Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...
En el año 1780 todo el
altiplano de lo que hoy es Bolivia se hallaba convulsionado con la sublevación
de Tupac Katari. En las principales ciudades coloniales como Potosí,
Charcas (hoy Sucre), La Paz (Chuquiago) sonaban los pututus anunciando el
levantamiento después de tantos años de abusos españoles.
Para los españoles
dominar la insurrección era cuestión de vida o muerte. Si vencían los rebeldes,
acababa el poderío de España no solo en las colonias americanas, sino en todo
el imperio, en cuyos dominios nunca se ponía el sol.
Para los indios el
triunfo de la sublevación significaba la recuperación de su libertad,
territorio y riquezas o su definitiva claudicación ante el poderío de los
blancos, de esa otra raza que llegó allende los mares para hacerse dueña de sus
riquezas y someter su cultura milenaria.
La vida en los pueblos
de la colonia era cada vez más insoportable para los indios originarios. Los
cargos públicos, con una que otra excepción, estaban monopolizados por los
españoles o sus descendientes criollos. Todas las riquezas que se extraían de
Potosí y de las otras minas del Alto Perú eran conducidas a la metrópoli, quedando
su producto como beneficio para el tesoro español y para los aventureros que
habían cruzado los mares en busca de riquezas en el nuevo mundo. Los
corregidores españoles se confabulaban con los curacas (líderes indios serviles
a la colonia), curas y gobernadores, para oprimir a los indios,
encarcelándolos, torturándolos y violando a la mujeres que no tenían ningún
derecho ya que eran esclavas. Por estas causas muchos huyen hacia otras
tierras, otros se suicidan junto a su familia o quiebran los brazos y piernas
de sus hijos para que no sean esclavizados en las minas o en las haciendas.
El corregidor de
Chayanta, provincia de Potosí, Joaquín A Los y Bru, conjuntamente con el
recaudador de impuestos reales, inició una verdadera expoliación a los indios
de aquella provincia, aumentando en forma considerable el tributo que debían
pagar. El cacique de Macha, Tomas Katari, tomó la representación de las
comunidades originarias de la provincia de Chayanta y viajó, primero a Potosí y
después a Charcas, a reclamar por el aumento del tributo real. Pero, sus
reclamos fueron inútiles tanto en Potosí como en Charcas.
No hubo autoridad que
atienda y considere sus reclamaciones, ratificándose, por el contrario, la
elevación del tributo sobre las tierras de origen y aprobándose las medidas
adoptadas por el corregidor Alor y Bru. Tomas Katari, con mucho sacrificio
emprendió viaje a la lejana ciudad de Buenos Aires de la que dependía el Alto
Perú, allí se entrevistó con el virrey José Vertiz quien se comprometió a darle
una recomendación para que le atiendan las autoridades de Charcas y Potosí.
Katari se presentó ante la Real Audiencia de Charcas enseñando la recomendación
del virrey, entonces el fiscal de la audiencia, José Castillo, al hacerse cargo
de dicha recomendación pidió informe al corregidor de Chayanta, el informe de
este justificaba el aumento y desprestigiaba y humillaba a Tomas Katari. Cuando
Katari regresó a su casa fue tomado preso, acusado de provocar perturbaciones
en el cobro de los impuestos. Este hecho exacerbó los ánimos de los originarios
quienes atacaron a la guardia española que custodiaba a Katari, hasta ponerlo
en libertad. Luego de esto vengaron la humillación degollando al recaudador de
impuestos de apellido Bernal.
El corregidor Joaquín A
Los y Bru mandó detener a Katari, considerado el cabecilla de esta revuelta. Lo
hizo conducir a Charcas para su juzgamiento por los delitos de rebelión y
asesinato. El 24 de agosto de 1780 el mismo corregidor de Chayanta dispuso que
en el pueblo de Pocoata se levante las nóminas de los indios que debían viajar
a las minas de Potosí en calidad de mitayos (servidumbre minera). Para el
efecto, Alos y Bru se trasladó personalmente a Pocoata.
Cuando ya se iniciaba
el empadronamiento, uno de los indios quechuas que se encontraba en el grupo de
los que debía viajar a Potosí, dio el grito de rebelión. Inmediatamente todos
se levantaron contra el reducido contingente de españoles encargados de su
custodia. Dieron muerte a casi todos y al resto los detuvieron, entre ellos al
corregidor a quien condujeron hasta el pueblo de Macha.
