Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Salvador
Allende nació el 26 de junio de 1908 y fue asesinado el 11 de septiembre de
1973 en el golpe de estado de Augusto Pinochet.
El 4 de
septiembre de 1970 triunfaba en los comicios presidenciales de Chile, después
de tres derrotas electorales. La poderosa coalición de izquierda que encabezó
Allende estaba conformada por los partidos Comunista, Socialista, radicales,
Izquierda Cristiana, Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU), Acción
Popular Independiente, entre otros.
A
diferencia de los intentos anteriores, la coalición era dirigida por primera
vez por los sectores ligados a la clase trabajadora. El programa del Frente
Popular contenía propuestas de larga aspiración popular, como una política
exterior independiente, la reforma agraria y la nacionalización del cobre.
El 4 de noviembre, Allende asumió la
presidencia, pero durante toda su gestión, debió enfrentar las conspiraciones
internas y la injerencia externa, hasta que finalmente fue derrocado por el
general Augusto Pinochet el 11 de septiembre de 1973. Transcribimos aquí el
último discurso que pronunciara en esa fecha poco antes de suicidarse en el
Palacio de la Moneda.
Fuente: Salvador Allende, Textos
escogidos, Selección e introducción James D. Cockcrot, Buenos Aires,
Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo, 2003, págs. 274-275.
11 de septiembre de 1973
Seguramente ésta será la última
oportunidad en que pueda dirigirme a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado
las torres de Radio Postales y Radio Corporación. Mis palabras no tienen
amargura sino decepción. Que sean ellas el castigo moral para los que han traicionado
el juramento que hicieron: soldados de Chile, comandantes en jefe titulares, el
almirante Merino, que se ha autodesignado comandante de la Armada, más el señor
Mendoza, general rastrero que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al
Gobierno, y que también se ha autodenominado Director General de carabineros.
Ante estos hechos sólo me cabe decir a los trabajadores: ¡Yo no voy a
renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del
pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a
la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada
definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los
procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y
la hacen los pueblos.
Trabajadores
de mi Patria: quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza
que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de
justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley, y
así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a
ustedes, quiero que aprovechen la lección: el capital foráneo, el imperialismo,
unidos a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su
tradición, la que les enseñara el general Schneider y reafirmara el comandante
Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas esperando
con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y
sus privilegios.
Me dirijo,
sobre todo, a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en
nosotros, a la abuela que trabajó más, a la madre que supo de nuestra
preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la Patria, a los
profesionales patriotas que siguieron trabajando contra la sedición auspiciada
por los colegios profesionales, colegios de clases para defender también las
ventajas de una sociedad capitalista de unos pocos.
Me dirijo
a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su alegría y su espíritu de
lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a
aquellos que serán perseguidos, porque en nuestro país el fascismo ya estuvo
hace muchas horas presente; en los atentados terroristas, volando los puentes,
cortando las vías férreas, destruyendo lo oleoductos y los gaseoductos, frente
al silencio de quienes tenían la obligación de proceder. Estaban comprometidos.
La historia los juzgará.
Seguramente
Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a
ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo
menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la Patria.
El pueblo
debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni
acribillar, pero tampoco puede humillarse.
Trabajadores
de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este
momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes
sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes
alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.
¡Viva
Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!
Estas son mis últimas palabras y
tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que,
por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la
traición.
Fuente: www.elhistoriador.com.ar
y Twitter: @escuelanfp
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