Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por
Ernesto Eterno
El sistema de salud y su escudo
epidemiológico boliviano está quebrado: el gobierno mediante el ministerio del
sector enfrenta dos epidemias al mismo tiempo, dengue en expansión y
coronavirus cercando el país, y al parecer no se tiene capacidad para resolver
ninguna de ellas bajo las actuales circunstancias. También está pendiente la
solución de una tercera enfermedad, regionalizada en el norte de La Paz,
llamada arenavirus, una enfermedad que produce fiebre hemorrágica con
consecuencias letales si no se diagnostica y trata oportunamente.
El riesgo de ingreso de la mortal
enfermedad asiática al país ha crispado al régimen al extremo que la Canciller
Karen Longaric planteó cierre de fronteras como una medida radical si fuera
necesario para evitar infiltraciones epidémicas en el país sin tomar en cuenta
que el coronavirus tiene la mala costumbre de ingresar por los aeropuertos
porque viene de muy lejos. Por su parte, el ministro de obras públicas,
sustituyendo grotescamente al ministro de salud, se puso públicamente a
explicar el uso de un escaner de temperatura corporal con rayos infrarrojos,
donado por el gobierno chino, ante la mirada atónita del responsable del sector
que quedó tan confundido como el propio auditorio. Por cierto, la usurpación de
funciones es ya una costumbre en un régimen que secuestró la voluntad del
pueblo boliviano.
Los actuales vendedores de
ilusiones creyeron que después del golpe de Estado y en el marco de la mal
llamada transición y pacificación vendría la luna de miel que los llevaría
finalmente a celebrar la victoria electoral de mayo del 2020. Empero
subestimaron el conjunto de problemas que enfrenta el país, en particular
aquellos que tienen relación con el sector de la salud pública.
El sistema de la salud pública en
general y el escudo epidemiológico en particular fueron trabajosamente
construidos a lo largo de más de una década pero fueron abruptamente demolidos
y ocupados como botín de guerra por la nueva administración golpista que,
además de hacer estallar en mil pedazos la democracia boliviana, devastó la
estructura sanitaria nacional.
Once millones de bolivianos están
a expensas de la improvisación y la escandalosa ineptitud del ministerio de
salud que ha perdido toda capacidad de enfrentar la actual crisis a lo largo y
ancho del país. En el caso de la epidemia del dengue la situación no puede ser
más atroz. Esta enfermedad está causando estragos en la región oriental del
país cuyas estadísticas de mortandad, principalmente en niños, están siendo
manipuladas en unos casos por el gobierno nacional y los departamentales y
encubierta, en otros, por los medios de comunicación. La investigación del
corresponsal boliviano Javier Aliaga para un medio francés (El dengue se ensaña
con los niños, France24.com) fue silenciado inmediatamente por el oficialismo
debido a la escandalosa estadística de niños enfermos y muertos en la capital
oriental.
Se estima que más de 30 personas
fallecieron como consecuencia de esta enfermedad, la mayoría niños y personas
de la tercera edad. La ciudad de Santa Cruz, la más afectada, a la que siguen
Trinidad, capital del Beni y Cobija capital de Pando y que suman dos terceras
partes de la geografía nacional, tienen prácticamente sus hospitales colapsados
con centenares de enfermos que no acceden a los medicamentes y no cuentan con
el suficiente personal profesional ni con el apoyo de los técnicos de salud. El
Deber, un periódico conservador, denunció que existen decenas de pacientes
tirados en las calles en los hospitales del Plan 3.000 y Villa 1° de mayo
esperando durante más de 8 horas atención médica (Pacientes de dengue esperan
en las aceras más de 8 horas por atención en salas hacinadas, ED, 16 febrero
2020). El Director del Servicio Departamental de Salud (Sedes) de Santa Cruz,
Marcelo Ríos, advirtió que el departamento enfrenta una “epidemia explosiva” y
reiteró que estaba claro que la epidemia estaba fuera de control. Tan fuera de
control se encuentra la expansión del dengue en el país que el propio ministro
de Salud, Anibal Cruz, ratificó la información del funcionario departamental
señalando que el dengue sería controlado recién en junio, pero no por la
eficiencia de su ministerio sino por la llegada del invierno.
