Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Entrevista a Cris González
Cris González es la embajadora de la República Bolivariana de
Venezuela en Bolivia, y el equipo de Correo del Alba le contactó para
establecer un importante diálogo acerca de los últimos sucesos políticos
ocurridos en la nación caribeña, con el afán de desentrañar las claves de lo
que algunos analistas abiertamente han definido como un “golpe de Estado en
curso” contra el presidente Nicolás Maduro.
El Gobierno de Nicolás Maduro ha denunciado
públicamente ante el mundo que es víctima de un “golpe de Estado en curso”,
planificado, financiado y ejecutado por EE.UU.
y la oposición interna de Venezuela. ¿En qué consiste ese golpe? ¿Cuál
es su origen, su desarrollo y etapas? ¿Se puede prever un desenlace?
Primero, me remonto a los
orígenes de ese golpe de Estado avalado por EE.UU. en concomitancia con la
derecha venezolana. Parto de la base que una operación de este tipo presupone
una acción armada o una situación de facto donde se rompe el orden
constitucional, así se plantea en los artículos 20 y 21 de la Carta Democrática
Interamericana.
En 2002, durante el golpe
de Estado, fue secuestrado el presidente Hugo Chávez, tomaron la Casa de
Gobierno en Miraflores, destituyeron ministros, pusieron un presidente títere
en menos de 48 horas, mismo tiempo que tardó el pueblo en organizarse y
reaccionar, pudiendo revertirse aquella ruptura del hilo constitucional montada
con el apoyo de EE.UU. que fue descubierta y reconocida posteriormente.
En esta coyuntura larga
que comienza con el Gobierno de Nicolás Maduro en 2013, junto con la
desaparición física del comandante Hugo Chávez, se plantea de manera mucho más
violenta el derrocamiento de la Revolución por todas las vías posibles.
La oposición plantea
recuperar el poder, pero no logra articular una propuesta que interpele a las
grandes mayorías y en su desesperación vuelven una y otra vez al método de la
violencia para lograrlo. A partir de 2014 –con la caída del precio del
petróleo– afilan sus garras, esta vez con las primeras guarimbas (actos terroristas) que reconoce la historia reciente de
Venezuela. Se organizaba por primera vez la burguesía y se tomaba sus calles,
aliada con bandas paramilitares, para producir desmanes a la propiedad pública
y el asesinato de personas caracterizadas como pobres, negros o chavistas.
En todas las acciones de
la derecha, desde los comunicacional hasta lo militar, siempre hay un elemento
recurrente: la injerencia de Estados Unidos, unas veces detrás de bastidores y
otras como ahora, tomando la iniciativa y a la cabeza del golpe en ejecución.
En 2017 el presidente Barack Obama consideró a Venezuela una “amenaza a la
seguridad de los Estados Unidos”, parece ilógico, ¿no? Hasta puede provocar risa,
pero abría el camino para los planes intervencionistas. La situación la fueron
deteriorando a través de medidas económicas de bloqueo financiero, guarimbas, campaña de mentiras en los
medios de comunicación que circulan libremente en el país, especulación sin
límites, contrabando de combustible, entre muchos otros. En fin, fueron
sembrando el camino del odio y deteriorando las condiciones materiales de vida
hasta que en diciembre de 2015 la oposición obtuvo mayoría en la Asamblea
Nacional. Desde ahí han agravado la situación constitucional con una serie de
resquicios y llamando a sus seguidores a la calle con la coyuntura económica
provocada, dejaron de lado su trabajo como asambleístas y en vez de laborar por
el bien del país, abandonaron sus funciones.
Recrudecen las guarimbas con la intención de provocar una conmoción
social que lleve al derrocamiento de Maduro, lo que logra ser aplacado por el
Gobierno con el llamado a una Asamblea Constituyente donde ganó de nuevo la
mayoría popular. La otra Asamblea era el espacio de conspiraciones que eligió
la derecha para dar el golpe y en eso están, han pedido abiertamente, sin
escrúpulos ni respeto a la historia soberana de Venezuela, la intervención de
EE.UU.
El desenlace es la
dignidad del pueblo y la unión cívico-militar que defiende al Gobierno legítimo
que dice ¡no a la intervención norteamericana coludida con el poder
colombiano! El desenlace es la fuerza
viva de un pueblo chavista que no claudicará y que seguirá por siempre como
bolivariano haciendo patria.
Después de la toma de posesión de Nicolás Maduro,
se autoproclamó como “presidente encargado” de Venezuela el presidente de la
Asamblea Nacional, Juan Guaidó. ¿Por qué es ilegítima esta autoproclamación?
¿Quién es Guaidó? ¿Qué rol cumple en ese golpe de Estado en curso?
En Venezuela hay una
Constitución que respalda un orden institucional. En la elección efectuada en
mayo de 2018, con acompañantes
internacionales y con el sistema biométrico más avanzado del mundo, resultó
electo Nicolás Maduro Moros. La derecha no respeta un marco constitucional
aunque apela a éste, designa un presidente a dedo, un instrumento para la
intervención. Un gobierno, aunque sea provisorio y elemental, tiene que
disponer de un aparato administrativo, tribunales, policía y –lo más
importante– fuerzas armadas desplegadas en el territorio nacional que obedecen
a un gobierno legítimo. ¿Qué clase de gobernante es? Un títere puesto para
recibir órdenes del poder imperial y sus aliados que viene por los recursos y
puertos de Venezuela. Desde todo punto
de vista es ilegitimo. Si supiera el
mundo quién es Guaidó no se repetiría la pregunta. Era un tipo desconocido
dentro y fuera del país, del partido de oposición Voluntad Popular. Era
conocido entre la juventud guarimbera
que fracasó en sus intentos desestabilizadores en 2014 y 2015.