A la llegada de los
insurrectos a esta población no hubo resistencia, los españoles que allí se
encontraban escaparon dejando el pueblo a los rebeldes.
Consumada la rebelión
en Macha y en Pocoata, se extendió a otros caseríos y poblados quechuas, en los
que en breve tiempo circuló la noticia de la sublevación. Asumieron la jefatura
del movimiento Dámaso y Nicolás Katari, los dos hermanos de Tomás.
Tan pronto como
tuvieron establecidos sus reductos, enviaron emisarios a Charcas, exigiendo la
libertad de Tomas Katari y haciendo saber a los oidores (funcionarios
estatales) de la Audiencia de Charcas, que conservarían como rehenes al
corregidor de Chayanta y al resto de los españoles y que, en caso de no liberar
a Tomás Katari, los degollarían.
Ante esta amenaza la
Real Audiencia de Charcas puso en libertad a Tomas Katari quien regresó a
Macha, no solo con mayor prestigio ante sus compañeros, sino decidido a
terminar con los abusos de los españoles.
Y la rebelión creció
por todas partes: La Paz, Oruro, Cochabamba, Tarija, unos tras otros los
caseríos se fueron uniendo a la insurrección.
Los rebeldes hicieron
base en Chayanta (Potosí). En las regiones aymaras de La Paz comenzó a
despuntar otro líder, Julián Apaza, conocido como Tupac Katari, nombre que
adoptó en homenaje a Tupac Amaru (inca rebelde del Bajo Perú) y a Tomás
Katari. Antes de comenzar la guerra había sido sacristán en la parroquia
de Ayo Ayo situada a noventa kilómetros de la Paz. Su esposa Bartolina Sisa se
unió a él cuando tenía 25 años. Bonifacio Chuquimamani, otro de los líderes del
levantamiento, tomó el nombre de Manuel Clavijo.
El 13 de marzo de 1781
el Ejército Aymara decide someter a la ciudad de La Paz (conocida también como
Chuquiago), sitiándola. En la Ceja de El Alto se levantó el campamento desde el
cual se divisaba la ciudad. A todo esto la ciudad preparaba su defensa,
Sebastián de Segurola, brigadier español, fue el líder de las milicias.
Con el paso del tiempo
comenzaron a faltar los víveres y el agua en la ciudad. Todos los días el
ejército katarista atacaba la ciudad, utilizando grandes pelotas hechas con
lana de oveja, empapadas con aceite o impregnadas con pólvora, que arrojaban a
la ciudad para causar incendios, cansar al enemigo y desgastarlos para la
lucha.
El 21 de mayo Tupac
Katari se aleja con rumbo norte para asegurar otras posiciones y el grueso del
ejército aymara queda bajo la dirección de Bartolina Sisa, su misión es cuidar
que el cerco a Chuquiago no se debilite. Los españoles, al ver a una mujer en
la dirección, envían 300 soldados para capturarla.
Lejos de pensar en
retirarse, Bartolina ordena el ataque que ella dirige y a fuerza de piedras los
españoles son derrotados por el ejército indio en el que las guerreras aymaras
lucharon a la par de los hombres.
No fue rara la
participación de las amazonas aymaras y quechuas. El ejército de Quechuas de
Chayanta, por ejemplo, estuvo dirigido por la viuda de Tomas Katari: Kurusa
Llave, quien luchó valerosamente hasta ser derrotada por las fuerzas de auxilio
que recibieron los españoles, dirigidos por Ignacio Flores.
De la misma forma
Gregoria Apaza, hermana menor de Tupac Katari, quien fue compañera de Andrés
Tupac Amaru, hijo del Inca Tupac Amaru, dirigió a las tropas femeninas, en
varias batallas. Esta comandanta, vestida de hombre, dirigió varias ofensivas
del ejército del joven Amaru.
Muchas otras mujeres
anónimas andinas pelearon en los ejércitos amaristas y kataristas.
