Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Julio
C. Gambina
México
y Brasil tienen nuevos gobiernos y animan el debate del rumbo de la región, con
Cuba cumpliendo 60 años de revolución contra el orden capitalista. ¿Cambios
reformistas, reaccionarios o revolucionarios para la región?
Venezuela
y Nicaragua están en el centro de la ofensiva de la OEA, es decir, de EEUU y
los gobiernos afines del continente, los que predican el libre comercio, aun
contra la diatriba discursiva proteccionista desde Washington.
Bolivia
encara un tiempo electoral en donde se discute el proceso de cambio inaugurado
en 2006.
Gobiernos
de derecha y “pro mercado” se afianzan en varios de los países en la región,
incluso algunos de los que protagonizaron la oleada reformista.
Nuestramérica
está convulsionada y en debate, no solo por sus procesos nacionales y/o
regionales, que involucra el proceso de integración o de desintegración, sino
por lo acontece en el mundo, especialmente con Donald Trump en el gobierno de
EEUU y su política “nacionalista” con tasas de interés en alza.
Una
política exterior estadounidense que en lógica imperial se extiende sobre todo
el continente y por ende recela de la presencia de China, de creciente peso
comercial, económico, y financiero en la región.
El
marco de los debates sobre el rumbo ocurre en momentos de crecimiento pobre de
la economía mundial, con desaceleración de la evolución económica regional,
afectando derechos económicos sociales ganados con luchas históricas de los
pueblos.
Lo
que está en juego es la cotidianeidad y la satisfacción de las amplias
necesidades de la sociedad y por eso nos interesa discutir hacia dónde vamos en
la construcción del orden económico y social.
Tal
como señalábamos al comienzo nos interrogamos si es este un tiempo de reformas
como supone el nuevo gobierno mexicano; de contra reformas sugeridas con la
asunción del gobierno brasileño; o de confirmación de perspectivas que emanan
de los 60 años de revolución en Cuba.
¿Hacia
dónde va Nuestramérica?
El
cambio de siglo, del XX al XXI, estimuló el debate y nuevos procesos emergieron
discutiendo la tradición conservadora por décadas, especialmente el consenso
neoliberal desde los 80 del siglo pasado.
La
novedad era el horizonte socialista que amplió la solitaria experiencia
anticapitalista y por el socialismo expresada por Cuba desde 1959/61.
En
el lenguaje político apareció el horizonte del socialismo del siglo XXI en
Venezuela, o el socialismo comunitario en Bolivia; junto a caracterizaciones
constitucionales por el Vivir Bien o el Buen Vivir, en Bolivia y Ecuador
respectivamente.
También
emergieron propuestas de distribución del ingreso compatibles con procesos de
integración novedosa, que incluyeron propuestas inconclusas de una Nueva
Arquitectura Financiera, e incluso mecanismos de cooperación para renovados
proyectos productivos y de desarrollo en ámbitos que esperan mejor oportunidad
para su concreción, especialmente en materia alimentaria o energética.
Nuestramérica
apareció como una identidad que recuperaba una perspectiva emancipadora por más
de doscientos años y con capacidad para interactuar con la tradición ancestral
de los pueblos originarios.
Por
eso destacamos la experiencia que incluyó la emergencia de nuevos sujetos que
visibilizaron la complejidad de la lucha social, política y cultural de nuestro
tiempo.
Destaca
en ese sentido el movimiento originario, indígena y campesino, de larga
trayectoria en la confrontación civilizatoria, especialmente en los países
andinos, ampliando la territorialidad de la lucha indígena y constituyéndose en
fenómeno visible de carácter continental y global desde el proceso de cambio
político boliviano desde 2006.
En
ese orden surge a la consideración social la lucha de las mujeres y el
movimiento feminista en sus diversas corrientes y acepciones, con
reivindicaciones por la igualdad de género y en contra de toda discriminación
sexual. El movimiento adquirió una dimensión cultural que atravesó a toda la
sociedad gestando un salto en la socialización de una reivindicación que
aparecía de minoría y particular para transformarse en social y general.
Del
mismo modo adquiere relevancia la lucha ambiental y en defensa de los bienes
comunes, contra el modelo productivo y de desarrollo que afecta y depreda a la
Naturaleza y la condición de la vida sobre el planeta, e involucra las consideraciones
sobre el hábitat, la urbanización y la colonización y subordinación al
capitalismo y al consumismo de la vida cotidiana, en el campo y la ciudad.
La
complejidad de la lucha social, política, económica y cultural diversificó la
tradición de la confrontación de clases, de la contradicción entre el capital y
el trabajo, para adquirir desde allí otras y articuladas dimensiones que
desafiaron el orden vigente, componiendo una nueva singularidad al conflicto
social y la lucha de clases.
Mirando
el panorama actual, la revolución continúa siendo un sueño eterno,
parafraseando a Andrés Rivera, el escritor que recuperaba las expectativas a
comienzos del Siglo XIX, en Haití o Sudamérica, y que nosotros proyectamos en
los procesos vividos en 1959 en Cuba, en 1979 en Nicaragua, y con matices y
especificidades en tiempos recientes en todo el continente.
