Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Arturo D. Villanueva Imaña (*)
Los
acontecimientos que se suceden día a día desde que se inició la VIII
Marcha de los pueblos indígenas de Bolivia en defensa del TIPNIS, nos
han ido mostrando y desnudando innumerables aristas del proceso de
cambio, así como de las medidas y acciones que se han tomado para
abordar y resolver el conflicto.
Como
resultado del balance público y político de lo sucedido hasta aquí, el
criterio ciudadano y popular percibe que todo lo que se ha repudiado en
el pasado a la derecha y los conservadores, ahora lo reproduce el
Gobierno; sea como violencia estatal, represión, delitos de genocidio y
violación de los derechos humanos, así como desarrollismo capitalista,
extractivismo, neoliberalismo y, lo que es peor, incumplimiento y
transgresión de la propia Constitución Política del Estado y los
principios democráticos, que constituyen el instrumento y referente
fundamental del proceso.
Al
respecto y como reacción a las insospechadas como vergonzosas y
decepcionantes medidas gubernamentales adoptadas, muchos sectores
populares y ciudadanos (incluidos miembros del propio gobierno), han
exigido la destitución y cambio de los ministros y autoridades que han
provocado los actos genocidas de represión y violencia, han puesto en
riesgo nada menos que la propia democracia o que, a su turno, encaran y
promueven medidas neoliberales que están en contra del mandato popular y
las directrices estratégicas del proceso de transformación democrático
cultural.
En este caso, siendo que no basta con el recambio de ministros y autoridades que, por lo demás, es una práctica recurrente que
se ha utilizado en el pasado para seguir haciendo más de lo mismo, sin
haber garantizado nunca la sanción ejemplarizadora contra los delitos
cometidos o las medidas antipopulares adoptadas, ni el cambio de
conducta demandada por el pueblo; se efectuará un punteo enunciativo de
lo que una gran mayoría del país (que ha prestado su apoyo y
comprometido su esperanza), reclama del Gobierno.
En
principio, es muy importante que el Gobierno y el Presidente del Estado
Plurinacional comprendan que el conflicto por el TIPNIS, no representa
de ninguna manera una movilización sectorial común por demandas
sociales, como parece confundir el Presidente Evo Morales; sino un
derecho Constitucional de cumplimiento obligatorio. Es decir, no es un
asunto que pueda o deba negociarse, sino una responsabilidad establecida
que debe cumplirse. Para comprobar este extremo basta remitirse a lo
señalado pertinentemente en la Constitución Política del Estado y las
leyes que aprueban y ratifican la Declaración de los derechos de los
pueblos indígenas de las Naciones Unidas y el Convenio 169 de la OIT,
amén de la Ley de la Madre Tierra también vigente.
Que lo
que se reclama es ética en la política, para desterrar prácticas
innobles de “ocultar la mano” cuando se han tomado decisiones para
reprimir (“reventar” dijo un dirigente colonizador que evidentemente no
guarda ninguna relación con el denominativo de intercultural que
se les asigna), contra una marcha justa que reclama por el cumplimiento
de sus derechos, o cuando no se tiene la decencia para reconocer lo
actuado y se imputa la responsabilidad a otras instancias de menor rango
y autoridad, con el agravante de que ello implica también promover y
favorecer la impunidad. Etica política que reclama congruencia entre el
discurso y la práctica, entre lo que dice la norma y lo que se aplica.
En fin, ética política, para no abandonar nunca los principios
permanentes y fundamentales que deben orientar el proceso, por el
interés y la conveniencia coyuntural o, peor aún, su contravención y
negación expresa.
Que lo
que espera el pueblo, es que el proceso de cambio responda a la
Constitución Política del Estado aprobada, y no a las órdenes y la
imposición intransigente de “quieran o no quieran”, que pretenden ser
acatadas bajo una equivocada comprensión de lo que se entiende por
compromiso revolucionario, cuando en realidad se trata de servilismo irreflexivo y acrítico, que por lo demás no aporta nada, sino que facilita argumentos a una oposición retrógrada y conservadora que quiere revertir el proceso.
Que lo
que se requiere es el aporte constructivo y propositivo de las
organizaciones sociales y populares, que deben garantizar y promover la
unidad y fortalecimiento del Pacto de Unidad, deben acabar con prácticas
coloniales de discriminación, sectarismo y corporativismo, al mismo
tiempo de desterrar el servilismo de dirigentes cooptados bajo prácticas
prebendales y patrimonialistas que desvirtúan, corrompen y envilecen al
proceso y su propia representatividad y liderazgo.
