Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Ernesto
Che Guevara
Nos
hemos reunido aquí, en este Palacio de Gobierno, para responder conjuntamente a
la gran interrogación que se ha formulado. ¿Es que este Gobierno Revolucionario
y este pueblo que está aquí cederá ante las presiones extranjeras? ¿Claudicará?
(Gritos: ¡No!, ¡no!) ¿Dejará que poco a poco se vayan marchitando sus leyes
revolucionarias? ¿Y logrará así la benevolencia que están ofreciendo en la otra
mano, la que no empuña el garrote, o bien este pueblo y este Gobierno unidos se
levantarán como un solo hombre frente a la agresión y harán coraza de sus
pechos para defender lo que tanta sangre y tanto sacrificio ha costado? La
propia presencia multitudinaria de hoy es la respuesta que todos conocíamos. El
pueblo de Cuba frente a la agresión sabe elegir su camino de sacrificio, de
sangre, de dolor, pero de victoria. Una vez más se plantará frente a los
traidores, se plantará frente a la agresión y dará un paso adelante, otro más,
lo que le sitúa bien al frente de todos los países de América. En esta lucha
que estamos todos realizando para salvarnos de las cadenas coloniales.
Hoy
aquí con esta respuesta de ustedes se está defendiendo más que una causa
nacional, más aún que la causa del pueblo de Cuba y lo noble que es esta causa,
se está defendiendo la causa entera de América, se está mostrando a los pueblos
de todo el Continente lo que puede hacer un pueblo cuando está unido. Nuestra
respuesta, compañeros, es histórica... frente a la traición, a la ignominia,
frente a la fuerza bruta, al ametrallamiento brutal, respondemos una vez más
con un paso al frente, respondemos que seguiremos en nuestro camino
revolucionario y que no habrá invasiones de tiranuelos de América ni traidores
a sueldo que logren doblegar a la Nación cubana. Pero ¿por qué se ha producido
todo esto y por qué necesitamos una vez más reunirnos aquí? Todos lo sabemos,
es decir: estamos dispuestos a seguir en nuestro camino revolucionario. Se ha
producido porque esta Revolución, que nunca mató un prisionero de guerra, que
nunca tomó la menor medida contra ningún periódico insolente, que permitió los
más desaforados e ignominiosos insultos, fue demasiado clemente porque ha
permitido que los enemigos de dentro y de fuera desarrollaran sus campañas.
Estábamos
ciertos, como lo estamos ahora, y ahora más que nunca, que el pueblo no iba a
ser engañado, pero ellos sabían también que jugar a la Revolución y al
terrorismo era una tarea sencilla y sin riesgo, que estos señores podían venir
en aviones y entregarse al primer tiro y podían obtener la clemencia, la
benevolencia del Gobierno Revolucionario. Tan es así, que han venido en días
pasados a cometer el más extraordinario crimen que recuerda la América contra
un pueblo pacífico, desde la más grande potencia de todo el Continente, con la
anuencia interesada de uno de los Estados mayores y más fuerte de América, de
donde vinieron aviones asesinos, violaron el cielo cubano y sembraron de
víctimas la Capital de nuestra República. Después vienen las quejas hipócritas,
después los periódicos hablan no del terror que implantó Pedro Díaz Lanz con su
«hazaña» (gritos de: «fuera, fuera») ... nada de la traición, nada del
ametrallamiento, sino del peligro del comunismo que hay aquí.
Ellos
no han tenido una palabra de reproche para el asesino, sino palabras de
condenación para los que defienden la Revolución, para los que defienden a todo
el pueblo de Cuba, y por eso estamos aquí reunidos. Curiosamente, el mismo día
en que se perpetra la agresión contra Cuba desde bases extranjeras, un comandante
de nuestro Ejército inicia también el camino de la traición (gritos de:
«fuera») y se viste esa traición con el mismo manto que todos los hipócritas y
todos los traidores, con el ropaje del anticomunismo que usa Jules Dubois, que
usa el Time y que usan los monopolios extranjeros, que usa el periódico Avance
y que usa el Diario de la Marina. Y al amparo de la libertad que hay en este
pueblo, publicaban sus cartas de renuncias insidiosas, y la señora de Hubert
Matos se permitía dudar, en carta pública, que su marido fueras asesinado en
una celda. Nosotros, que hemos muerto a quienes teníamos que matar, de frente a
la opinión pública de América entera y mostrando la verdad de nuestra causa,
que nunca hemos asesinado, que nunca hemos maltratado un solo prisionero de
guerra en los momentos más difíciles, ahora estábamos acusados de intento de
asesinato en una celda, de intento de asesinato a quien podíamos llevar al
paredón por traidor a la Revolución. (Gritos y aplausos.)
Lo
que no saben esos traidores de aquí dentro y lo que no saben los agresores de
afuera es que aun siendo inmenso el poder de este pueblo, no está solo; que no
tendrán que agredir solamente a la isla de Cuba, situada en el mar Caribe, de
seis millones de habitantes y ciento diez mil kilómetros cuadrados. Ellos no
saben que tendrán que agredir también a un continente que empieza en el Río
Bravo y acaba en el mismo Polo Sur, de 160 millones de habitantes y
veintitantos millones de kilómetros cuadrados. Y parece que no saben tampoco
que más allá de los mares, la fuerza incontenible del movimiento revolucionario
ha sacudido los pilares coloniales en el Asia y en el África y que hay más de
mil seiscientos millones más de seres que nos apoyan con todas sus fuerzas. Lo
que ellos ignoran es que están solos, lo que ignoran es que son el pasado en la
Historia que avanza siempre y que no se repite y por eso, porque no se repite,
nosotros no seremos Guatemala, nosotros somos Cuba, la que se yergue hoy a la
cabeza de América, la que muestra a sus hermanos de Latinoamérica cuál es el
camino de la liberación y la que responde a cada agresión y a cada golpe con un
nuevo paso, con una nueva Ley Revolucionaria, con una más encendida fe del
pueblo en los altos destinos de nuestra nacionalidad. (Aplausos.)
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