De acuerdo a información de
prensa, Santa Cruz registra una epidemia explosiva con más de 3.000 casos
confirmados y alrededor de 30.000 afectados, calculándose que en los próximos
dos meses la población afectada podría sobrepasar los 60.000 enfermos, una
verdadera catástrofe humanitaria. Pero eso no es todo, el sistema nacional de
salud en general está virtualmente en crisis profunda debido a la falta de
transferencias y pagos, déficits de ítems y falta de medicamentos, factores que
están poniendo en riesgo la salud de la población además de la falta de
coordinación entre el sistema nacional y los gobiernos regionales y
municipales.
Respecto a la epidemia del
coronavirus hasta el momento no existe ninguna evidencia de su ingreso a
Bolivia a pesar de presentarse un caso que se encuentra en plena observación y
que habría dado negativo en los primeros análisis. No obstante, la falta de
condiciones adecuadas para enfrentar esta pandemia en el país son ciertamente
deplorables. No se cuenta con equipos ni personal adecuado en los puntos
críticos, – fronteras, terminales de buses internacionales o aeropuertos -,
peor aún, los recursos tecnológicos elementales o un sistema de alerta temprana
en la población para contener esta pandemia. El solo anuncio del presunto caso
en diagnóstico disparó el miedo y el pánico en la población al punto de agotar todo
el stock de barbijos en la red de farmacias privadas.
El problema de fondo no fueron
las fallas heredadas del sistema de salud del gobierno anterior, sino la
dependencia y sumisión ideológica al extranjero así como las decisiones
políticas que arrojó al sistema de salud al precipicio. El ministerio de salud
y su titular fueron un botín institucional entregado al Colegio Médico de
Bolivia por su papel en las protestas callejeras que finalmente condujeron a la
renuncia de Evo Morales. En un trabajo previamente coordinado desde la embajada
de los EEUU, en complicidad entre los ministros de salud y comunicación, Anibal
Cruz y Roxana Lizárraga, durante más de un mes dedicaron toda su atención,
trabajo y recursos a la búsqueda de pruebas o evidencias acerca de presuntas
actividades de inteligencia que habría desarrollado la brigada médica cubana,
desentendiéndose de sus tareas específicas. Durante un tercio de su gestión
recorrieron el país entero denunciado la injerencia política e ideológica
cubana en el sistema de salud sin mostrar una sola prueba, denunciaron cobros
millonarios por los servicios de la brigada médica y el pago de jugosos sueldos
que presuntamente habrían recibido los médicos cubanos así como gastos diarios
dispendiosos. Todo un arsenal de mentiras prefabricadas deliberadamente con el
ánimo de lastimar la reputación de la solidaridad del pueblo cubano que solo
entrega lo poco que tiene y no lo que le sobra.
Las autoridades del régimen
actuaron con saña digna del peor de los fascismos desplegando una feroz campaña
de mentiras y tergiversaciones contra Cuba, en particular contra la cooperación
médica cubana cuyo mandato procede de las entrañas oscuras de USAID. Se llegó
incluso a incitar mediante los medios de comunicación a la violencia contra el
personal extranjero con acusaciones falsas y detenciones arbitrarias y sin
debido proceso.
