Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Antonio Peredo Leigue
El Gobernador de Oruro, muy
alarmado, hizo un anuncio curioso: potosinos estaban ingresando a territorio
orureño para explotar la piedra caliza en la zona de Escoma. Un anuncio de ese
tipo, tiene que estremecer. Si un potosino es ilegal trasponiendo el límite
entre los dos departamentos, ¿qué ocurrirá con un beniano pidiendo una
concesión minera en Oruro? Pareciera que los límites han asumido la categoría
de fronteras.
Todo comenzó, si lo recuerdan,
con el anuncio de instalar una fábrica de cemento en esa zona. Una antigua
imprecisión de límites –como ocurre en casi todo el país- fue el detonante para
que orureños y potosinos reclamaran soberanía sobre ese territorio.
En la misma línea está la disputa
entre Chuquisaca y Tarija respecto a la conexión entre dos yacimientos de
gas–Margarita y Huacaya- que, por tanto, tendrían que compartir regalías. En
Tarija han declarado que no admitirán tal posibilidad y anuncian que defenderán
la propiedad de Margarita con todas las acciones que sean necesarias.
De hecho, el entredicho de Tarija
con Chuquisaca, está tapando la disputa que se daba entre dos provincias
tarijeñas, por el mismo tema de Margarita.
Más grueso es la disputa por el
lineamiento limítrofe entre Beni y Cochabamba, por la inclusión del Parque
Nacional Isiboro Sécure en uno y otro departamento. El mapa escolar de Bolivia,
que sigue siendo el mismo desde 1947 y quizá mucho antes, traza una línea
punteada entre los dos departamentos, señalando una imprecisión en ese
distrito. En las elecciones municipales y prefecturales de 2004, la Corte
Departamental Electoral del Beni publicó un folleto con resultados finales,
incluyendo el Parque, en su totalidad, como parte del Beni, lo que demuestra
que es cuestión de imponer posiciones.
Podríamos seguir nombrando casos
de municipios enfrentados, provincias y departamentos con reclamos que derivan
en violencia muchas veces. Mientras tanto, ¿qué pasa con nuestras fronteras?
Porque fronteras son las que nos separan de los países vecinos. Comisiones
mixtas hay con Brasil y algún otro país. Buscamos soluciones consensuadas y,
como lo dice nuestra Constitución, no declararemos la guerra en ningún caso.
Pero, internamente, la amenaza inmediata es declarar la guerra.
El Gobernador de Oruro, que ha
tenido un comportamiento mesurado, a lo largo del conflicto por esa fábrica de
cemento, hizo una advertencia que parece el reclamo ante un enemigo. Pero,
repetimos, no es un solo caso. El problema se extiende por todo el país.
En el proceso de revisión de la
Constitución Política del Estado, la oposición quería que se ponga el número de
departamentos y se los designe por su nombre. A partir de ahí, era imposible
plantear un mejoramiento de la división política que tenemos. Cosa similar se
establece en algún borrador de estatuto autonómico que señala el número y los
nombres de las provincias que tiene el departamento en cuestión. Con esa
postura, se está creando problemas a futuro y, como lo vemos, un futuro muy
cercano.
Hagamos cuentas. Nos peleamos
entre nosotros por lindes y límites. Dejamos a la discusión internacional el
tema de fronteras con los vecinos. Perdemos. Y perdemos como país, como
departamento, como provincia y como municipio. Si no hay conciencia nacional,
si no hay conciencia de que la soberanía es nacional, nada es nuestro, porque
nada es boliviano.
Debemos encontrar soluciones. Los
conflictos internos deben tener un arreglo y uno general. Intentar resolverlos
particularmente, como si fuesen temas especiales, es el peor camino que podamos
elegir. Una reunión de municipios debiera acordar regirse por los límites que
señale un organismo aceptado por todos. Para fijar esa delimitación, tal
organismo requiere de fondos que, los municipios deben proporcionar de acuerdo
a sus ingresos. Los 327 municipios del país, con sus jurisdicciones
delimitadas, cubren todo el territorio nacional. Si sabemos que tantos y tales
municipios corresponden a éste o aquel departamento, será mucho más fácil
establecer los límites departamentales.
Por supuesto, será preciso que
una reunión de Gobernadores ratifique el compromiso de los municipios,
aceptando los límites que corresponden.
Hasta ahí, el tema de la tierra,
de la superficie. Habrá que buscar soluciones a la explotación de los recursos
con que contamos en cada piso ecológico. Lo que contiene el Salar de Uyuni,
como cualquier otro recurso no renovable, es propiedad de todo el pueblo
boliviano, no de éste o aquél departamento y mucho menos de uno u otro
municipios. Es de todos y debe ser explotado en beneficio de todos. Tal es el
principio básico. Las regalías que percibe el departamento donde se sitúa el
yacimiento de tal o cual recurso, es sólo una forma de apoyar el desarrollo de
esa región. No es, no puede ser, una ganancia o una renta de ese distrito.
Tendrá que reconocerse un organismo nacional, para determinar con precisión esa
distribución. Si, en principio, hubo una otorgación que, más adelante, resulta
revisable, es poco serio sentar dominio sobre algo que pertenece a todo el
pueblo boliviano.
Hemos soportado, durante casi dos
siglos de vida republicana, una estructura de país que no se diferenció mucho
de la estructura colonial. Si hablamos de descolonizar, comencemos con los
hechos importantes. Discutir porque el charango se inventó en tal o cual
cantón, mientras seguimos soportando la estructura económica colonial y,
además, la defendemos como patrimonio, quiere decir que no queremos cambiar de
mentalidad.
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