Un
sueño que se funde con diversas expectativas por reformas sociales, las que
alimentan un debate de época sobre reforma y revolución, e incluso de contra
reforma, y nos convoca a resolver el interrogante sobre el presente y el futuro
del rumbo en la región latinoamericana y caribeña.
¿Es
posible la lucha por la igualdad bajo el capitalismo?
Más
allá de la revolución o las revoluciones, el Siglo XXI generó expectativas de
distribución del ingreso y satisfacción de necesidades de los sectores más
vulnerables.
Desde
la CEPAL se fundamentaron indicadores socioeconómicos que daban cuenta de una
mejora en la distribución del ingreso, pero no necesariamente de la riqueza. La
ilusión de la reforma del capitalismo ganó espacio en la política y anima
nuevas y renovadas ilusiones para repetir la experiencia, más allá del accionar
reaccionario de los sectores hegemónicos y dominantes.
La
política social masiva apareció en escena y morigeró los efectos más nocivos de
la concentración de ingresos y riqueza. Se trató de una política social masiva
que trascendió procesos nacionales del “giro a la izquierda” y que se
generalizaron más allá de la orientación de derecha o de izquierda de los
gobiernos.
Es
más, en plena ofensiva actual de las derechas, la masividad de la política
social no mengua, sino que se amplía en la perspectiva de contener el conflicto
social.
Bajo
esas condiciones de articulación de una perspectiva de reforma y revolución,
los tiempos de revancha y contra reforma no se hicieron esperar y la hegemonía
política conservadora y tradicional disputó el consenso de la sociedad.
Lo
hizo con golpes blandos, apoyados por Parlamentos o sistemas judiciales, o
electoralmente por la vía de la manipulación mediática.
Para
esto se empleó a los tradicionales medios de comunicación, monopólicos,
privados o públicos, junto a nuevas redes sociales emergentes, permeadas por
una religiosidad e ideología individualista del “sálvese quien pueda”,
funcional a la lógica de la dominación capitalista, con eje en la seguridad
personal.
El
orden capitalista busca así la normalidad de su funcionamiento, es decir, de la
ganancia y la acumulación, alejando la realidad de cualquier perspectiva
revolucionaria o reformista.
Ya
no acude a la tradición del golpe cívico militar; sino a novedosos mecanismos
asentados en la manipulación del consenso social, incluso falseando la
realidad.
Lo
que pretendemos discutir es el orden democrático y económico en curso y en su
conjunto, lo que supone analizar el horizonte de confrontación por la igualdad,
junto a la libertad de elegir y gobernar.
No
alcanza con la lucha por la igualdad, la distribución del ingreso y la riqueza,
si al mismo tiempo no se cuestiona el orden político y cultural bajo sus formas
democráticas realmente existentes, lo que implica superar el carácter electivo
de la democracia para abordar mecanismos de protagonismo de la comunidad en la
toma de decisiones.
En
Nuestramérica hubo un tiempo en donde las contradicciones aparecían entre
dictaduras o democracias constitucionales, pero que ahora, tras la fachada de
gobiernos constitucionales que estabilizan el orden capitalista, se requiere
discutir una estrategia integral de la economía y la política, de la igualdad y
la libertad para resolver las demandas de una mayoría empobrecida y explotada.
Derechos
económicos y políticos para un futuro de liberación
Se
necesita un horizonte de discusión sobre los contenidos de la emancipación, al
mismo tiempo que se debaten las formas de la participación política de la
sociedad.
La
soberanía alimentaria, energética o financiera demanda la soberanía en las
formas decisorias sobre la cotidianeidad. La comunidad necesita expresar los
rumbos de los contenidos y formas para resolver necesidades insatisfechas.
No
es solo economía o política, sino economía y política; modelo productivo y de
desarrollo, de formas de convivencia de la sociedad en nuestro tiempo, en una
búsqueda de superación del debate coyuntural. Por eso no alcanza con la
discusión contenida en procesos electorales limitados al campo de lo posible
que recreen momentos anteriores de la construcción social.
En
rigor, los cambios provienen de nuevas prácticas desplegadas en el movimiento
de la sociedad, que pueden modificar la conciencia colectiva y así, desde la
hegemonía cultural intentar institucionalizar nuevas modalidades en la
producción, la distribución, el cambio y el consumo, bajo modalidades de
protagonismo y participación ampliada en la toma de decisiones sobre el orden
político, económico, social y cultural.
Pretendemos
señalar que no habrá distribución del ingreso y menos de la riqueza, o nuevo
orden económico, si no se modifica en simultáneo la política, o sea, el
ejercicio de la soberanía del pueblo.
Buenos
Aires, 2 de enero de 2019
-
Julio C. Gambina es Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y
Políticas, FISYP.
Síguenos en Facebook: Escuela Nacional de Formacion Politica
y Twitter: @escuelanfp
Regístrate también en nuestro canal en Telegram
Comentarios
Publicar un comentario
Escriba sus comentarios