Por decisión de Palacio de
Gobierno, que a su vez obedecía disposiciones del gobierno norteamericano, se
dispuso que Cancillería proceda a la ruptura de relaciones diplomáticas con
Venezuela y Cuba, se expulse al cuerpo médico cubano, se allane la clínica del
colaborador violando flagrantemente la Convención de Viena, se suspenda todas
las atenciones médicas a lo largo y ancho del país y que se rompan contratos o
convenios de cooperación y servicios médico-científicos. La consecuencia de
este aberrante sometimiento al mandato extranjero dejó en la inermidad a
millones de bolivianos que hoy han dejado de recibir la atención médica básica
en capitales de departamento, ciudades intermedias, pero fundamentalmente en
comunidades rurales campesinas e indígenas. Suspender esos servicios médicos
para la gente más pobre del país ha significado un verdadero crimen de lesa
humanidad.
Ningún gobierno del mundo en los
casi 200 años de vida del país fue tan solidario con el pueblo boliviano como
el pueblo cubano. Basta recordar, siguiendo los datos oficiales del MINREX, que
“la cooperación médica con Bolivia se inició en 1985 con la donación de tres
salas de terapia intensiva para hospitales pediátricos. Desde el año 2006 hasta
el año 2012, Cuba asumió todos los gastos de la cooperación con Bolivia por
valor de más de doscientos millones de dólares anuales, lo que incluyó
equipamiento médico, medicamentos, insumos y material gastable, sostenibilidad
de la brigada cubana, la transportación aérea de los colaboradores y los gastos
en equipos médicos. Desde esa fecha, teniendo en cuenta la favorable situación
de la economía boliviana, este país asumió los gastos de la prestación de los servicios
médicos pero jamás transfirió un dólar a Cuba ni esta recibió ingreso alguno.
Simultáneamente, se graduaron de medicina en nuestro territorio 5 184 jóvenes
bolivianos, totalmente a expensas de la parte cubana.
Ninguna de las autoridades de
facto ha reconocido que, como resultado de la consagración y la conducta
profesional y estrictamente humanitaria del personal de salud cubano, cuyo 54%
era femenino, se ofrecieron en ese hermano país 77 millones 330 mil 447
consultas, se realizaron 1 millón 529 mil 301 intervenciones quirúrgicas, se
asistieron 60 mil 640 partos, se aplicaron 22 mil 221 vacunas y se hicieron 508
mil 403 cirugías oftalmológicas, servicios de los que ha sido desprovisto el
pueblo boliviano desde la salida de nuestros colaboradores de la salud”.
La pregunta que cabe hacerse en
este momento en el que Bolivia enfrenta esta doble epidemia, dengue y
coronavirus, es saber si el ministerio de salud, satélite político de la
embajada americana, será capaz de enfrentar estos riesgos que ponen en jaque la
vida de millones de bolivianos. Al parecer, la eficiencia con la que se
sometieron a tareas políticas indignas es inversamente proporcional a su
capacidad con la que hoy enfrentan la responsabilidad de salvar la vida de
nuestros compatriotas. Por cierto, no ha sido suficiente llevar a cabo
verdaderas masacres blancas en el ministerio de salud como tampoco condenar a
cientos de médicos formados en el extranjero a la informalidad profesional.
El ministerio de salud ha sido
muchísimo más eficaz en priorizar una política de venganza por encargo
extranjero que dedicarse a cuidar la salud de los propios bolivianos. Por ello,
en cada enfermo o en cada muerte que pueda ocurrir como consecuencia del dengue
o el contagio que pueda producir el coronavirus solo tendrá un responsable: el
régimen golpista que le rinde culto a la muerte y un ministro de salud sometido
a tareas indignas.
No hay duda que la política de
salud, en manos del Colegio Médico de Bolivia, está más enferma que nunca
puesto que hasta sus aliados más cercanos cuestionan el desempeño del gobierno
nacional. El Secretario General del Sindicato de Ramas Médicas de Salud Pública
(SIRMES), Fernando Romero, a tiempo de cuestionar la falta de ítems e insumos
médicos, advirtió al régimen que se decidiera a atender las demandas de su
sector o a la campaña política y que en caso de incumplimiento retornarían a
las calles. Más claro, agua.
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