Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Entrevista
a Moema Viezzer
La
reciente edición de Si me permiten hablar... Testimonio de Domitila, una mujer
de las minas de Bolivia, de Moema Viezzer (Biblioteca del Bicentenario de
Bolivia, mayo de 2018) es la primera completa, según su autora, 41 años después
de la primera versión, la mexicana de Siglo XXI Editores. Complicado cumplir el
“sueño” de ambas, Domitila y Moema, de que el texto “vuelva al pueblo de
Bolivia”. Sin embargo —dice Viezzer—, este “clásico latinoamericano”, que ya
lleva 70 ediciones y que fue traducido a 15 idiomas en el mundo, acaso todavía
pueda ser leído con provecho de actualidad hoy en el país. Una breve
provocación de esto en la presente entrevista: la actitud que tuvo doña
Domitila frente al feminismo de su tiempo y ante el proceso de cambio dirigido
por Evo Morales; su constante saltaba a la vista, relata Viezzer: verlo todo,
todo, desde su condición de clase minera.
— Usted varias veces dijo que
todavía se lee a Domitila, 41 años después, ¿por qué?
—
Pienso que el testimonio oral, cuando es bien trabajado, nunca es el de una
sola persona, siempre refleja algo de donde vive. El trabajo que hice con
Domitila fue en el contexto de la Tribuna Internacional de la Mujer en México;
lo que ella traía como elementos de reflexión eran asuntos que estaban en la conversación
de las cinco mil participantes; de ese entonces el libro trajo cuestiones
acerca de cómo se entrecruzan las luchas. Domitila lo analizaba todo a partir
de su condición de clase, pero había muchas contradicciones que afectaban a las
mujeres, de las que poco a poco ella comenzó a informarse para ir pensando, y
darse cuenta por ella misma.
— Desde el principio, doña
Domitila advierte que su relato no es solo un ‘problema personal’.
—
Como dice Eduardo Galeano, ‘Domitila trae la historia de una persona, pero trae
más que eso: la historia de una clase, de un pueblo, a partir de un testimonio,
que es diferente de un libro de historia más teórico’. Ese fue uno de los
problemitas que yo tuve, porque yo me atuve a su testimonio; a pesar de hablar
bastante, por ejemplo, sobre la guerrilla del Che, de Teoponte, ella dice: ‘Yo
hablo de lo que yo vi y viví’. Nunca tuvimos la idea de hacer ‘la’ historia de
Bolivia; (sino) parte de la historia inmediata de Bolivia recordada a partir de
la experiencia personal de una mujer que vivía en las minas.
— Un tema especial en aquel
momento eran las luchas feministas. Doña Domitila para nada se refiere al
feminismo, pero a la vez planteaba temas del feminismo.
—
Esa era una contradicción que ella misma vivía. Por ejemplo, con respecto al
trabajo doméstico de las mujeres, que servía mucho para sacar plusvalía,
Domitila lo contó tal cual acontece, pero ella misma no tomaba esto como ‘una
opresión de las mujeres de la clase trabajadora’; decía: ‘Es la explotación de
la clase’, y se acabó. Pero siempre para ella quedaba la duda: ¿cómo a partir
del feminismo tú juntas también a los hombres? Para nosotras estaba claro que
si quieres cambiar la situación de la mujer, cambia también la manera de tratar
al hombre, pero para ella eso no quedaba muy claro.
— Porque algún rato ha debido
hablar del machismo en las minas, entre los trabajadores…
—
Sí, pero ella prefería no hablar de eso. Marcelo, mi marido, que conocía las
minas, contaba que a veces estaba saliendo un minero de la mina, y el otro
entrando le decía: ‘Buenos días, he pasado la noche con tu mujer’; eso en puro
chiste, pero es una broma bien incómoda; es el lenguaje de los mineros. Pero yo
creo que Domitila cambió bastantes cosas después de que fue tan bien acogida
por las mujeres en Europa. Cuando la entrevisté en 2002, en Cochabamba, se
habían cumplido 25 años de que el libro fuera publicado; entonces, le sugerí,
‘por qué no actualizamos’, ya que ella vivía ahora en una situación bien
diferente, se habían desnacionalizado las minas...
— ¿Otra Domitila?
