Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
Por: José Elosegui
desde Durban, Sudáfrica
La 17ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de
las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP17), que reunió a unos 190
países en Durban, Sudáfrica, del 28 de noviembre al 10 de diciembre, llegó a su
fin con un resultado tan desalentador como amenazante: compromisos
extremadamente bajos, cuando no nulos, de reducción de emisiones contaminantes
de los países industrializados.
En Durban se alcanzó un plan de varios puntos. Tres de los
más destacados son: la ampliación del 2013 al 2017 del Protocolo de Kioto,
único instrumento legalmente vinculante que obliga a los países desarrollados a
reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero; el impulso al Fondo Verde
del Clima —para la adaptación y mitigación del cambio climático en los países
más vulnerables—, y la llamada Plataforma de Durban para negociar y firmar un
pacto lo antes posible, a más tardar en el 2015, para combatir el cambio
climático (entraría en vigor en el 2020).
Los países desarrollados, responsables históricos de la
crisis del clima, se las arreglaron para colocar algunas de sus pretensiones en
los textos a negociar, intentaron por todos los medios dar muerte al Protocolo
de Kioto, y presionaron a las economías emergentes, con China e India a la
cabeza, para que acepten compromisos obligatorios que según el Protocolo de
Kioto no les corresponden.
Fuera del Centro Internacional de Convenciones (ICC) de
Durban, donde se realizaron las tratativas internacionales, campesinos,
indígenas, trabajadores, agricultores sin tierra, pescadores, mujeres,
ambientalistas, entre otros, renovaron sus demandas de justicia climática en
diversas manifestaciones y actividades.
El 9 de diciembre, casi al término de las negociaciones,
cientos de personas se manifestaron dentro del ICC, cuestionando duramente los
mercados de carbono y en demanda de reducciones radicales de emisiones por
parte de las naciones desarrolladas, entre otras cosas.
Cuestionada Plataforma de Durban
Organizaciones sociales presentes en Durban manifestaron que
lo más preocupante es la Plataforma de Durban, impulsada por la Unión Europea y
que básicamente estipula una nueva línea de negociación para un futuro nuevo
acuerdo contra el cambio climático. Ese nuevo tratado incluiría reducciones de
emisiones contaminantes, pero no necesariamente obligatorias, y abarcaría
también a las economías emergentes.
“Con este nuevo desarrollo las acciones eficientes contra el
cambio climático se demorarían de 5 a 10 años”, lamentó la federación
ambientalista Amigos de la Tierra Internacional en un comunicado de prensa.
Si bien el contenido de un posible nuevo acuerdo tendría que
ser negociado, muchos países desarrollados, con EEUU a la cabeza, presionan por
un nuevo sistema, basado en “promesas” de reducción de emisiones y no en
obligaciones como estipula el Protocolo de Kioto. EEUU, junto con Canadá, Rusia
y Japón, encabeza la lista de los que más atentan contra ese instrumento legal,
insuficiente pero necesario para frenar la acumulación de gases de efecto
invernadero en la atmósfera. Canadá ya confirmó que se sale del Protocolo de
Kioto.
Expertos científicos aseguran que de mantenerse la actual
tendencia de emisiones de gases de efecto invernadero que provocan el cambio
climático, el aumento de la temperatura global promedio podría superar los 4º
Celsius en comparación con los niveles pre-industriales, y las consecuencias de
ese calentamiento podrían alcanzar niveles catastróficos. Para ellos el
incremento de la temperatura no debe superar los 2º.
Mientras los países ricos no han mostrado mayor disposición a
otorgar el financiamiento necesario para la adaptación y la mitigación del
cambio climático, EEUU, Reino Unido y Japón presionaron en Durban para que las
corporaciones transnacionales y financieras accedan directamente al Fondo Verde
para el Clima, creado en la COP16 de Cancún.