En una asamblea propuesta por la OEA para
reconocer a Guaidó y condenar a Maduro, el llamado Grupo de Lima y la derecha
regional sufrieron un gran revés. ¿Cómo leen desde la Revolución bolivariana esa
intentona de aislamiento? ¿Cuál es la real situación respecto al apoyo de
países de distintas latitudes al Gobierno de Maduro?
Vemos que se impuso la
sensatez para detener la ignominia. El Grupo de Lima es una asociación con
visiones empresariales sin autoridad moral para calificar de antidemocrática a
la Revolución y poner en peligro el proceso de integración y convivencia en la
región. Se impone las ansias de control político y económico en detrimento de
la pluralidad ideológica, redistribución de las riquezas en programas sociales
que benefician a las grandes mayorías y las libertades que han caracterizado
los últimos 20 años a la región. En la OEA y en la ONU primó la cordura.
Siguiendo en la arena internacional, ¿por qué ha
arreciado la ofensiva estadounidense contra la Revolución? ¿Cuáles son los
objetivos inmediatos que se propone Washington respecto a Venezuela?
Porque Venezuela es un
reservorio principal de recursos estratégicos vitales para el desarrollo
tecnológico y biodiversidad, los que pertenecen al Estado venezolano desde
1999. El intelectual francés Thierry Meyssan dice que “según la visión
estadounidense, una población está integrada a la economía
globalizada o vive en territorios que contienen recursos naturales, recursos
que Estados Unidos no
explotará necesariamente, pero que siempre quiere controlar”.
¿Por qué Rusia y China continúan en su decisión de
reconocer al Gobierno de Nicolás Maduro y respaldar en el Consejo de Seguridad
de la ONU a la Revolución? ¿Qué es lo que realmente está en juego en este
conflicto alrededor de Venezuela?
En el conflicto de
Venezuela está en juego el mundo multipolar que impulsó el comandante Chávez,
no el unipolar dominado por una potencia que impone su ideología y su lógica
mezquina, de guerra, de odio, de ambición, racista y xenófoba, todos los males
de la humanidad condensados en un Estado que aglutina otros Estados y que tiene
una trágica historia de depredación a través de invasiones y destrucción.
En cuanto a política nacional, ¿cuál es el
respaldo que tiene el Gobierno de Nicolás Maduro? ¿Cuáles son las fortalezas de
la Revolución para enfrentar al golpismo?
Nos asiste la razón, me
baso en nuestro respeto irrestricto a la Constitución Bolivariana que ha
permitido distintos procesos electorales para reafirmar la participación y el
protagonismo del pueblo. Asimismo, la unión cívico-militar, un pueblo
constituido en distintas formas organizativas, como por ejemplo, las comunas o
los consejos comunales.
Pero una de las grandes
fortalezas del pueblo es su propia historia, que es memoria viva desde la época
de las luchas independentistas, la lucha contra la esclavitud y finalmente la
defensa de una patria soberana.
Además de la promoción del golpismo y el
aislamiento internacional, EE.UU. se la está jugando por el fortalecimiento del
bloqueo económico contra Venezuela. ¿Cuál es la real situación económica de su
país y cómo afectan las sanciones estadounidenses? ¿Cómo ven las últimas
medidas anunciadas por la Casa Blanca sobre esta materia?
La situación es muy grave
y afecta a los más pobres, quienes son las bases del chavismo. No podemos
comprar medicinas, comida ni artículos esenciales, y lo que se adquiere para el
mercado interno se especula con el precio. Las medidas son inhumanas, quieren
dar ayuda humanitaria a un pueblo rico en recursos naturales y dignidad, y por
otra parte nos roban abiertamente y con desparpajo más de 20 mil millones de
dólares, sólo porque son los dueños del mundo y hacen lo que quieren con el
derecho y la política internacional.
Como hemos visto, el jueves 10 de enero Nicolás
Maduro asumió su segundo mandato presidencial. ¿Cuáles son los desafíos que se
avecinan para la nueva gestión?
En lo inmediato, evitar un
enfrentamiento, que se imponga la paz, la cordura en el país y que el mundo vea
la ignominia que se alza sobre el continente. Hay un Plan de la Patria que
presentó el Presidente, pero en este momento enfocado a la defensa de la nación
y el pueblo venezolano.
Por último, ¿cómo cree pudieran solidarizar
efectivamente con su país los adherentes de la Revolución bolivariana que hay
en todo el mundo?
Para Venezuela, la
solidaridad es un valor que se ha visto reflejado en las misiones que han
recorrido el continente, más allá de los países del ALBA. Hoy necesitamos de
toda la solidaridad mundial, de gobiernos lúcidos y soberanos y esperamos que
vaya en aumento por el bien de todas y todos, por mantener la paz y la cordura
en este mundo.
Javier Larraín
Director editorial
(Publicado
en la revista Correo del Alba No. 82,
Febrero de 2019 / www.lacorreo.com)
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