Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Issac Bigio
Los presidentes de EEUU y Brasil se han reunido en Washington. Donald Trump y Jair Bolsonaro representan a los gobiernos del mundo con más territorios y habitantes que se ubican en la derecha dura. Los dos se jactan que ahora van a hacer un eje con similares políticas en el norte y sur del hemisferio occidental.
Bolsonaro apoya el muro contra México, más medidas contra los inmigrantes, el rechazo a lo políticamente correcto, el conservadurismo social y religioso, el apoyo a Netanyahu y a Jerusalén como “capital unida de Israel”, el apoyo de las petro-monarquías autoritarias arábigas y la dictadura egipcia contra el eje Irán-Irak-Siria-Líbano y los palestinos, la lucha común para extirpar al socialismo de las Américas, el incentivo a las privatizaciones y a las exoneraciones fiscales a las grandes empresas, el uso político de la Biblia contra los gays, el aborto y la “ideología de género” y la estrategia de hacer “grandes otra vez” a sus naciones mediante el estímulo de las grandes inversiones privadas y el fortalecimiento de su aparato militar.
Bolsonaro ha conseguido el beneplácito de Trump para solicitar el ingreso de Brasil en la OTAN, para ser la segunda república latinoamericana (después de Colombia) en entrar a dicha alianza originalmente enfocada en contra del Moscú soviético y hoy devenida en un instrumento contra la nueva Rusia, China, Irán y, posiblemente, Venezuela.
El llamado “Trump tropical” hubiese querido que su país trasladase su embajada en Israel a Jerusalén, que EEUU pueda tener una base militar en Brasil y lanzarse junto a Colombia y EEUU a una invasión sobre Colombia, pero las Fuerzas Armadas del Brasil le han puesto peros, pues no quieren acabar supeditando su poderío al de Norteamérica ni quieren romper sus relaciones con el mundo musulmán, ni arriesgarse a una guerra que podría desestabilizar el continente.
No en todo ambos mandatarios pueden concordar, pues China sigue siendo el enemigo central de Trump, mientras que Bolsonaro sabe que el gigante asiático hace tiempo y por mucho ha desplazado a EEUU como su principal socio comercial, y eso es algo que él debe poner en la balanza de su política internacional.
Trump confiesa estar detrás de la catástrofe venezolana.
En la conferencia de prensa que dio Trump él dijo con respecto a Venezuela: “Diría que hemos impuesto sanciones justo en el medio, pero podemos ser mucho más duros si necesitamos hacerlo”.
“Lo que está pasando ahí es una desgracia. Era uno de los países más ricos del mundo y de repente está sumido en el dolor y la pobreza, sin alimentos, sin agua, sin aire acondicionado, sin nada”.
Esto último es bastante aleccionador, pues Trump anda festejando y reconociendo el hecho de que han logrado hacer colapsar la economía y el servicio de agua y de electricidad en esa república, mientras que sus voceros le echan la culpa del megaapagón venezolano a Maduro.
Encima, dice que van a aplicar sanciones “mucho más duras”, tras haber sancionado a la empresa estatal minera venezolana Minerven, y luego de haber requisado Citgo, la petrolera estatal venezolana en EEUU, la cual bordea los $20.000 millones entre sus actividades y las utilidades anuales que deja y los $1.200 millones en reservas de oro en el Banco de Inglaterra, de castigar a bancos y países que compren petróleo y productos a Venezuela, y de haber ocupado sedes diplomáticas de Venezuela en EEUU, contrariando el derecho internacional.
Si Trump se apiadara de los venezolanos tan empobrecidos, él levantaría esos embargos, pero se enorgullece de poner más y más, y deja entrever que él está detrás del mayor megaapagón que haya sufrido cualquier gran país en tiempos de paz.
Ya Trump no llama al pueblo venezolano a que se levante contra Maduro, pues a este castiga, sino a sus militares. Él pareciera creerse Dios o Moisés lanzando las 10 plagas contra Venezuela, pero no para presionar a que el faraón deje libres a los esclavos israelitas, sino para que los uniformados venezolanos remuevan al presidente electo en las urnas por uno que nunca ha participado en ninguna elección general, pero que ha sido designado por Trump como su presidente.
Nuevo eje ultraconservador
Y mientras esto ocurre en Brasil el mandatario sudamericano más votado que haya tenido ese país, Latinoamérica y el hemisferio sur, Lula, sigue en la misma cárcel que lo puso el actual superministro de Justicia de Bolsonaro, y aparecen evidencias que ligan al asesino de la activista negra socialista Marielle Franco con Bolsonaro.
El nuevo eje Washington-Brasilia va a cambiar la política regional y mundial. Si a principios de este milenio Brasil creó un contrapeso a EEUU en la región impulsando la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) y la Comunidad de Estados de Latino América y el Caribe (Celac) y tejiendo relaciones con otras potencias emergentes (como el famoso BRIC, Brasil-Rusia-India-China), ahora el gigante sudamericano vuelve a alinearse con el gigante norteamericano, como pasó durante la mayor parte del siglo XX.
Este eje ha de precisar ir golpeando a México, el cual tiene un nuevo presidente independiente muy popular, pero empezando con remover gobiernos “socialistas” en Venezuela, Nicaragua, Cuba, Bolivia y las Antillas, si es posible mediante levantamientos internos, o sino mediante acciones militares.
Brasil, de entrar a la OTAN se convertiría en su segunda potencia tanto a nivel de población como de economía, pero seguramente entraría como miembro no pleno con el mismo status que Colombia, y buscando contrapesar el creciente distanciamiento de Turquía. Nunca antes la OTAN entró a Latinoamérica y el hecho que los dos países más poblados de Sudamérica se estén incorporando puede implicar tratados de defensa militar mutua, lo cual puede preparar el peligro de guerras contra Venezuela o en la región como no se habían visto antes (...) como aquellas que se dieron entre Chile, Perú y Bolivia, o entre Brasil, Argentina, Uruguay contra Paraguay (al cual lo destruyeron).
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