Que lo
que debe dejarse para el pasado son las prácticas de cuoteo y
copamiento institucional de las entidades del aparato estatal, que
generalmente están ligadas a componendas prebendales, para favorecer
procesos de institucionalización transparentes que aseguren una gestión
pública idónea, que garantice el cumplimiento de las tareas de
transformación establecidas en la Constitución.
Que lo
que reclama el pueblo es inclusión, interculturalidad, diálogo y
consenso, respeto a la diferencia y diversidad, soberanía y
descolonización; en sustitución de la exclusión, la descalificación, la
violencia verbal y policial, el enfrentamiento y la confrontación, la
beligerancia y el enguerrillamiento confrontacional y la ausencia
autocrítica.
En lo
que hace a la gestión gubernamental, lo que nos preguntamos es que si no
valdría la pena tomar en cuenta las siguientes ideas preliminares que
podrían contribuir a encarar mejor la gestión gubernamental. Por ejemplo
que los Ministerios de Educación y de Culturas no desatiendan la
construcción de infraestructura educativa, la creación de nuevos ítems
para maestros, el apoyo a las iniciativas artísticas o la protección del
patrimonio arqueológico; pero que, en cambio y en concordancia a la
envergadura del proceso de transformación democrático cultural,
prioricen la generación de políticas de descolonización y
despatriarcalización, así como estrategias y programas para lograr la
interculturalidad.
Que los ministerios de Economía y Planificación del Desarrollo, dejen de privilegiar únicamente
la obtención de nuevos recursos crediticios que incrementan nuestra
dependencia de los organismos internacionales y aumentan el
endeudamiento público, para atender el diseño e implementación de un
Plan Nacional de Desarrollo, bajo el enfoque del paradigma del Vivir
Bien en armonía con la naturaleza, incluyendo el sistema de seguimiento y
evaluación con indicadores de medición acordes al nuevo modelo, que
desde hace más de 5 años espera la población.
Que
los ministerios de Desarrollo Rural y Desarrollo Productivo continúen
concentrando sus esfuerzos para garantizar la seguridad y soberanía
alimentarias, pero no promoviendo solamente la construcción de
gigantescos silos de almacenaje acordes a la monoproducción extensiva e
industrial, o el establecimiento de empresas estatales no estratégicas
(como el papel y el cartón por ejemplo), que tienen un enfoque
empresarial y compiten con las iniciativas comunitarias ; sino más bien
orienten su apoyo al pequeño productor campesino, la agricultura
ecológica, la protección de semillas y los recursos genéticos y la
producción diversificada.
Que el
ministerio de Obras Públicas deje de concentrar esfuerzos en la
construcción de mega obras de infraestructura, cuyo enfoque está
estrechamente vinculado a los intereses transnacionales de comercio,
explotación de recursos naturales, conexión con el mercado
internacional, etc., para concentrarse en aquellas obras requeridas para
satisfacer la necesidad de energía de los pueblos y comunidades, la
comunicación, el intercambio y la complementariedad de productos y la
necesidad de proteger la naturaleza y garantizar la soberanía sobre la
propiedad de los recursos nacionales.
Que
los ministerios de Hidrocarburos y Minería, adopten en serio la
construcción de los procedimientos de consulta y participación de los
pueblos indígenas, sustituyan las normas liberales que aún se orientan a
la extracción y exportación de materias primas y concentren los
esfuerzos en un proceso de industrialización de los recursos naturales
no renovables, bajo el enfoque de armonía con la naturaleza y respeto a
los derechos indígenas.
Que
los ministerios de Medio Ambiente, Autonomías y Justicia secundaricen su
preocupación por ejecutar diversos y proyectos que distraen su
atención, para concentrar esfuerzos en temas tan importantes como:
garantizar el manejo sostenible de los recursos naturales en
concordancia con la visión del Vivir Bien; atender la protección de los
derechos indígenas y ambientales en consonancia con la normativa
constitucional; desarrollar e impulsar las diversas autonomías que
languidecen en la inacción; encarar la definición de normas para
resolver las disputas territoriales y limítrofes que existen en más del
90% de los municipios del país; enfrentar los problemas de racismo,
discriminación y exclusión que evitan la concreción del carácter
plurinacional de nuestro país y la descolonización.
Que los ministerios de la
Presidencia y Gobierno dejen de lado el enfoque confrontacional,
beligerante y violento que utilizan para abordar y resolver los
conflictos y movilizaciones sociales, para encarar una estrategia de
diálogo, construcción de unidad y fortalecimiento de las organizaciones
sociales, abandonando las prácticas prebendales y patrimonialistas de
cooptación de los liderazgos…
(*) Sociólogo, boliviano. La Paz- Bolivia, Septiembre 28 de 2011.
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