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El fascismo está actuando en Santa Cruz, el gobierno debe investigar

Las casetas del populoso mercado Mutualista en Santa Cruz comenzaron a quemarse la noche de ayer domingo, justamente al día siguiente de que los gremialistas anunciaron que no acatarán el anunciado paro de 48 horas decidido por la Gobernación y el Comité Cívico cruceños, a la cabeza de otras instituciones totalmente controladas por la derecha, como la Universidad Gabriel René Moreno. Aunque se desconocen las causas que originaron este desastre, llamó enormemente la atención que los pocos hidrantes de la zona no tenían agua, por lo que el fuego que inició en algunos puestos pudo extenderse rápidamente. Vanos fueron los esfuerzos de los comerciantes, que trataron de recuperar la mercadería que tenían en sus kioscos, arriesgando sus vidas. Con la llegada de los bomberos y colaboración de los mismos comerciantes se combatió el siniestro; luego, cuando arribó al lugar Luis Fernando Camacho, fue recibido con mucha hostilidad porque varios comerciantes abiertamente lo acusaron de estar detrás...

La insurrección katarista de 1780-1781 A 230 años de la muerte de Túpac Katari


En el año 1780 todo el altiplano de lo que hoy es Bolivia se hallaba convulsionado con la sublevación de Tupac Katari. En las principales ciudades coloniales como Potosí, Charcas  (hoy Sucre), La Paz (Chuquiago) sonaban los pututus anunciando el levantamiento después de tantos años de abusos españoles.
Para los españoles dominar la insurrección era cuestión de vida o muerte. Si vencían los rebeldes, acababa el poderío de España no solo en las colonias americanas, sino en todo el imperio, en cuyos dominios nunca se ponía el sol.
Para los indios el triunfo de la sublevación significaba la recuperación de su libertad, territorio y riquezas o su definitiva claudicación ante el poderío de los blancos, de esa otra raza que llegó allende los mares para hacerse dueña de sus riquezas y someter su cultura milenaria.
La vida en los pueblos de la colonia era cada vez más insoportable para los indios originarios. Los cargos públicos, con una que otra excepción, estaban monopolizados por los españoles o sus descendientes criollos. Todas las riquezas que se extraían de Potosí y de las otras minas del Alto Perú eran conducidas a la metrópoli, quedando su producto como beneficio para el tesoro español y para los aventureros que habían cruzado los mares en busca de riquezas en el nuevo mundo. Los corregidores españoles se confabulaban con los curacas (líderes indios serviles a la colonia), curas y gobernadores, para oprimir a los indios, encarcelándolos, torturándolos y violando a la mujeres que no tenían ningún derecho ya que eran esclavas. Por estas causas muchos huyen hacia otras tierras, otros se suicidan junto a su familia o quiebran los brazos y piernas de sus hijos para que no sean esclavizados en las minas o en las haciendas.
El corregidor de Chayanta, provincia de Potosí, Joaquín A Los y Bru, conjuntamente con el recaudador de impuestos reales, inició una verdadera expoliación a los indios de aquella provincia, aumentando en forma considerable el tributo que debían pagar. El cacique de Macha, Tomas Katari, tomó la representación de las comunidades originarias de la provincia de Chayanta y viajó, primero a Potosí y después a Charcas, a reclamar por el aumento del tributo real. Pero, sus reclamos fueron inútiles tanto en Potosí como en Charcas.
No hubo autoridad que atienda y considere sus reclamaciones, ratificándose, por el contrario, la elevación del tributo sobre las tierras de origen y aprobándose las medidas adoptadas por el corregidor Alor y Bru. Tomas Katari, con mucho sacrificio emprendió viaje a la lejana ciudad de Buenos Aires de la que dependía el Alto Perú, allí se entrevistó con el virrey José Vertiz quien se comprometió a darle una recomendación para que le atiendan las autoridades de Charcas y Potosí. Katari se presentó ante la Real Audiencia de Charcas enseñando la recomendación del virrey, entonces el fiscal de la audiencia, José Castillo, al hacerse cargo de dicha recomendación pidió informe al corregidor de Chayanta, el informe de este justificaba el aumento y desprestigiaba y humillaba a Tomas Katari. Cuando Katari regresó a su casa fue tomado preso, acusado de provocar perturbaciones en el cobro de los impuestos. Este hecho exacerbó los ánimos de los originarios quienes atacaron a la guardia española que custodiaba a Katari, hasta ponerlo en libertad. Luego de esto vengaron la humillación degollando al recaudador de impuestos de apellido Bernal.
