Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Antonio Peredo Leigue
Septiembre 21, 2011
El que más, el que menos seguramente está
aplaudiendo, aunque sea en la intimidad, la movilización en defensa del Parque
Nacional Isiboro Sécure. ¿Por qué?, pues ocurre que, en estos tiempos, todos
nos hemos convertido en expertos ecólogos y ambientalistas. Sabemos cuáles son
la extensión, población, características y atributos de vida que tiene ese
territorio por cuya apropiación hay un diferendo casi centenario entre Beni y
Cochabamba. El diferendo ha quedado traspapelado hoy, cuando se discute la
conveniencia o perjuicio de construir una carretera que lo atraviese. En ese
empeño vale todo: hay quienes se movilizaron para hacer una carretera hacia el
norte de La Paz
atravesando el Parque Madidi, “porque es necesaria para el progreso de nuestra
región” y hoy son defensores de la integridad del TIPNIS.
Hace muchos años, siendo director de un
semanario ya desaparecido, participé de una polémica nacional sobre la
protección del medio ambiente. Por entonces, la deuda externa de Bolivia
significaba tres veces el conjunto de las exportaciones anuales del país. Los
bancos acreedores, mirando en perspectiva la política que entonces se
implementaba aquí, pusieron a la venta los bonos de la deuda boliviana, a un
valor mínimo: 11 centavos por cada dólar.
Una ONG ambientalista, norteamericana para más
datos, compró bonos por un equivalente de 600 millones de nuestra deuda y los
ofreció al gobierno de entonces a cambio de un compromiso firmado y ratificado,
mediante el que se obligaba él y los sucesivos gobernantes, a mantener intocada
una determinada extensión del territorio nacional. Pomposamente, uno de los
superministros que había nombrado aquel presidente, viajó a Estados Unidos y
firmó el compromiso, recibiendo los bonos respectivos. A continuación, afirmó
que, en esas condiciones, él estaba dispuesto a vender todo el territorio
nacional. Insisto en que la palabra que usó fue “vender”. No voy a repetir lo
que entonces dije al respecto, que no fueron aplausos, por supuesto.
Ese tipo de defensa del medio ambiente se
ajusta a las concepciones y los principios de quienes hoy se rasgan las
vestiduras por el TIPNIS mientras siguen ampliando sus negocios que rivalizan
en la depredación del medio ambiente. Personalmente, no creo en esos personajes
que estarían en contra de un ferrocarril bioceánico, por decir algo distinto, si
es otra forma de atacar al gobierno del presidente Evo Morales.
Pero creo en los pobladores del Parque Isiboro
Sécure. Creo en su derecho a reclamar por la seguridad del territorio que
habitan. Tienen derechos reconocidos por la Constitución
Política del Estado promulgada en febrero de 2009. Les asiste
la protección de tratados internacionales, de los que Bolivia es uno de los
primeros firmantes, con plena ratificación del Congreso.
Considero que ese parque y los otros que son la
reserva ambiental que debe resguardar Bolivia con leyes y otras normas, no
pueden ser tratados como áreas que se dividen en núcleo y zonas adyacentes; son
unidades y, cualquiera sea la parte afectada, se degrada el conjunto del parque.
Estoy conciente que allí viven pueblos absolutamente minoritarios cuya
identidad, cultura, idioma y características étnicas, proclamamos respetar en
nuestra Constitución.
Es cierto que la vertebración del país es
necesaria como la forma básica de unidad nacional. Pero no podemos hacerlo a
costa de algunos pueblos que sufrieron la brutalidad de los patrones de antes y
que ahora se sienten engañados.
“En tiempos inmemoriales se erigieron montañas,
se desplazaron ríos, se formaron lagos. Nuestra amazonía, nuestro chaco,
nuestro altiplano y nuestros llanos y valles se cubrieron de verdores y flores.
Poblamos esta sagrada Madre Tierra con rostros diferentes y comprendimos desde
entonces la pluralidad vigente de todas las cosas y nuestra diversidad como
seres y culturas”.
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