Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Sergio Pascual y Gisela Brito
La
situación de bloqueo entre el Poder Ejecutivo y el Congreso, que viene marcando
el pulso político del Perú parece haber llegado a un punto de no retorno tras
el cierre del Congreso decretado por Martín Vizcarra.
Nuevamente
se agitan las aguas de la política peruana. La situación de bloqueo entre el
Poder Ejecutivo y el Congreso, que viene marcando el pulso político del país en
los últimos años, parece haber llegado a un punto de no retorno. El presidente
Vizcarra decretó el cierre del Congreso haciendo uso del artículo 134 de la
Constitución Nacional, al enteder que el Parlamente dio por rechazada la
tercera moción de confianza presentada por su gobierno. El cierre del Congreso
conlleva la convocatoria de elecciones parlamentarias para el 26 de enero de
2020. Lejos de acatar tal decisión, el Congreso contraatacó votando la
“suspensión temporal” del presidente y juramentando como nueva presidenta de la
república a Mercedes Áraoz, representante del poder económico aglutinado en la
Confiep (Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas),
exministra de economía de Alan García y exfuncionaria del Banco Mundial, quien
hasta ayer ocupaba la Vicepresidencia de la República.
Se
abre ahora un periodo de incertidumbre en el que el pulso entre el Ejecutivo y
el Congreso se dirimirá dependiendo de la correlación de fuerzas y los
posicionamientos que adopten a) el poder económico, b) las fuerzas armadas, c)
la ciudadanía movilizada, d) los actores internacionales (embajada de EE. UU.,
OEA) y e) el Tribunal Constitucional, que podría tener que dirimir si es
constitucional el cierre del Congreso decretado por Vizcarra o si prevalece el
argumento de la mayoría parlamentaria fujiaprista que sostiene que el
presidente no estaba habilitado para activar tal mecanismo.
¿Cómo
hemos llegado a este punto? Para entenderlo hay que explicar, al menos, dos
particularidades del sistema político peruano. La primera, de largo aliento,
apunta al hecho de que Perú dispone de un modelo institucional muy expuesto a
situaciones de bloqueo entre los poderes Ejecutivo y Legislativo como la que se
vive hoy. Efectivamente, con una Presidencia con poderes limitados frente a un
Congreso adverso que funge de “perro del hortelano” (ni come ni deja comer) la
situación deriva en bloqueo. Ni el Congreso puede legislar libremente en
función de sus mayorías -como en los sistemas parlamentaristas británico o
español- ni el presidente puede evitar que el Congreso impida sus iniciativas.
Por
otro lado, un elemento de corte más coyuntural: un caduco sistema de partidos
fujiaprista corroído por la corrupción y un deadline concreto para la carrera
política de los asambleístas actuales, a los que el referéndum de diciembre de
2018 les prohibió la reelección y, por tanto, sus expectativas de carrera
política en el Congreso. Se trata de una expresión más del cariz revanchista
que viene tomando la dinámica de la política peruana.
Como
en el mítico western, se alinean los ingredientes perfectos para un “duelo en
ok corral”: un presidente sin partido que necesita una reforma del sistema de
inscripción electoral y unos asambleístas que ya no tienen nada más que perder.
Sólo en esa lógica del juego de la gallina, en el que dos coches se lanzan a
toda velocidad uno contra otro a ver cuál se aparta primero, es posible
entender los últimos movimientos políticos en el Perú. El problema es que con
los coches que se lanzan al desastre seguro van los últimos restos de confianza
de los peruanos en sus instituciones. Como espectadora del drama, una sociedad
hastiada de la clase política que demanda un cambio profundo en el país al
grito de “Cierren el Congreso”. Asistimos, en definitiva, a una vuelta de
tuerca más en la profunda crisis política que atraviesa la democracia peruana
con unas instituciones que se evidencian profundamente incapaces de dar
respuesta a los problemas del país. Tal vez la respuesta esta vez esté en las
calles.
Publicado en la página web del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG.ORG)
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