Por: Edmundo Juan Nogales Arancibia
Luego de la gran victoria del
Movimiento al Socialismo el año 2005 con el 54%, consagrada como la primera
elección en la que una organización política obtiene más de la mitad de los
votos, desde la recuperación de la democracia, la derecha intentó deslegitimar
el resultado con el argumento mentiroso del fraude, durante varios años el MAS
continúo creciendo en apoyo, con el referéndum revocatorio que ratificó al MAS
(2008 con el 67,4%), la aprobación de la Nueva Constitución Política del Estado
(2009, con el 61.43%), las elecciones nacionales del año 2010 (64,22%) y
manteniendo un gran apoyo el 2014 (61,36%), sin embargo, el año 2016 comienza a
visibilizarse el desgaste en el apoyo, con la polarización en torno a Evo, se
pierde el referéndum ese año con el (48,7 %) y se mantiene una tendencia leve
de caída que continuó el año 2019 (47%).
El resultado del 2016 y 2019 fue
promovido desde una articulación de campaña en medios de comunicación y redes
sociales que dejaron sentadas dos ideas, corrupción con el caso Zapata y la
idea de Fraude el 2019.
Ambas ideas llevaron el discurso
de dictadura por detrás y sirvió para movilizar a sectores de jóvenes en las
ciudades capitales del país con un despliegue logístico articulado desde los
gobiernos subnacionales hasta el apoyo empresarial nacional y extranjero que
fue desenmascarado con los beneficios otorgados a través de contratos y medidas
gubernamentales a su favor en la gestión Añez.
Hoy el discurso de fraude se
reaviva para acelerar el desgaste que en su momento tomó años lograr a la
oposición y que en esta situación de crisis económica y pandemia es aprovechada
para ese cometido.
La estrategia de posicionamiento
de la idea de fraude se mantuvo como forma de deslegitimar las victorias del
Movimiento Al Socialismo, y luego de las elecciones nacionales del año pasado
quedó en manos del ala más violenta de la derecha, Luis Fernando Camacho,
Carmen Eva Gonzáles, Tuto Quiroga entre otros, sin embargo, es retomada este
2021 por la mayoría de los medios de comunicación privados que articularon el
mensaje de tal forma que lo convirtieron en tema de agenda cotidiana y
discusión vigente.
Opositores que reconocieron la
legitimidad y transparencia de las elecciones del 2020 volvieron a hablar de
fraude para entrar en la resonancia de la caja de mensajes, ese es el caso de
Carlos Mesa, quien en octubre reconoció que las elecciones 2020 fueron
transparentes pero que estos últimos días retoma mensajes que posicionan la
idea de fraude hablando del 2019. La campaña también es escoltada por
columnistas de derecha, como Puka Reyesvilla o Diego Ayo, y en redes es
articulada bajo la idea de que todo resultado del MAS es fraude y debe ser desconocido,
esa campaña también se alimenta de las encuestas, que deliberadamente durante
varios años comenzaban con resultados bajos para el MAS y al final trataban de
acercarse al resultado real en los últimos días.
El manejo del contexto también es
parte de la estrategia, en los últimos días se mostró el manejo de noticias
extranjeras que tocan la temática de fraude, periódicos locales empezaron a
escribir y publicar notas sobre temas de fraude en EE.UU., Ecuador, Rusia e
inclusive Birmania, todo ello con el fin de alimentar un ambiente proclive a
pensar en esa idea.
Ese manejo articulado del contexto en medios de comunicación, opinión pública, redes sociales, y en cada espacio de movilización como protestas hasta campañas electorales, alimentan una sombra de violencia que anda detrás del mensaje con la amenaza de desconocer la institucionalidad democrática y generar las condiciones de un nuevo golpe de Estado similar o más organizado que el vivido el 2019.
Esta estrategia acelerada busca
aprovechar la situación de crisis económica y pandemia para no permitir que el
MAS termine su gestión de gobierno el 2025 y muestra determinados pasos:
- Reacomodar a los actores más violentos a la
cabeza de gobiernos subnacionales como escudo de grupos irregulares en sus regiones,
Luis Fernando Camacho protegiendo a la Unión Juvenil Cruceñista, Manfred Reyes
Villa haciendo lo propio con la Resistencia Juvenil Kochala, Horacio Poppe Inch
en Chuquisaca, Carmen Eva Gonzales en Pando, Oscar Montes en Tarija e Iván
Arias en La Paz.
- Dejar la idea de que las victorias del MAS son
resultado de fraudes y que por tanto deben ser desconocidas
- Buscar un proceso acelerado de desgaste del MAS
con la crisis económica y la pandemia
- Deslegitimar a los sectores que apoyan al MAS
- Generar el ambiente de convulsión similar o
mayor al del año 2019 para no permitir que el MAS concluya su mandato hasta el
2025 ya sea a través de un referéndum revocatorio o con la toma violenta del
poder como lo hicieron el 2019.
La amenaza violenta junto a una
campaña de desprestigio de las instituciones democráticas se está convirtiendo
en la vía de la ultraderecha para tomar el poder, ese mensaje se vio en EE.UU.
con el discurso de Trump que llevó a que por primera vez en su historia se
irrumpiera el Capitolio, se muestra también en Ecuador para evitar que la
izquierda asuma el poder y es utilizado para desconocer el apoyo legítimo de
proyectos de izquierda en la región.
Esto sucede porque la situación
de la crisis genera las condiciones para que la izquierda asuma la conducción
política de la región ante el fracaso de las políticas neoliberales que no
logran solucionar la crisis, sin embargo, como sucede en este tipo de momentos,
el fascismo se convierte en el arma última de los grandes empresarios para
evitar políticas que reduzcan las desigualdades y los lleva a recurrir al perro
rabioso del fascismo para tomar el Estado y usarlo para mantener sus niveles de
ganancia cargando la crisis en el pueblo.
Ese escenario se vivió luego de
la gran depresión en los años 30 en Europa y terminó con el ascenso del
fascismo, hoy esa amenaza reaparece de la mano de la ultraderecha en Nuestra
América, desde Trump, Bolsonaro, Luis Fernando Camacho, Nayib Bukele y muchos
otros en la región.
Que no nos tomen desprevenidos
como una crónica de tragedias anunciadas, estamos a tiempo de reaccionar.
Abogado, estudiante de Ciencia Política e integrante de la Escuela Socialista Comunitaria
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