Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Itxaso Arias
Rosa Luxemburgo escribió que «la dictadura consiste en el modo
en que la democracia se utiliza y no en su abolición», no tanto refiriéndose a
que la democracia fuera un marco vacío a disposición de diversos agentes
políticos, sino más bien que en su marco procedimental vacío había un “sesgo de
clase”.
Cuando Evo Morales llegó al poder en el año 2006 por medio de
las elecciones, intentó «cambiar las reglas», o más bien la lógica del espacio
político (basarse directamente en el poder de los movimientos sociales que se
habían movilizado, plantear diversas formas de auto-organización local, etc.);
es decir que actuó conforme a una intuición correcta sobre el «sesgo de clase»
de la democracia para garantizar la hegemonía de sus bases.
Aunque Evo Morales interactúa con muchos agentes y movimientos
sociales que lo apoyan, es obvio que su gobierno ha dado la máxima importancia
a los vínculos que los unen con los desposeídos, con el mundo campesino e
indígena; Evo es su presidente, ellos son la fuerza hegemónica que hay detrás
de su poder y, aunque respeta el proceso democrático electoral, está claro que
su compromiso fundamental y su fuente de legitimación radica en su relación
privilegiada con los pobres.
En Bolivia sería un error creer que la forma en la que la
clase media se relaciona con la política es aquella que plantea que está en
contra de la politización, que solo le interesa mantener su modo de vida, el
famoso “que le dejen trabajar y vivir en paz”, razón por la cual tiende a
apoyar los golpes autoritarios. Es un error, o ha sido un error mirar a la
clase media tradicional y emergente (menos aún a la oligarquía del país) solo
desde un prisma economicista.
Por un lado, la clase media tradicional ha vivido los últimos
13 años de mandato de Evo Morales como un goteo incesante en la frente que ha
terminado por hacer desaparecer su “paciencia”. Cada elección que ha ganado Evo
Morales, y no solo el conflicto a partir del Referéndum del 21 de febrero de
2016, ha ido llevando al país hasta lo que estamos viviendo hoy en día.
Antes de las elecciones del 20 de octubre las miradas más
optimistas (ingenuamente optimistas podemos decir ahora) pensaban que la
victoria de Evo Morales estaría también basada en el enriquecimiento,
conseguido durante el proceso de cambio, por los grandes empresarios cruceños
(oligarquía) y en el funcionariado que quería mantener su puesto de trabajo
(parte de la clase media emergente).
Para la oligarquía cruceña enriquecerse durante el gobierno de
Evo Morales era sin duda alguna una buena forma de esperar a que su oportunidad
(la que le corresponde por, ahora sabemos, derecho divino) llegara, esto mismo
se puede aplicar a las FFAA que nunca han vivido un periodo de mayor
enriquecimiento por parte de sus altos mandos.
Parece que se nos congeló la memoria histórica, se nos olvidó
que la oligarquía jamás legitimará un gobierno popular indígena. Por ese
racismo atávico que la caracteriza y marca su sentido común, creen que solo
ellos están legitimados para gobernar el país, no necesitan sentirse
respaldados por el pueblo ya que piensan que tienen el privilegio de poseer la
verdad y de aquí a la violencia y el fanatismo, como lamentablemente hemos
comprobado, no hay ni medio paso. Pero existe otra razón que no debemos perder
de vista, ya dijo Lenin que la propia forma del Estado democrático-burgués, la
soberanía de su poder en sus presupuestos político-ideológicos, entraña una
lógica «burguesa». Entonces, un gobierno popular indígena siempre será
considerado como un usurpador que ocupa un espacio de poder que no le pertenece
ni le pertenecerá nunca.
Por eso era fundamental cambiar la lógica del espacio político
e institucional, reinventar la democracia y construir instituciones con
identidad propia, esto era la revolución democrática y cultural, y esto también
era una amenaza mortal ya que al intentar cambiar no las reglas sino todo el
campo político del país entonces, ¿a qué papel quedaba reducida la oligarquía
del país? Por eso la derecha habla de dictadura, habla del tirano que
representa a satanás, porque les despojó de ese derecho que ellos consideran
natural (y divino) de gobernar.
En el caso de las FFAA esos “vigilantes de la historia” como
los llamaba Zavaleta, que siempre creen que tienen que intervenir para
cambiarla (bajo la doctrina Dios-Patria-Hogar), pues según ellos es su deber,
jugaron con símbolos que desprecian y entonaron consignas en las que no creen
ni creerán jamás.
Ahora esta derecha fascista quiere utilizar los mecanismos de
la democracia (convocar a elecciones supuestamente legales) para normalizar la violencia
y el racismo que ha estado en la base de la estrategia golpista, dando lugar,
ahora sí, a una auténtica dictadura.
Leí, un mes antes de las elecciones del 20 de octubre, un
artículo de un periodista boliviano que hablaba de un cambio de ciclo en la
vida política del país, concretamente se refería al paso del monopartidismo al
multipartidismo que, según el articulista, no se iba a querer dar por parte del
gobierno del MAS. Ante esto, aconsejaba, además, recordar las elecciones de
1978 en relación al peligro de fraude electoral que se podía dar cómo se dio en
aquella época. Establecía así un paralelismo entre el fraude que hubo ante un
cambio de ciclo que no se quiso dar en el país en el 78 (concretamente el paso
de la dictadura a la democracia) y la crisis que preveía por un posible fraude
en las elecciones del 20 de octubre (por la resistencia a dar el paso del
monopartidismo al multipartidismo).
Pero parece que la comparación entre los dos momentos
históricos va por otro lado. En el año 78, el objetivo de las elecciones era el
reconocimiento “formal” de la dictadura de Banzer representada por el general
Pereda. Aunque la Corte Electoral decretó nulidad de elecciones (recordemos que
los asientos electorales del área rural estaban sitiados por los militares,
sólo había la papeleta oficialista, etc…) el golpe de estado llegó de la mano
de los oficialistas, la UNP (Unión Nacionalista del Pueblo) que contaba con el
apoyo del Estado y las FFAA.
Ahora de igual manera, después del golpe cívico, policial y militar
que se sigue viviendo en el país, el gobierno de facto de la Sra. Añez, quiere
convocar elecciones, copando todo el aparato estatal, con el objetivo de lograr
un reconocimiento “formal” de una dictadura (qué es sino la imposición de un
orden basado en la violencia y el racismo) a través del procedimiento
democrático del sufragio. Entonces, esta forma de actuar ya es conocida en el
país y era propia de las dictaduras militares.

Las crisis como esta que vivimos en Bolivia tienen una
característica que nos puede ayudar a seguir adelante con más conciencia de
cómo son los diversos agentes políticos y sociales que existen, y esto porque
las crisis visibilizan muchas cosas, muestran verdaderas caras, esclarecen
aspectos del pasado y nos pueden ayudar a pensar que en lugar de creer que el
futuro sigue abierto, ahora que estamos en la catástrofe, ese destino, que, en
realidad ya estaba dictado y para el cual no nos preparamos, se puede afrontar
con renovadas herramientas de trabajo social y político en el país, todo ello
para estar a la altura de un pueblo que, una vez más, dio la vida por sus derechos
y por su dignidad.
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