El corregidor Joaquín A Los y Bru mandó detener a Katari, considerado el cabecilla de esta revuelta. Lo hizo conducir a Charcas para su juzgamiento por los delitos de rebelión y asesinato. El 24 de agosto de 1780 el mismo corregidor de Chayanta dispuso que en el pueblo de Pocoata se levante las nóminas de los indios que debían viajar a las minas de Potosí en calidad de mitayos (servidumbre minera). Para el efecto, Alos y Bru se trasladó personalmente a Pocoata.
Cuando ya se iniciaba el empadronamiento, uno de los indios quechuas que se encontraba en el grupo de los que debía viajar a Potosí, dio el grito de rebelión. Inmediatamente todos se levantaron contra el reducido contingente de españoles encargados de su custodia. Dieron muerte a casi todos y al resto los detuvieron, entre ellos al corregidor a quien condujeron hasta el pueblo de Macha.
A la llegada de los insurrectos a esta población no hubo resistencia, los españoles que allí se encontraban escaparon dejando el pueblo a los rebeldes.
Consumada la rebelión en Macha y en Pocoata, se extendió a otros caseríos y poblados quechuas, en los que en breve tiempo circuló la noticia de la sublevación. Asumieron la jefatura del movimiento Dámaso y Nicolás Katari, los dos hermanos de Tomás.
Tan pronto como tuvieron establecidos sus reductos, enviaron emisarios a Charcas, exigiendo la libertad de Tomas Katari y haciendo saber a los oidores (funcionarios estatales) de la Audiencia de Charcas, que conservarían como rehenes al corregidor de Chayanta y al resto de los españoles y que, en caso de no liberar a Tomás Katari, los degollarían.
Ante esta amenaza la Real Audiencia de Charcas puso en libertad a Tomas Katari quien regresó a Macha, no solo con mayor prestigio ante sus compañeros, sino decidido a terminar con los abusos de los españoles.
Y la rebelión creció por todas partes: La Paz, Oruro, Cochabamba, Tarija, unos tras otros los caseríos se fueron uniendo a la insurrección.
Los rebeldes hicieron base en Chayanta (Potosí). En las regiones aymaras de La Paz comenzó a despuntar otro líder, Julián Apaza, conocido como Tupac Katari, nombre que adoptó en homenaje a Tupac Amaru (inca rebelde del Bajo Perú) y a Tomás Katari.  Antes de comenzar la guerra había sido sacristán en la parroquia de Ayo Ayo situada a noventa kilómetros de la Paz. Su esposa Bartolina Sisa se unió a él cuando tenía 25 años. Bonifacio Chuquimamani, otro de los líderes del levantamiento, tomó el nombre de Manuel Clavijo.
El 13 de marzo de 1781 el Ejército Aymara decide someter a la ciudad de La Paz (conocida también como Chuquiago), sitiándola. En la Ceja de El Alto se levantó el campamento desde el cual se divisaba la ciudad. A todo esto la ciudad preparaba su defensa, Sebastián de Segurola, brigadier español, fue el líder de las milicias.
Con el paso del tiempo comenzaron a faltar los víveres y el agua en la ciudad. Todos los días el ejército katarista atacaba la ciudad, utilizando grandes pelotas hechas con lana de oveja, empapadas con aceite o impregnadas con pólvora, que arrojaban a la ciudad para causar incendios, cansar al enemigo y desgastarlos para la lucha.
El 21 de mayo Tupac Katari se aleja con rumbo norte para asegurar otras posiciones y el grueso del ejército aymara queda bajo la dirección de Bartolina Sisa, su misión es cuidar que el cerco a Chuquiago no se debilite. Los españoles, al ver a una mujer en la dirección, envían 300 soldados para capturarla.
Lejos de pensar en retirarse, Bartolina ordena el ataque que ella dirige y a fuerza de piedras los españoles son derrotados por el ejército indio en el que las guerreras aymaras lucharon a la par de los hombres.
No fue rara la participación de las amazonas aymaras y quechuas. El ejército de Quechuas de Chayanta, por ejemplo, estuvo dirigido por la viuda de Tomas Katari: Kurusa Llave, quien luchó valerosamente hasta ser derrotada por las fuerzas de auxilio que recibieron los españoles, dirigidos por Ignacio Flores.
De la misma forma Gregoria Apaza, hermana menor de Tupac Katari, quien fue compañera de Andrés Tupac Amaru, hijo del Inca Tupac Amaru, dirigió a las tropas femeninas, en varias batallas. Esta comandanta, vestida de hombre, dirigió varias ofensivas del ejército del joven Amaru.
