Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Camilo
Katari
Está
bien claro que nadie redacta o publica noticias ingenuamente y que si lo hace
en el ejercicio de informar acontecimientos (objetivos y subjetivos) pesan
decisivamente la posición y el compromiso del medio y el público al que le
llega dicha información. Ese periodismo que corresponde a intereses de las
grandes corporaciones, que favorece a una élite empresarial es el periodismo
que busca formar parte de ese entramado oscuro, cuya intencionalidad perversa
está dentro de lo que se vino a llamar ‘Guerra de Cuarta Generación’, porque
ése es su fin.
El
presidente del Tribunal Supremo de Justicia, José Antonio Revilla, abrió de
nuevo el debate y lo que dijo respecto a la prensa retrata una verdad
inocultable y que a todas luces tiene el mismo sentido de quien también refleja
su propia libertad de expresión, que esa libertad no es pues única y
propietaria de los periodistas.
Seguramente
a más de un periodista le sacó ronchas y le dolió que un jurista diga con
claridad, alejándose por un momento en su discurso, que hay pues una prensa,
hay periodistas que entran al juego sucio de la mentira, de la tergiversación y
la manipulación.
Además,
opinó que la Ley de Imprenta, que regula el trabajo de la prensa, debe ser
actualizada ya que está vigente pero no puede ser operativizada con los jurados
de imprenta. Es más, perfiló que esa modernización debiera darse “conciliando
el derecho a la libertad de expresión, el derecho a la información y, sobre
todo, el derecho a la dignidad de la persona”.
Es
muy digno de un abogado que se pronuncie y tenga los cojones para opinar como
parte del ejercicio de la libertad de expresión, al que también tiene derecho y
no sólo el gremio de periodistas, quienes dicen ser sus “propietarios”, tal
como pasa con los sacerdotes y obispos que creen que Dios es sólo para ellos,
como si fuesen ellos únicamente sus dueños y propietarios.
Pero
sí conviene revelar a quienes iba dirigido ese mensaje, sin duda que es a algunos
periodistas de Sucre. Se trata de un periodismo que desde hace más de 10 años
está en decadencia, el que se practica sin límites, en los niveles más
perversos de irresponsabilidad del manejo ético y periodístico, es lo más
degradante que puede haber, que calumnia y que hace de la mentira y la
denigración sus mejores armas. Los elementos centrales del discurso de Revilla
contra la prensa no están lejos de convertirse en reveladoras verdades que los
propios periodistas pretenden alejarnos con su aparente muestra de ser los
impolutos, convencidos de que son la única verdad y la conciencia del pueblo;
sagrados e intocables porque se escudan detrás de su decantado pretexto del
“derecho a la libertad de expresión”.
Alguien
con criterio nos decía: “Desde que se inventó la imprenta, la libertad de
prensa es la voluntad del dueño de la imprenta”. Hoy en día la voluntad de los
dueños de estos medios offshore, que ni siquiera responden en muchos casos a
capitales nacionales.
Esos
periodistas ligados a esos medios de comunicación, fieles a su costumbre
sensacionalista, agitan banderas de la mentada “libertad de expresión”, se
martirizan, tiran la piedra y luego la esconden como tratando de legitimar su
“todo vale” bajo respaldo de sus dirigencias atrincheradas en la ANP.
Son
los mismos que agitaron desde sus informativos las famosas marchas del Tipnis y
en las que se inventaron muertos, que inventaron mentiras con el hijo del
Presidente, el ‘gasolinazo’ y otros casos más. Todos estos hechos sirvieron
únicamente para colocar sobre el escenario mediático los temas más
“relevantes”, como si estuvieran autorizados a funcionar al nivel de un
tribunal. A su libertad de agresión le llaman “libertad de expresión”.
Nos
hablan de equilibrio, de pluralidad en el manejo informativo; sin embargo, ya
han tomado partido, defienden posiciones claramente políticas y en el fondo
favorecen los intereses económicos, todo eso se lo evidencia cuando los invitan
a sus entrevistas y en tiempos de campaña electoral manejan la estrategia de
alfombra roja en sus revistas.
Lamentablemente,
para ellos, el pueblo les va demostrando que están equivocados, se han
convertido en piezas de un engranaje que es aceitado con la lisonja fácil y las
palmadas en la espalda, estímulo propio de un patrón a su pongo.
Esta
nueva camada de periodistas u opinólogos hacen coro a los libretos entregados
en las embajadas del norte, amplifican sus chismes y rumores, en ningún momento
se ocupan de demostrar el origen de los acontecimientos perversos y su objetivo
central, seguir con la línea del desgaste y terminar con el único proceso
exitoso de una revolución en democracia.
Para
terminar, aquí va una de Luis Espinal en su faceta de periodista, que en sus
Oraciones a quemarropa nos recordaba que la tarea de un periodista nos marca
otros desafíos, si queremos “gastar la vida” como lo hizo Lucho hasta su
muerte: “Somos antorchas que sólo tenemos sentido cuando nos quemamos;
solamente entonces seremos luz… Líbranos de la prudencia cobarde, la que nos
hace evitar el sacrificio y buscar la seguridad…”.
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