Numerosos movimientos y organizaciones sociales
latinoamericanos llegaron hasta Durban para hacer oír sus demandas, en el marco
de la lucha internacional por justicia climática. Si bien no dejan de tener una
mirada global, los eventos extremos en América Latina y el Caribe, como las
intensas lluvias, inundaciones y grandes sequías, y sus consecuentes impactos,
les preocupan especialmente. La pérdida de cultivos en el medio rural, el
desabastecimiento de alimentos, las afecciones sobre el ganado, el
desplazamiento de comunidades locales, son nada más que algunas consecuencias
del cambio climático que amenazan con agravarse.
El dirigente campesino mexicano Alberto Gómez, del movimiento
social Vía Campesina internacional, dijo a Noticias Aliadas que “es prioritario
participar en las COP para presentar las preocupaciones y soluciones de los
trabajadores del campo”.
Gómez manifestó especial preocupación por la inclusión de la
actividad agrícola en las negociaciones, para reducir y capturar gases de
efecto invernadero, con presiones para habilitar mercados de carbono asociados
a ella.
“La agricultura campesina es una alternativa siempre, es una
solución real, y no debe estar arriba de la mesa para buscar cómo hacer más
negocios”, dijo.
Reivindicó el “Acuerdo de los Pueblos”, surgido de la
Conferencia Mundial de los Pueblos sobre Cambio Climático y los Derechos de la
Madre Tierra, realizada en abril del 2010 en Cochabamba, Bolivia. Ese acuerdo
reclama a los países desarrollados que se comprometan con metas cuantificadas
de reducción de emisiones para el segundo periodo de compromisos del Protocolo
de Kioto, y estipula que esas reducciones deben ser de al menos 50%, con 1990
como año de referencia.
El documento también señala que los países industrializados
deben reconocer y honrar su deuda climática, que debe ser pagada con el recorte
de emisiones contaminantes de forma drástica, el traspaso de fondos al Sur
global para la mitigación y adaptación del cambio climático, y de tecnologías
para un desarrollo limpio y sustentable.
Las mujeres, las más afectadas
Según varias organizaciones y movimientos feministas
presentes en la COP de Durban, son las mujeres las que más sufren el cambio
climático. Ellas son las encargadas de asegurar la subsistencia en sus comunidades
y ese trabajo se dificulta ante los eventos climáticos extremos. No obstante,
la lucha de las mujeres va más allá de lo que pasa en esas comunidades.
“Estamos acá como parte de un proceso global de resistencia
al capitalismo, que es patriarcal y que hoy se está expandiendo cada vez más
para la mercantilización de la naturaleza en todos los niveles”, dijo a
Noticias Aliadas la activista brasileña Tica Moreno, de la Marcha Mundial de
las Mujeres. “Es un momento para posicionar de nuevo al feminismo como parte de
ese enfrentamiento global al capitalismo patriarcal”.
Son diversos los representantes de la sociedad civil
latinoamericana que colocan el sistema capitalista neoliberal en el centro de
las causas del cambio climático. La crisis climática, así como la alimentaria y
financiera, responden a esta misma causa, de acuerdo a esta visión.
Los mecanismos de mercado hoy “se están apropiando del
trabajo de las mujeres, del tiempo de las mujeres, como si fuese un recurso
inagotable del sistema, de la misma forma que hace con la naturaleza”,
consideró Moreno. “Nuestra idea aquí es justamente mostrar una perspectiva
feminista sobre cómo la mercantilización de la vida está interconectada en
todas las esferas, naturaleza, trabajo, machismo”.
Al igual que la Vía Campesina, la Marcha Mundial de las
Mujeres levanta la bandera de la agricultura campesina, de la agroecología y de
la soberanía alimentaria, como soluciones reales al cambio climático.
Según Moreno, “la justicia climática tiene una dimensión de
igualdad muy fuerte. Significa que las mujeres deben tener autonomía sobre sus
cuerpos, sus vidas, sus trabajos, tienen que tener una vida libre de violencia.
En resumen, la justicia climática es posible si hay relaciones igualitarias entre
hombres y mujeres en todos los espacios de la vida".
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