Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Rafael Puente
Desde la convocatoria a la reunión del G77 (más
China), con motivo de su cincuentenario, tanto el Gobierno como la sociedad
civil se mostraron muy complacidos de que Bolivia sea el país anfitrión.
Y es verdad que debemos aprovechar cualquier
ocasión de decirle cosas al mundo, sobre todo si el evento se presta para decir
verdades, para romper esquemas, para aparecer como un país que no se limita a
repetir hipocresías ni recetas internacionales y que tiene algo diferente que
decir. Está bien, además tenemos experiencia positiva y varias veces nos hemos
sentido satisfechos de ser bolivianos al escuchar a nuestro Presidente en plan
heterodoxo...
Hasta ahí, de acuerdo, preparémonos para el G77, a
ver si hacemos un buen papel, pero con tres condiciones:
La primera, que no nos hagamos ilusiones. Nadie nos
va a hacer caso. No olvidemos que ese organismo nació hace medio siglo cuando
era importante ocupar un espacio intermedio entre los dos polos de poder
mundial que eran Estados Unidos y la URSS, bipolaridad que hoy no existe.
En cambio, sigue existiendo el horizonte detrás del
cual nació el G77, que era nada menos que el horizonte del desarrollo (en el
sentido más desarrollista de la palabra, el que nos metió el presidente Truman,
haciéndonos creer que los países subdesarrollados podrían llegar a
desarrollarse igual que los desarrollados si aprenden a funcionar como ellos…).
Por tanto, de esa gente no hay nada que esperar. Se
ríen del Vivir Bien, se ríen del socialismo más o menos comunitario, se ríen de
la Madre Tierra -quién será esa señora- se ríen de la inclusión y de la
participación y de los derechos sexuales y reproductivos, y hasta del
teleférico; se ríen de todo, menos de la acumulación de capital (a cualquier
costo).
Y la adición de China no pone mejor las cosas, sino
que las empeora, dado que China está viviendo con furor un periodo de
acumulación capitalista -que incluye la peor explotación infantil y la peor
destrucción de la naturaleza-, lo que no le permite pensar en nada más.
La segunda es que no nos gastemos la plata en
costear viajes y viáticos de las delegaciones que vienen -como ha informado
nuestro canciller-, ya que, por una parte, esos países tienen más plata que
nosotros y, por otra parte, nosotros necesitamos esa plata para la atención de
salud de nuestra niñez y para crear empleo, para promover la industria y la
agricultura (la sana y alimenticia, no la transgénica que se hace a costa de
nuestra soberanía alimentaria).
No se justifica que aparezcamos como los generosos
del barrio, ni que luzcamos de botarates (además no vale la pena). Es
suficiente que gastemos lo que inevitablemente nos toca en calidad de
anfitriones.
La tercera (y más delicada) es que nuestros
delegados vayan a ese encuentro con la clara conciencia de que tenemos cola de
paja. Que si hablan de Vivir Bien sepan que eso en Bolivia casi nadie se lo
cree, ya que aquí andamos todos disparados en la búsqueda de ganancias
particulares a costa de lo que sea, y eso se nota (y los chinos son los
primeros en notarlo, cuando reciben a nuestros visitantes que, a título de
intercambio cultural, lo que buscan es el mejor negocio comercial).
Si hablan de los derechos de la Madre Tierra,
cualquier pinche delegado, de cualquier país, les puede echar en cara nuestra
recién aprobada Ley de Minería, que más bien prepara las condiciones para la
defunción de la Madre Tierra y que parece elaborada por las transnacionales de
la minería (ya hubiera querido Don Simón Patiño una ley como ésta).
Y si hablan de Estado Plurinacional y temas
similares, sepan que desde la Cumbre Paralela de la CIDOB pueden salir
peligrosos desmentidos…
Está bien, vayamos con ganas al G77 (¡más China!),
pero vayamos en plan realista, austero y autocrítico. Así puede tener sentido.
El
autor es miembro del Colectivo Urbano por el Cambio (CUECA) de Cochabamba
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