—
La encontré bastante preocupada por el país, la forma como había sido hecha la
desnacionalización, y con miedo de que ganara otra vez alguien que estuviera al
lado de los yanquis. En 2010 yo la vi otra vez y ya estaba el presidente Evo
Morales, y ella dijo: ‘Nunca se puede calcular cómo será todo el gobierno, pero
ya han cambiado muchas cosas’, sobre todo en el área de la salud. Y tenía mucho
más respeto al movimiento de mujeres, al movimiento feminista, pero siempre con
ese temor de salir de la lucha del pueblo. Yo intentaba a veces hablar con
ella, pero ella insistía en que hace falta la lucha del pueblo, sobre todo por
lo que fue la diferencia de ustedes: tener en la presidencia a un indio; para
Domitila esto fue todo un descubrimiento, lo que significaba que los
trabajadores, la clase obrera minera se juntase con las organizaciones
campesinas, fue algo bastante novedoso para ella, sobre todo después de que
vivió en Cochabamba, y daba bastantes elogios respecto de todo lo que había
sido ese movimiento de las organizaciones campesinas y el valor que esto tenía
para el país.
— Todo un gobierno de movimientos
sociales indígenas.
—
Con Domitila, horas y horas sentadas hablando de Túpac Katari, y ella tenía
mucho miedo: cómo conjugar la relación de clase con esta relación con las
etnias; la misma cosa de las relaciones entre hombre y mujer. Ella decía: ‘Pero
si gana un aymara, ¿también vamos a tener ejército aymara, policía aymara?,
¿será que van a pensar en nosotros?’. Siempre tenía esta preocupación, que la
lucha de clases no se destruyera, porque ella veía que allí sí había algo para
que el pueblo alguna vez pueda decir que está en el poder.
— En confianza, ¿qué le decía de
Evo Morales?
—
Al principio, está en el libro también. Ella dice: ‘Hasta Evo también me ha
invitado que esté’, y luego: ‘Pero yo no estoy en eso en este momento’.
— Dice que un premio Nobel de
Literatura incluyó el Si me permiten entre sus libros de cabecera...
—
Sí, era un premio Nobel de Literatura; él escribió un libro que dijo que era su
libro de cabecera; y allí agarró mucho de los grandes autores como Albert
Camus, García Márquez, otros de idioma alemán, y agarró 40 páginas de Si me
permiten hablar...
— También hay un uso peculiar: un
proyecto de estudio del feminismo en Latinoamérica apunta a que la primera
lectura sea Si me permiten hablar...
—
Sí, es de una doctora, profesora de la universidad de Río Grande, en Brasil.
Ella me dijo: ‘Hay que ver qué pasó para la búsqueda de un feminismo
latinoamericano’, y afirmaba que ‘una de mis referencias es Si me permiten
hablar...’
— Un sueño de doña Domitila era
que la obra volviera a la gente. Allá en Europa se cuenta que los trabajadores
la leen...
—
Sí, nuestro sueño. Nuestra intención en primer lugar era que (la obra de
Domitila) volviera a Bolivia; los primeros 80 libros que con algunos bolivianos
exiliados compramos y mandamos a Bolivia fueron retenidos en el aeropuerto;
otros amigos en Lima lo obsequiaron a gente de Naciones Unidas, a grupos que
apoyaban. Cuando yo vine para ver el libro con Domitila, ella todavía no lo
había leído; y siempre quedó eso, y no lo logramos; por eso, cuando recibí esta
invitación de que el libro se publicara me alegró muchísimo; siempre yo pedí,
ya tenía el aval de la editorial de México para una ‘edición especial’ para
Bolivia; por eso me alegró esta edición; y ahí el CIS (Centro de
Investigaciones Sociales) hizo un trabajo inmenso.
—
Está bien completa la edición.
—
Está completa, incluye la entrevista en Cochabamba. Para mí, esta es la primera
edición de la versión completa.
—
¿La última vez que vio a Domitila?
—
En 2010 la visité en su casa, en la calle Derechos Humanos, en el barrio Waira
K’asa. Ella estaba bastante enferma; me contó de un tratamiento, que le fue
peor y que después ella había estado en otro hospital, donde la habían tratado
médicos cubanos.
Moema
Viezzer. La transcripción a máquina de escribir (una Olivetti) de las
grabaciones del texto del 77 llegaron a 1.800 páginas. Se avanzaba por temas,
construyendo capítulos, aplicando el método de Paulo Freire, refiere Viezzer:
construyendo el relato y deteniéndose de tanto en tanto para el análisis.
Foto: Miguel Carrasco
Entrevista realizada por Iván Bustillos para el suplemento Animal Político del periódico La Razón
Datos
Nombre:
Moema Libera Viezzer
Nació:
En Caxias do Sul, municipio al sur de Brasil, en 1938.
Profesión:
Socióloga, educadora e investigadora social.
Perfil
Feminista-ambientalista
brasileña, es conocida internacionalmente por sus contribuciones a la Educación
Popular, Relaciones de Género y Medio Ambiente.
y Twitter: @escuelanfp
Regístrate también en nuestro canal en Telegram
Comentarios
Publicar un comentario
Escriba sus comentarios