace meses en Venezuela, con la incautación de cuentas y empresas en el exterior, cerco financiero y los atentados a las plantas generadoras y distribuidoras de energía eléctrica, que incluso cortan el bombeo de agua potable por cañería a los hogares. Es una cadena de actos criminales para crear malestar entre los ciudadanos, con el fin de que terminen con su Gobierno.
Y solo un apunte sobre la “narcodictadura” que se atribuye a la administración de Maduro: Estados Unidos utiliza a Colombia como el principal desestabilizador del Gobierno venezolano. En territorio colombiano existen ocho bases militares estadounidenses y 208.000 hectáreas sembradas con coca (Bolivia tiene unas 24.000 ha y Perú, unas 40.000 ha). No cuesta adivinar quiénes mecen la cuna del narcotráfico.
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