Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Manuel Canelas
En los primeros
meses de vida de Comunidad Ciudadana (CC) muchos se acordaron de la campaña del
partido argentino Cambiemos, del presidente Mauricio Macri. El candidato Carlos
Mesa copió al pie de la letra el guion: el cambio de vestuario por algo más
casual, el puerta a puerta casual, las fotos casuales bajando del micro.
También el discurso era similar: Macri dejó testimonio repetidamente de que no
cambiaría lo que estaba bien hecho, pensando en el votante peronista incluso se
dejó ver cerca de una estatua del líder histórico del Partido Justicialista
(PJ). Mesa hizo lo mismo: mantendremos la política social, la inclusión es un
logro de este gobierno, las carreteras, el tipo de cambio, el doble aguinaldo,
etc. Y, entonces, ¿para qué? Ah, sí: para arreglar la Policía y la Justicia y
porque Evo ya lleva demasiado tiempo. Demasiado: ¡benditos grupos focales!
Y fue cuando
empezaron las preguntas sobre el pasado de Mesa y el guion se rompió. Las dudas
fueron en aumento. Salió Saul Lara a decir que a la gente no le importa el
pasado de los políticos, que lo diga él… pero que lo suscriba su candidato a
presidente e historiador sorprende. A partir de ese momento la campaña de Mesa
entró en fase ruidosa: régimen, carajo, echarlos. Tabula rasa, nada de mantener
lo logrado. Parece que creyeron que mientras más gritara Mesa y fuera más
agresivo se escucharían menos las preguntas de la prensa, de sus rivales, de la
gente sobre su pasado político y sus finanzas. Las preguntas incómodas para CC
pasaron a ser rechazadas por esa campaña con el argumento de que eran guerra
sucia. Dejó a periodistas con la puerta del auto cerrada en la nariz, trató con
poca cortesía y con sorna a una prestigiosa presentadora cruceña, etc. Ruido y
pérdida de papeles.
El ejemplo Macri
cayó en el olvido, salvo la célebre recomendación del famoso consultor Jaime
Durán Barba a los candidatos de Cambiemos: no hablen de economía. Mesa no habla
de su pasado, no responde a preguntas y dudas y, sobre todo, no habla de
economía. Su campaña oculta de forma deliberada sus ideas sobre cómo gestionar
la economía del país. Puede ser porque aun lo esté resolviendo o porque quiere
hacer lo mismo que en 2004: pagar sueldos con la “limosna” internacional, como
él mismo admitió. Esta ambigüedad le permite decir en una entrevista en ANF en
septiembre pasado que la deuda exterior del país está dentro de lo razonable
—lo mismo dijo, en fechas próximas, Gustavo Pedraza en la radio— para, solo una
semana después, poner un tweet donde apunta que la deuda externa es
insoportable y que hipoteca el desa-rrollo durante décadas. Esto seguramente le
vendrá bien a su campaña y a sus intereses electorales, pero que no sepa qué
hacer con la economía nacional nos vendrá mal a todos en caso de que llegue a
ganar.
Del Virreinato
de La Plata al de Lima. Los
últimos hechos ocurridos en Perú nos dan una segunda advertencia sobre los
proyectos montados en dos horas y que depositan toda su expectativa en la
retórica, el prestigio o la riqueza de su principal figura. En algunos casos
sirven hasta para ganar una elección, pero no para gobernar. Lo que pasa hoy en
Perú tiene su origen en la debilidad estructural del proyecto político del
expresidente Pedro Pablo Kuczynski (PPK). Los parecidos entre PPK y Mesa y
entre sus partidos, Peruanos Por el Kambio (PPK) y Comunidad Ciudadana son
llamativos. Ambos hombres son parte de le élite local, de familias reconocidas
en el ámbito cultural (PPK es primo del gran director Jean Luc Godard); PPK era
el de más edad entre los candidatos a las últimas elecciones peruanas, Mesa lo
es entre los candidatos en nuestras elecciones; ambos fueron parte, en el
pasado, de gobiernos que no acabaron muy bien; experimentaron la
ingobernabilidad que provoca la falta de decisión y el ser una fuerza
minoritaria en sus respectivos congresos; ambos se vieron envueltos en
escándalos de corrupción en el marco del caso Odebrecht; a ninguno le gusta
responder preguntas sobre sus finanzas y cuando se las hacían a PPK, negó mil
veces la verdad de las acusaciones. Y sobre todo: ambos, tras mucha inestabilidad,
renunciaron, dejando las economías de sus naciones con más dudas que certezas.
PPK monta su
artefacto homónimo y, en segunda vuelta, logra ganar la presidencia pero con
minoría en el congreso. Hasta las encuestas más favorables para Mesa auguran
una mayoría parlamentaria del MAS. Kuczynski no tenía en su proyecto a ninguno
de los sectores fuertes de la sociedad peruana, por ello es que durante su
breve gobierno cambia mucho de aliados, todos coyunturales y precarios: a veces
podía ser el cardenal Juan Luis Cipriani, otras Keiko Fujimori por su mayoría
parlamentaria y en algunas ocasiones hasta la izquierda.
Mesa, en su
libro Presidencia Sitiada, explica que tres grandes responsables de su fracaso
son: los sectores populares y campesinos que, por supuesto, no eran parte de su
gobierno; los políticos, con los que no estableció alianza duradera; y Santa
Cruz, encarnado en los dueños de los medios más grandes del país, sus líderes
cívicos y políticos. Todos sabemos la suerte que corrimos los bolivianos esos
días, cuando había más renuncias presidenciales que decisiones acertadas. Hoy,
a Comunidad Ciudadana le siguen faltando estos tres importantes actores: en su
proyecto no existen sectores populares, obreros, indígenas; tampoco está Santa
Cruz y no está ninguno de los políticos tradicionales como Samuel, Tuto, etc.,
quienes no ofrecen a CC un apoyo decidido: ni una foto. Sin pasado, ni memoria,
sin sectores populares, sin Santa Cruz y sin mayoría parlamentaria, en caso de
lograr una victoria: bienvenido PPK.
Todos conocemos
las renuncias de Mesa a la presidencia, pero lo que no todos sabíamos es que
antes de conocer una victoria que sería trágicamente precaria, él deseó
fervientemente perder la elección: “El domingo 30 de junio, en el décimo piso
del Hotel Plaza de La Paz, rogaba en mi fuero íntimo por la derrota. Es
extraño, pero quizás el presentimiento, quizás la incomodidad que me generaba
la política y sus métodos, el detestable estilo de muchos de mis compañeros de
viaje, me daba una sensación de no estar donde debía, por eso me hicieron
desear ese desenlace. Pero no. Ganamos y comenzó el drama” (Presidencia
Sitiada, p. 51). Ese deseo era una advertencia, una predicción acertada de lo
que venía. Habría que preguntarle si ahora tiene el mismo deseo. Será difícil
saberlo porque seguramente esta pregunta también quedará sin la respuesta que
el público espera.
Periodista,
ministro de Comunicación
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