Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: Maria Luisa Ramos Urzagaste
Se
dice que las futuras guerras serán por el agua, pero lo cierto es que hoy ya se
libera una lucha entre la apropiación del agua por parte de las
transnacionales, frente a millones de ciudadanos que no tienen acceso al
líquido elemento. Es una lucha entre la codicia del lucro privado y el derecho
humano al agua de millones de ciudadanos.
Si
bien es cierto que hay suficiente agua dulce en el planeta, el problema es que
su distribución no es la adecuada ni la más justa.
El
70% de todas las aguas extraídas de los ríos, lagos y acuíferos se utilizan
para el riego y solo el 10% se destina al abastecimiento de agua potable para
la ciudadanía.
Según
la ONU, 3 de cada 10 personas en el mundo carecen de acceso a servicios de agua
potable seguros y 6 de cada 10 carecen de acceso a instalaciones de saneamiento
gestionadas de forma segura.
En
cuanto a América Latina y el Caribe, más de un tercio no tiene acceso al agua
"gestionada de forma segura".
Alrededor
del líquido elemento se disputan grandes intereses y se generan conflictos como
los que viven muchos países como Honduras, Argentina, Brasil, Paraguay y
Uruguay, etc. Al otro lado del mapa mundial, Palestina, la República
Democrática del Congo, son países donde el acceso al agua hace la diferencia
entre la vida y la muerte.
El
agua es un derecho humano
Luego
de intensos esfuerzos, el año 2010, Bolivia junto a otros países logró que la
Asamblea General de la ONU reconociera explícitamente que "el derecho al
agua potable y el saneamiento es un derecho humano esencial para el pleno
disfrute de la vida y de todos los derechos humanos".
A
los países les queda claro que deben buscar soluciones al problema. Para ello
los Gobiernos ejecutan diferentes esquemas. Pero la preocupación surge cuando
los Parlamentos y Gobiernos buscan 'transferir' a la empresa privada la
responsabilidad que le toca asumir al Estado.
El
caso de la República de El Salvador
Según
la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL, en El Salvador
más del 40% de sus habitantes vive en situación de pobreza.
Los
datos que publica el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales son aún
más lapidarios puesto que "más de 1,5 millones de personas no tienen
acceso al agua y el 75% de las grandes industrias carecen de sistemas de
tratamiento de aguas servidas".
El
90% de los ríos del país están contaminados por vertidos domiciliares sin
tratamiento y casi el 60% de la población rural no tiene acceso al agua.
A
esta calamitosa situación se suma que la mora en el pago del servicio fue tan
alta, que en enero de 2019, el entonces presidente Sánchez Cerén exoneró a los
usuarios en mora, de los intereses moratorios y los recargos por pago
extemporáneo, permitiéndoles obtener la reconexión del vital líquido.
Durante
su gestión Sánchez Cerén promovió una reforma constitucional al artículo 69 de
la Constitución Política del Estado de El Salvador, para garantizar el derecho
humano al agua y la alimentación. Dicha iniciativa incluso contó con el apoyo
de la ONU, pero la oposición no lo permitió.
Un
derecho humano incompatible con el interés privado
La
sociedad salvadoreña en su conjunto entiende que es vital resolver el problema,
por ello el Congreso lleva ya varios años buscando aprobar una Ley de Aguas.
Si
bien el actual anteproyecto define que "el derecho humano al agua y el
saneamiento es fundamental e irrenunciable", no obstante, lo que preocupa
a la población es la posible privatización del sector mediante la creación de
un 'ente rector' o figura similar, con participación de las empresas privadas.
La
Procuraduría de El Salvador lamentó la propuesta de conformar una Junta
Directiva de la Autoridad Nacional del Agua (ANA), con participación del sector
privado. Argumenta que, por la naturaleza de ese sector, su objetividad puede
estar gravemente comprometida.
Según
la Alianza contra la privatización del Agua "se trata de un proyecto
exclusivo para las clases altas de nuestro país" por tanto se hace
necesario frenar este matrimonio declarado entre empresa privada y Estado que
atenta contra el agua, el medio ambiente y la vida.
Otro
aspecto que genera preocupación son los permisos que podría otorgar el
Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales.
Informar
mediante un cartelito
El
artículo 70 del anteproyecto propone que el Ministerio de Medio Ambiente y
Recursos Naturales podrá autorizar a particulares a través de un permiso, el
uso o aprovechamiento del agua y "solo en casos excepcionales se hará
divulgación pública sobre el proyecto en cuestión, y los posibles afectados
tendrán 10 días para reaccionar".
Se
dispone además que, en los casos excepcionales, se haga una publicación
nacional en la prensa y además "por medio de un cartel". Dicho
anuncio de cartel deberá ser fijado en las alcaldías municipales
correspondientes.
¿Se
imagina usted a padres, madres, campesinos, trabajadoras de maquilas,
estudiantes, vigilando a diario las alcaldías para enterarse de si han colgado
algún cartelito por ahí, que le signifique a la larga, riesgo de enfermedades e
incluso su vida?