Muchas otras mujeres anónimas andinas pelearon en los ejércitos amaristas y kataristas.
Se habían cumplido 109 días del cerco katarista cuando el 10 de julio de 1781, los españoles recibieron refuerzos desde Charcas. Después de dejar algunas provisiones que no lograron satisfacer a la población española y criolla en Chuquiago, el ejército español salió de la ciudad para asaltar las comunidades. Se produjeron nuevas atrocidades como el incendio de poblados y quema de hombres, mujeres y niños en las comunidades y el degüello de varios pobladores indios.
Tupac Katari es obligado a replegarse y en esta acción se produce la captura de Bartolina Sisa.
Cuando la comandanta se dirigía al campamento de Pampajasi (lugar cercano a La Paz) sus mismos acompañantes la traicionan y la entregaron al cruel Ignacio Flores quien la condujo presa a la ciudad de La Paz. En Chuquiago fue recibida por una lluvia de piedras, insultos y golpes. El genocida Segurola la encerró encadenada en la peor de las celdas.
Los españoles torturan a Bartolina Sisa y le dan el peor de los tratos pero la mantienen con vida esperando usarla para capturar a Katari.
El 5 de octubre sacan a Bartolina de su prisión y disfrazan las terribles condiciones en que la tenían prisionera, lavada y vestida con ropajes ajenos la colocan a pocos pasos del cerco del ejército katarista, mientras Segurola prepara el ataque con varios soldados españoles disfrazados de indígenas. Sin embargo, Tupac Katari, no cae en la trampa y envía a dos mensajeros para que entreguen alimentos, coca y oro a Bartolina. Los kataristas planearon usar el recurso de la inundación para tomar Chuquiago, el 12 de octubre es desbordada la represa a orillas del cerro Achachicala que las tropas kataristas habían construido; pero la inundación no tuvo el resultado esperado. En tanto, Chuquiago recibió un fuerte refuerzo militar muy superior en número y en armamento al ejército katarista, obligándolo al repliegue.
Tupac Katari es atacado por dos ejércitos, el de Reseguín y el de Segurola, este último ataca desde el valle de Mallasilla masacrando a diferentes poblados de indios.  Katari se ve obligado a ordenar la retirada hasta la localidad de Peñas donde se encuentra con Miguel Bastidas, quien ya había desertado. Otro traidor: Tomas Inkalipe, delata a Katari y facilita su aprehensión.
Katari es conducido hasta Achachicala (a la entrada de La Paz).  Rapado, con una corona de espinas y clavos en la cabeza, es paseado y expuesto a la furia de los paceños. El 14 de noviembre de 1781 es ejecutado en lo misma localidad de Peñas donde fue capturado. Amarrado por sus extremidades a las cinchas de 4 caballos que lo descuartizan, sus ejecutores luego exponen en picotas los trozos de su cuerpo mutilado.
Después de 10 meses sus restos son quemados y sus cenizas arrojadas al aire. Un año más tarde, el 5 de septiembre de 1782 los españoles y algunos mestizos, sacan a Bartolina Sisa rapada y desnuda, la hacen pasear por las calles de Chuquiago, insultada y torturada, es atada del cuello a la cola de un caballo y le ponen una corona de espinas. Muere por los tormentos. Sus miembros fueron arrancados y su cabeza clavada en un palo en Cruzpata (uno de los lugares donde inició la rebelión).
El mismo trato recibió Gregoria Apaza, compañera del joven inca Andrés Tupac Amaru, ella fue igualmente paseada con una corona de clavos y espinas junto a Bartolina Sisa, ahorcada y después despedazada. Su cabeza fue expuesta en Sorata (otro poblado donde tuvo fuerza la insurrección) luego quemada y sus cenizas arrojadas al viento. Anselmo, hijo de Andrés Tupac Amaru, un niño de 10 años fue descubierto por el Corregidor Necochea, torturado y luego muerto.
Como recompensa moral de los esfuerzos y sacrificios que tuvo que soportar, por célula real del 20 de mayo de 1784, le fue otorgada a la ciudad de La Paz el titulo de noble, valerosa y fiel.
Estas insurrecciones aymaras y quechuas por mucho tiempo no fueron parte de los libros de historia oficial.  La memoria larga popular las recuperó y valoró, al punto que hoy son enseñadas en las escuelas y las universidades del país, como el verdadero inicio de la larga lucha contra el dominio colonial español, que en 1825 dio por resultado la fundación de Bolivia.

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