Se habían cumplido 109
días del cerco katarista cuando el 10 de julio de 1781, los españoles
recibieron refuerzos desde Charcas. Después de dejar algunas provisiones que no
lograron satisfacer a la población española y criolla en Chuquiago, el ejército
español salió de la ciudad para asaltar las comunidades. Se produjeron nuevas
atrocidades como el incendio de poblados y quema de hombres, mujeres y niños en
las comunidades y el degüello de varios pobladores indios.
Tupac Katari es
obligado a replegarse y en esta acción se produce la captura de Bartolina Sisa.
Cuando la comandanta se
dirigía al campamento de Pampajasi (lugar cercano a La Paz) sus mismos
acompañantes la traicionan y la entregaron al cruel Ignacio Flores quien la
condujo presa a la ciudad de La Paz. En Chuquiago fue recibida por una lluvia
de piedras, insultos y golpes. El genocida Segurola la encerró encadenada en la
peor de las celdas.
Los españoles torturan
a Bartolina Sisa y le dan el peor de los tratos pero la mantienen con vida
esperando usarla para capturar a Katari.
El 5 de octubre sacan a
Bartolina de su prisión y disfrazan las terribles condiciones en que la tenían
prisionera, lavada y vestida con ropajes ajenos la colocan a pocos pasos del
cerco del ejército katarista, mientras Segurola prepara el ataque con varios
soldados españoles disfrazados de indígenas. Sin embargo, Tupac Katari, no cae
en la trampa y envía a dos mensajeros para que entreguen alimentos, coca y oro
a Bartolina. Los kataristas planearon usar el recurso de la inundación para
tomar Chuquiago, el 12 de octubre es desbordada la represa a orillas del cerro
Achachicala que las tropas kataristas habían construido; pero la inundación no
tuvo el resultado esperado. En tanto, Chuquiago recibió un fuerte refuerzo
militar muy superior en número y en armamento al ejército katarista,
obligándolo al repliegue.
Tupac Katari es atacado
por dos ejércitos, el de Reseguín y el de Segurola, este último ataca desde el
valle de Mallasilla masacrando a diferentes poblados de indios. Katari se
ve obligado a ordenar la retirada hasta la localidad de Peñas donde se
encuentra con Miguel Bastidas, quien ya había desertado. Otro traidor: Tomas
Inkalipe, delata a Katari y facilita su aprehensión.
Katari es conducido
hasta Achachicala (a la entrada de La Paz). Rapado, con una corona de
espinas y clavos en la cabeza, es paseado y expuesto a la furia de los paceños.
El 14 de noviembre de 1781 es ejecutado en lo misma localidad de Peñas donde
fue capturado. Amarrado por sus extremidades a las cinchas de 4 caballos que lo
descuartizan, sus ejecutores luego exponen en picotas los trozos de su cuerpo
mutilado.
Después de 10 meses sus
restos son quemados y sus cenizas arrojadas al aire. Un año más tarde, el 5 de
septiembre de 1782 los españoles y algunos mestizos, sacan a Bartolina Sisa
rapada y desnuda, la hacen pasear por las calles de Chuquiago, insultada y
torturada, es atada del cuello a la cola de un caballo y le ponen una corona de
espinas. Muere por los tormentos. Sus miembros fueron arrancados y su cabeza
clavada en un palo en Cruzpata (uno de los lugares donde inició la rebelión).
El mismo trato recibió
Gregoria Apaza, compañera del joven inca Andrés Tupac Amaru, ella fue
igualmente paseada con una corona de clavos y espinas junto a Bartolina Sisa,
ahorcada y después despedazada. Su cabeza fue expuesta en Sorata (otro poblado
donde tuvo fuerza la insurrección) luego quemada y sus cenizas arrojadas al
viento. Anselmo, hijo de Andrés Tupac Amaru, un niño de 10 años fue descubierto
por el Corregidor Necochea, torturado y luego muerto.
Como recompensa moral
de los esfuerzos y sacrificios que tuvo que soportar, por célula real del 20 de
mayo de 1784, le fue otorgada a la ciudad de La Paz el titulo de noble,
valerosa y fiel.
Estas insurrecciones
aymaras y quechuas por mucho tiempo no fueron parte de los libros de historia
oficial. La memoria larga popular las recuperó y valoró, al punto que hoy
son enseñadas en las escuelas y las universidades del país, como el verdadero
inicio de la larga lucha contra el dominio colonial español, que en 1825 dio
por resultado la fundación de Bolivia.
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