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El fascismo está actuando en Santa Cruz, el gobierno debe investigar

Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...

Apunta nuestros nombres, Nikki

Por: Ricardo Bajo Herreras
La frase más terrible de la era Trump no la ha pronunciado Donald Trump. La frase que más miedo da la dijo una de sus “empleadas”, la embajadora de EEUU ante la ONU. Se llama como aquel fantástico piloto de Fórmula 1, Nikki, y se apellida como el cometa más grande y brillante, Haley. La señora no es grande ni brillante pero sí provoca pánico, como cuando pasó el cometa en 1910. La frase dice así: “Vamos a anotar los nombres de aquellos que no nos apoyen y nos aseguraremos de responder a eso adecuadamente”. ¿Se imaginan la frase con la música de fondo de Nino Rota para El Padrino? Yo, también.
Pero Nikki, otra multimillonaria en el gabinete de Trump, no se llama Nikki. Se llama Nimrata y se apellida Randhawa. Y sus padres son Ajit Singh Randhawa y Raj Kaur Randhawa, inmigrantes del estado de Amritsar, en India. Nikki tiene dos hermanos, Mitti y Charan, y una hermana, Simran, nacida en Singapur. Nikki tiene suerte. Ni la India ni Singapur están en la lista de siete países cuyos ciudadanos tienen prohibido ahora la entrada a Estados Unidos.
“Vamos a anotar sus nombres” también es la frase de Mauricio Macri que tiene algo en común con Trump: el endurecimiento de su política antiinmigración. Si para el gringo, los mexicanos son sospechosos, para su cuate argentino Macri, lo somos los bolivianos, los peruanos y los paraguayos. Me hace gracia que algunos medios “independientes” intenten trazar similitudes entre Evo y Trump por usar la palabra “pueblo” cuando la palabra que más usa Trump es “exclusión”, el vocablo favorito de la (extrema) derecha. ¿Cuántos meses van a tardar los señores de la derecha latinoamericana en abrazarse con Trump? ¿Cuándo vamos a  ver algún político boliviano dar la razón en algo a Trump? Pronto.
Trump no es un loco, ni un antisistema, ni un populista. No es la derrota del neoliberalismo, es un paso más, es una vuelta de tuerca, es el plan B. Trump es el sistema caminando hacia un presente-futuro neo-fascista, egoísta, xenófobo, misógino, racista y ultrapatriarcal. Y no es imprevisible, como muchos creen. Hitler escribió Mi lucha en 1925 y tardó siete años en llegar al poder, vía urnas, y aplicar todo lo que había a-nunciado en ese libro (no todos los libros son buenos, por cierto). Ni Hitler ni Trump aparecieron de la nada, más bien fueron y son consecuencia de un “huevo de la serpiente” recalentado por el odio y la ignorancia de sociedades enfermas, “analfabetas”, adormecidas y manipulables.
Trump no es un loco, ni una anomalía. No es populista, ni un antiestablishment. No es un “bocón” que no muerde, ni un impredecible. No es un outsider, ni un caprichoso. Pablo Gentili, secretario ejecutivo de Clacso, cree que “Trump es la cara de un sistema que ha decidido tener un presidente a la altura de su mandato de exclusión, opresión, muerte y dolor”. La extrema derecha es la radicalización de unos valores conservadores para encuadrar a unas clases populares y medias que se sienten abandonadas e indefensas ante una globalización injusta. ¿Por qué la salida no fue por la izquierda? Por chacras. Las izquierdas hemos sido incapaces de dar respuesta a ese desamparo que ha traído la penúltima crisis sistémica del capitalismo. Trump es el plan B autoritario del sistema, fracasado el A (el neoliberal).

Trump no es aislacionista, es “norteamericanocentrista”. Aspira y ordena en función a un unilateralismo extremo, su único “amigo” hasta ahora es Putin. Hasta ahora. Es una vuelta de tuerca del peor neoconservadurismo gringo. El resto son enemigos: China, Irán, la Unión Europea, Alemania, Merkel y por supuesto el Estado Islámico, monstruo alimentado por el sistema que mejor representa ahora el propio Trump. Monstruo que se ríe pues sobrevivirá gracias al discurso anti Islam. ¿Y América Latina? Como “débiles” (en el juego de la geopolítica mundial dinamitada) somos supuestamente pasto fácil para aplastar. Pero si estamos unidos, seremos una piedra en el zapato. Y ya saben cómo jode una pinche piedra en la zapato. Apunta nuestros nombres, Nikki Haley.

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