Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por:
Fernando García Yapur
La
impronta de los campesinos indígenas ha permitido visibilizar formatos de
acción que en el pasado no habían sido tematizados como parte del sistema
político, o bien, de las maneras de darse de la política. Ahora mismo hay una
sensación de que no cuentan, que no será complicado derrotarlos; la mayoría de
los analistas olvidan que fueron estos sectores los que decidieron jugar en el
campo electoral, hacerse del poder político y, sobre todo, lograr el
potenciamiento de sus estructuras “orgánicas”. No entienden que la llegada de
Evo Morales al poder y, con él, de la masa de campesinos e indígenas al Estado,
no fue un hecho fortuito; sino, el resultado de la acumulación de experiencias
que a lo largo de varias décadas fue cristalizando un proyecto que logró combinar
factores históricos de larga y corta duración.
Según
la historiadora Martha Irurozqui, los campesinos indígenas a lo largo de la
historia desplegaron distintas acciones colectivas que, de una y otra manera,
buscaban lograr el acceso efectivo a los derechos de ciudadanía que, asimismo,
en perspectiva les permitirían (re)establecer la relación de intercambio
político con el Estado en función a la primacía de sus intereses corporativos o
exclusivos. Al parecer, con la llegada de Morales al poder se ha llegado más
allá de este objetivo.
Diversidad
institucional y hegemonía incompleta. A finales del siglo XX, estas acciones
lograron desembocar en la organización de un instrumento político que facilitó
la articulación de las estructuras “orgánicas” para la expansión de una
voluntad de poder que les permitiría jugar con fuerza propia en los procesos
electorales y lidiar con mayor eficacia y eficiencia en el campo político. La
estrategia se asentó en una identidad exclusiva de resguardo de lo “orgánico”
para proyectar una identidad inclusiva (nacional) dirigida a la articulación de
otros grupos y sectores sociales. Construcción azarosa producida “desde abajo”,
desde las estructuras “orgánicas”. Esta estrategia permitió la llegada de
Morales al poder y, luego, la gestión de un proyecto nacional-popular de largo
alcance.
En
ese sentido, la caracterización de la permanencia del MAS-IPSP y Evo Morales en
el poder a través de categorías peyorativas como las de corporativismo
clientelar, caudillismo, populismo, etcétera, resultan insuficientes o bien
inadecuadas.
Lo
que se observa en el campo político son puestas en escena de diversas formas de
hacer política que no se ajustan a los cursos preestablecidos de acción, o
bien, no se encasillan en los moldes definidos de antemano. Estos formatos
evidencian la presencia de otras estructuras institucionales que operan en
paralelo a las existentes y que, en los hechos, al incidir en el intercambio
político, ponen en vilo y/o replantean las reglas institucionales del Estado.
En este modelo o esquema acontecen viejas y nuevas modalidades de intercambio
político, no existe una estructura o un curso final por donde se ordenan los
procesos; todo lo contrario, de manera continua éstas se reinventan una y otra
vez, pues no hay un nodo o eje por donde el poder finalmente se cristaliza o se
congela.
La
imagen que se obtiene es la de un esbozo de estructura de redes y trazos que
intenta retratar dinámicas en continuo movimiento o construcción. Aparece un
modelo que, a pesar de la fuerza de una voluntad política, visibiliza aristas
que delatan una construcción incompleta, un proceso que no ha concluido y que
no avizora un encalle definitivo. Algo sucede en esta dinámica en la que se
manifiesta la inexistencia de una estructura estable o definitiva. En estas
condiciones, la hegemonía lograda requiere de una continua resignificación o
reinvención política y, al parecer, esto es lo que particulariza al estilo de
gobierno de Evo Morales, que —como antes y ahora— enfrenta desafíos de gestión
que le replantean los límites y el horizonte hegemónico.
Evo
Morales, gestor de la hegemonía. El Presidente ha demostrado ser un exitoso
gestor de la articulación hegemónica. A través de él se ejerció con éxito la
política directiva de “arriba hacia abajo” y condensó, en distintos momentos,
la articulación nacional-popular. Ha logrado de manera ininterrumpida la
prolongación de su gobierno y, quizás, sin que se lo proponga deliberadamente,
el continuo fluir de dinámicas y pulsiones que vienen y se procesan “desde
abajo”. Por ambas rutas acontece y fluye el “proceso de cambio”; ambas
visibilizan estructuras y formatos que
—de un lado y otro— juegan a lograr el equilibrio inestable de un modelo
de gestión que ya lleva más de una década. En ese sentido, son dos campos y
rutas que marcan el actual curso de la impronta hegemónica que,
paradójicamente, se da de manera exitosa y a la vez precaria.
Una
mirada rápida al actual modelo de gestión permite percibir que el interés
primordial de Evo Morales y de su gobierno es garantizar la persistencia
política de su mandato; no importa si ella se logra a través de la persuasión
discursiva, o bien a través del ejercicio instrumental del poder político; esto
es, la hegemonía en stricto sensu, una gestión directiva que a la vez de lograr
el éxito y continuidad, busca reiteradamente convivir de manera óptima con las
dinámicas que emergen y se despliegan “desde abajo”. La noción comprensiva para
entender el éxito de Evo Morales y de su actual insistencia de repostulación a
una nueva reelección, es la de “devenir estatal” de los campesinos indígenas y,
a través de ellos, de diversos sectores populares en los claustros del poder.
Llegada y desemboque que supone el asentamiento de un modelo de gobierno en el
que se combina el fluir de la política “desde abajo” con la capacidad directiva
de la política “desde arriba”. En una palabra, una gestión donde la política
discurre y la hegemonía se comparte.
Politólogo
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