La
carga de la prueba cae en los posibles afectados
Más
aún, el artículo 85 propone que, en el caso de los proyectos grandes, los
afectados deberán exponer "razones de hecho y de derecho para no conceder
la autorización" y deben adjuntar "las pruebas que tengan en su poder
o señalando donde se encuentran, si estas existieren".
Al
leer esto uno se pregunta, ¿y dónde está el Estado? ¿Por qué deben ser los
ciudadanos de a pie, quienes deban demostrar la inviabilidad de un proyecto?
¿acaso no es el Estado el llamado a buscar el bienestar de sus ciudadanos?
Estas
son apenas algunas pinceladas, que justifican claramente la preocupación de la
gente.
Chile
y Bolivia, dos antípodas
En
febrero de 2000, el entonces presidente y exdictador de Bolivia Hugo Banzer, azuzado
por el Banco Mundial, privatizó el servicio de suministro de agua a Cochabamba.
Bolivia ese tiempo vivía uno de los momentos históricos más nefastos por la
imposición del modelo neoliberal que solo dejó pobreza y debilitó al Estado.
El
contrato de privatización del agua fue adjudicado a un consorcio multinacional.
Poco después, surgieron quejas sobre el aumento de las tarifas del agua, que se
incrementaron hasta llegar a un 300%.
El
pueblo cochabambino organizado logró la anulación del contrato de privatización
en una movilización conocida como "la guerra del agua".
Con
tal nefasta experiencia, el pueblo boliviano el año 2009 aprobó en la nueva
constitución política que "el agua constituye un derecho fundamentalísimo
para la vida, en el marco de la soberanía del pueblo".
La
carta fundamental de Bolivia define que los recursos hídricos en todos sus
estados, constituyen recursos finitos, vulnerables, estratégicos y que cumplen
una función social, cultural y ambiental, por tanto "no podrán ser objeto de
apropiaciones privadas".
En
Chile la propiedad del agua fue privatizada
La
Constitución Política adoptada en 1980 durante la dictadura de Pinochet, define
el agua como un bien privado y no como un derecho humano, al otorgar "la
libertad para adquirir el dominio de toda clase de bienes" donde "los
derechos de los particulares sobre las aguas, otorgarán a sus titulares la
propiedad sobre ellos".
El
código de aguas de Chile indica que el derecho de aprovechamiento sobre las
aguas es de dominio de su titular, quien podrá usar, gozar y disponer de él y
puede ser incluso hipotecado.
Como
resultado de ésta política, según el Centro de Derechos Humanos de la
Universidad Diego Portales, las empresas estatales y municipales cubren un 4,3%
de los servicios de agua potable, mientras que las empresas privadas manejan el
95,7% del mercado.
Según
la misma fuente, la falta de prevención en la garantía del derecho humano al
agua potable significó, en los últimos años, cortes significativos de ese
servicio para los usuarios.
Por
su parte, el movimiento por la defensa del agua, la tierra y la protección del
medio ambiente (MODATIMA) afirma que "el agua no es, ni puede continuar
siendo una mercancía, por tanto no debe continuar privatizada, ni dejada al
arbitrio de las especulaciones del mercado".
La
lucha por hacer valer el derecho humano al agua es tortuosa para los activistas
sociales que se manifiestan por la necesidad de recuperar y defender el agua.
¿Estados
al servicio de las compañías transnacionales?
Lo
que ocurre actualmente en Chile como en El Salvador debe servir de espejo y
alerta por lo que pueda suceder o ya está sucediendo en muchos países donde
pretenden privatizar el agua.
La
privatización, a menudo, es presentada como la única forma de hacer más
eficiente la prestación de algún servicio o la administración y explotación de
algún recurso.
Este
no debería ser el caso del agua, pues al tratarse de un derecho humano, es
completamente impropio 'delegar' su gestión o su propiedad a la empresa
privada.
Cuando
el Estado se desentiende de sus obligaciones frente a sus ciudadanos, y
transfiere o delega sus deberes al sector privado, este último, por su
naturaleza, lo que hará es convertir a los ciudadanos en clientes, y el agua en
una mercancía.
El
ser cliente significa que, si la persona no tiene capacidad de pago, pierde el
derecho al servicio. Así de simple. Es cuestión de estar dentro o fuera del
mercado. Estar 'fuera del mercado" implicará mayor pobreza, enfermedades y
muerte.
En
la lógica de apropiación privada del agua subyace una cruda verdad, que en
términos económicos se denomina "demanda inelástica", entendida como
aquella demanda de mercado que no sufre variación, a pesar de que el precio del
producto se eleve.
Esto
ocurre con la demanda del agua, por el hecho de ser un elemento vital para la
vida que no tiene sustitutos. Esta característica proporciona a las compañías
privadas la certeza de que su requerimiento no disminuirá, incluso si los
ingresos de la familia bajan o si el precio se incrementa.
Es
justamente por esta razón que la responsabilidad de los Estados en la
protección de la vida y los derechos de sus ciudadanos es mayor y no debe ser
transferida a terceros. Son los Estados los que deben buscar ser eficientes y
justos.
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