Por: Camilo Katari
En Bolivia, las fuerzas paramilitares se adueñan de las ciudades del eje central. Tratan de repetir su hazaña de noviembre del año 2019. Esta es la señal inequívoca que no existe gobierno, ni Estado de derecho.
La acumulación de equívocos en la
gestión de la crisis política y de salud, ha debilitado al gobierno de facto,
de tal manera que sus propios promotores ahora le cuestionan; “¿Cómo debo
llamarla presidenta o candidata?….porque no hay gobierno” una representante de
un partido político de la derecha boliviana.
Hemos llegado a un nivel de
descomposición del régimen, que cualquier respuesta que pueda dar, ya no será,
ni creíble ni efectiva para desmovilizar a los que se encuentran en los puntos
de bloqueo.
Por su parte los y las
dirigentes, en los puntos de bloqueo, han fijado su posición y es que la salida
a la crisis pasa por la renuncia del gobierno de facto.
La presencia de los paramilitares
en las ciudades, no se puede repetir en los bloqueos que ya han pasado la
centena y tienen paralizado al país. La radicalidad de la medida ha llegado a
las zonas más remotas, y en número los bloqueos son cuatro veces mayores en
número que los bloqueos del año 2003, que obligaron la renuncia de Gonzalo
Sánchez de Lozada.
El único sostén del gobierno, es
el ejército y la policía, policía que está repitiendo su carácter
anticonstitucional porque está dando protección y facilitando los
desplazamientos de las bandas paramilitares. Es innegable que muchos oficiales
tienen que ser sometidos a las leyes una vez retorne el Estado de derecho.
Los intereses económicos,
principal motivo del golpe en el 2019, nuevamente se encuentran financiando
esta represión al pueblo boliviano, y como han declarado varios dirigentes, no
es el MAS quien se encuentra movilizado, si no es el pueblo que se ha cansado de
la arbitrariedad y el saqueo de un gobierno que tenía como única tarea convocar
a elecciones en un plazo de 90 días. La postergación por cuarta vez del retorno
a la normalidad democrática ha sido la gota que desbordó el vaso de la
paciencia, en un pueblo que soportó la mentira, el pillaje y el
desmantelamiento del Estado.
El escenario boliviano es un
escenario de confrontación y nuevamente nos encontramos en la disyuntiva de
recuperar el Estado para la diversidad de naciones y pueblos que habitan el
territorio boliviano, o por el contrario volver al Estado indigno y pobre del
siglo XX.
El fantasma de Tomás Katari,
Bartolina Sisa, Kurusa Llawe, Gregoria Apaza, Tupak Katari, Zarate Willka,
Dimitila Chungara, Marcelo Quiroga Santa Cruz y Luis Espinal, acecha al Palacio
Quemado, demandando una vez más: Libertad.
Comentarios
Publicar un comentario
Escriba sus comentarios