Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Julio
C. Gambina
Una
es la movilización popular por “derechos”, claramente expresado por la masiva
movilización universitaria del pasado 30/8, pero también por la convocatoria de
la CGT a paro nacional para el 25/9 y de las 2 CTAs y gremios de la CGT por 36
horas con movilización para el 24 y 25/9. Claro que en este sentido se
incorpora la lucha por el derecho al aborto seguro y gratuito que protagonizó
hace muy poco la marea verde.
Otra
tendencia es la aplicación de un ajuste sin anestesia, explicitado el mismo
jueves 30/8 con una cotización del dólar a 40 pesos y una tasa de interés de
referencia del 60%, establecida por el BCRA. Sea presión del eufemístico
mercado o decisión del gobierno Macri, esas medidas tienen beneficiarios
concretos: grandes productores y exportadores y obvio, una gama muy diversa de
especuladores locales y globales. El gobierno dice que atraviesa una tormenta y
que hace lo mejor que puede, cuando el costo de estas medidas afectan a la
mayoría de la sociedad, vía inflación o recesión.
¿Dónde está el consenso de la
sociedad?
Macri,
el PRO y Cambiemos construyeron consenso electoral en el 2015 y 2017; ahora
disputan el 2019. Pareciera que no les resultará tan simple por el impacto de
los efectos sociales que genera la situación económica, por lo que es cada vez
más difícil a Macri y su equipo transitar lugares públicos sin recibir
protestas de distinto calibre.
Ante
la duda de repetir en el 2019 hay varios que se anotan para la sucesión, sin
modificar el rumbo de la política económica o el modelo productivo y de
desarrollo asentado en “vaca muerta más soja”. Todo claramente aceitado por el
endeudamiento externo y el aval del poder mundial: FMI + Trump.
Estos
proyectos políticos que se imaginan en la sucesión del 2019 quieren que Macri
haga todo el trabajo sucio posible del ajuste sin anestesia. Vaya si la
devaluación no supone bajar los salarios e ingresos populares cotizados en
divisas. El presupuesto en pesos se licua con la nueva cotización de las
divisas y genera mejores condiciones para el ingreso de capitales externos y el
cumplimiento del acuerdo con el FMI en materia de achique del déficit fiscal
primario.
Hay
un consenso en el poder que se difunde vía medios de comunicación hasta el
cansancio, relativo a que el problema es el déficit fiscal, y por lo tanto el
acuerdo es el ajuste. El discurso se repite hasta el cansancio y muchas
familias que votan y acuerdan con el gobierno piensan ahora en torno a la
factura de gas o electricidad que reciben; o se sorprenden con los recurrentes
aumentos de combustibles desde que estos están dolarizados.
El
consenso en el poder construye el consenso cultural e ideológico en toda la
sociedad, mediante los medios masivos de comunicación, siendo reiterado
escuchar el interrogante: “¿si no aumentan los servicios públicos o el
combustible, quién se hace cargo? Inmediatamente acompañado de: “No el Estado”.
Por ende, el mensaje es que no queda otra que privatizar el costo en toda la
sociedad y concentrar las ganancias en muy pocos.
Se
trata de una construcción ideológica con varios problemas, desde el papel del
Estado, sí o no relativo a que actividades o iniciativas, pero también respecto
a: ¿energía para qué y para quién?, lo que implica discutir el costo local de
la extracción de hidrocarburos y de la cadena de valor hasta llegar al consumo.
Por
eso destaca la movilización universitaria o la marea verde, en tanto acciones
diferentes, pero que disputan consenso social. Construyen cultura y son
transversales a la política y la ideología hegemónica.
Es
importante porque el conflicto de no inicio de las clases el 6/8 surgió como
demanda de actualización salarial de los docentes y se proyectó como un debate
relativo al presupuesto, a la ejecución presupuestaria y en definitiva al
derecho a la Universidad pública.
La
sociedad en su conjunto estuvo discutiendo en estas horas el sentido y
necesidad de la Universidad Pública, claro que así como muchos se movilizan,
otros mantienen la esencia del discurso hegemónico, que hace décadas batalla
por el recorte de la Universidad Pública y la mercantilización de la educación
en general.
Es
un debate social y por eso, la tensión social se procesa en toda la sociedad,
en el consenso al discurso de la inevitabilidad del ajuste u otro relativo a la
defensa de derechos: al aborto seguro o a la educación pública, entre muchos,
con el centro en los ingresos populares que satisfagan una canasta necesaria de
bienes y servicios, hoy por encima de los 21.000 pesos mensuales.
Apoya Trump, EEUU y el FMI
No
hay que subestimar los apoyos políticos foráneos. Hay gestión en estas horas
desde el gobierno con el FMI para que los desembolsos del 2020 se anticipen al
2019, año electoral por cierto.
El
hecho es que Argentina no tiene quién le preste y acude al prestamista de
última instancia: el FMI, a una tasa menor de la que sugiere el acrecido riesgo
país de la Argentina.
No
es correcto el interrogante sobre impericia de gestión del gobierno, ya que más
allá de ciertas cuestiones que le discute la propia derecha a Macri, lo que
importa es la realidad de un ajuste que se ejecuta como si no hubiera
alternativa.
¿Cuál
es la respuesta esperable del FMI? Claramente de apoyo, mucho más con el
respaldo de EEUU al gobierno Macri. En estas horas, Donald Trump ratificó su
presencia para la Cumbre de Presidentes del G20 del 30/11 y 1/12 en Buenos
Aires. Debe verse como un respaldo a un amigo que contribuye al cambio de la
agenda latinoamericana.
En
ese sentido, el cambio político del 2015 en Argentina favoreció la iniciativa
política por el desarme de una estrategia alternativa de integración, caso de
Unasur o la CELAC; el retiro de Ecuador del ALBA-TCP y las agresivas campañas
contra gobiernos que no son funcionales a la estrategia sustantiva de EEUU.
Son
apoyos que juegan en la lógica política y son parte del debate del poder local.
Por ejemplo, con la devaluación mejoran los ingresos del sector gran
exportador, por lo que se reabre una discusión entre ellos sobre la vuelta o no
de las retenciones a las exportaciones.
Con
un dólar a 40 el jueves, a 38 el viernes, o a lo que sea desde el lunes
próximo, el ingreso por facturación de exportadores es gigantesco, por lo que
algunos en el poder señalan que algo tienen que poner para no perder la
totalidad, es decir, la primera experiencia constitucional de un gobierno de
derecha, no radical ni peronista, que podría habilitar un nuevo tiempo político
en la Argentina, más funcional con lo que ocurre en el mundo con empresarios en
la gestión presidencial.
El
apoyo político y financiero de Trump, EEUU y el FMI se disputa en la
cotidianeidad, por eso es que la tensión es entre un rumbo u otro del consenso
social.
¿Qué quiere la sociedad?
Es
difícil de responder el interrogante, y en todo caso es una cuestión cultural
relativa a que país pretende cada quién, con qué modelo productivo y de
desarrollo, para satisfacer que necesidades; derivadas del objetivo de la
ganancia o de la ampliación de derechos.
Se
trata de un debate necesario que a veces escamotea la urgencia de la
cotidianeidad, pero que resulta inevitable para quienes pretenden instalar un
proyecto político más allá de la gestión del capitalismo.
Buenos
Aires, 1 de septiembre de 2018
-
Julio C. Gambina es Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y
Políticas, FISYP
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y Twitter: @escuelanfp
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