Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por:
Ollantay Itzamná
Érase una vez, un país
vilipendiado y empobrecido (por casi dos siglos de República fallida), que por
obra/sacrificio casi “milagroso” de sus prominentes movimientos sociales
recobró su dignidad, y comenzó a crecer económicamente por encima del 4% anual
(cuando sus vecinos apenas alcanzan el 2% promedio) por más de una década
continua.
Consiguió una inédita estabilidad
política. Llegó a ser reconocido y estudiado como un fenómeno o milagro
económico regional. Mientras en el mundo, millones de la clase media caía en la
pobreza, en esa misma época, cerca de 3 millones de bolivianos dejaban de ser
pobres… El país dejó de ser habitado por analfabetos y pordioseros…
Por sus prominentes obras
materiales y simbólicas, el país se convirtió en un envidiable modelo de
“desarrollo con inclusión” para la región y el mundo.
Pero, cuatro jinetes del
“Apocalipsis boliviano” (Camacho, Mesa, Albarracín y Pumari), montados en una
juventud ingenua y tradicional clase media golosa, lograron materializar el
Golpe cívico-cristiano-militar contra aquel envidiable proceso boliviano, y en
cuestión de meses convirtieron a Bolivia en un país de la vergüenza.
Convencieron a la gran mayoría de
los bolivianos, desde las redes sociales y medios corporativos, que “Evo
Morales buscaba eternizarse en el poder mediante un fraude electoral…” “Que
Dios les había enviado a ellos para derrocar a Morales y restaurar la
democracia y la República boliviana”…
Consumaron el Golpe de Estado,
instauraron un gobierno de facto que denominaron de “transición” para que
“convoque a elecciones generales, libre y transparentes”. Encarcelaron a los
principales magistrados del Órgano Electoral anterior sin mostrar prueba alguna
del supuesto fraude electoral. Pero, una vez que conformaron el nuevo Órgano
Electoral, presidido nada menos que por el delegado de confianza designado por
Jeannine Áñez, ésta oficialmente se autoproclamó Presidenta y candidata
presidencial para las próximas elecciones generales del 3 de mayo.
Humillaron internacionalmente a
Bolivia con el Golpe de Estado. Masacraron a 36 indígenas que resistían al
Golpe acusándolos de terroristas (sin prueba alguna). Persiguen y criminalizan
a centenares de dirigentes sociales y/o del Movimiento Al Socialismo (MAS).
Cerraron cerca de 60 radio emisoras comunitarias (acusándolos de sedición).
Pusieron a sus familiares y amigos en puestos claves del Estado y en las
empresas públicas. Cortaron las subvenciones estatales asignados a los sectores
marginados. ¡Todo en nombre de la “restauración de la democracia”!. Lo más
vergonzoso, ¡intelectuales, escritores, académicos, aún dicen que: En Bolivia
no hubo Golpe de Estado!.
Luis Camacho confesó que fue su
padre quien negoció con la Policía y el Ejército para derrocar a Evo Morales.
Dos ex presidentes del país sostienen: “ahora, que la Presidenta transitoria
oficializó su candidatura a la presidencia para el próximo 3 de mayo, ya nadie
nos creerá en el mundo que en Bolivia no hubo Golpe de Estado”.
En este contexto, más allá de la
contienda por el relato sobre los sucesos del 10N reciente, Bolivia vive una
zozobra política similar a lo ocurrido a inicios del presente siglo. Esta vez,
ocasionada por la reyerta inescrupulosa entre los golpistas en función de
gobierno de facto que mantienen a bolivianos con el “Jesús en la boca”. Quizás
la diferencia sea que, ahora, existe una estructura sociopolítica (MAS-IPSP)
que frena o contiene la bronca social con la promesa de “vamos a derrotarlos
nuevamente en las urnas”, y así evitar la convulsión social para sacudirse del
Golpe.
Nadie sabe a ciencia cierta cuál
será el destino de la Bolivia promisoria de tiempos recientes. Lo único cierto
es que la usurpadora no abandonará fácilmente el poder, ni a las buenas, ni por
las urnas. Mucho menos, ahora, que Ella, mediante su magistrado designado
(Salvador Romero, Presidente del Órgano Electoral) controla todo el Órgano
Electoral Plurinacional de Bolivia.
Recuerde que Ella tomó la “banda presidencial”
de la mano del jefe de las Fuerzas Armadas para completar el período
constitucional. Dicho período concluyó el 22 de enero pasado. Pero, la
autoproclamada, lejos de acelerar su salida del poder, se “atornilla” en la
silla presidencial. Y para “encarar su campaña electoral” reorganiza a todo su
gabinete ministerial para convertirlo en su equipo de campaña con dinero
público.
Los jinetes del “Apocalipsis
boliviano”, ahora, excluidos por la usurpadora en ejercicio, no tienen muchas
opciones: o se juntan, o persisten en sus desgastadas candidaturas
presidenciales por separado, o abandonan el proceso electoral… Lamentablemente,
la oportunidad del MAS sigue siendo la debilidad de los golpistas…
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